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Economía colaborativa, más mercado y menos Estado
Mié, 17/01/2018 - 13:10

Karelys Abarca

Los controles de precios, miles de años de desatinos
Karelys Abarca

Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca

En el año 2011, fue publicado un artículo en la revista Time donde se considera a la economía colaborativa o economía compartida como una de las diez ideas más relevantes que cambiarán al mundo en un futuro cercano, capaz de crear nuevas formas de emprendimiento e innovar en tipos de propiedad, potenciando al individuo y al mercado y restando poder al Estado. La economía compartida o colaborativa es una nueva modalidad de producción y consumo de bienes y servicios a través de plataformas digitales, que se caracteriza por la democratización del mercado (cualquiera que tiene acceso a Internet puede comprar y vender) y genera una repotenciación de la importancia del consumidor.

El auge de la economía compartida no se debe tanto a las tecnologías disruptivas, sino a los nuevos modelos de negocio capaces de conectar las fuerzas de la oferta y la demanda, en un entorno de escasez y sin intermediarios que encarezcan las transacciones.

La piedra angular de la economía colaborativa es la confianza, generada por el sistema y que garantiza intercambios seguros. De hecho, de acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la confianza es la base del desarrollo sostenible, porque es el resultado de la solidez institucional y la vigencia del pacto social.

La economía de mercado sin desviaciones de nocivo intervencionismo estatal ni corrupción administrativa, crea los mecanismos de confianza claves para construir la reputación requerida por la economía compartida, que se puede obtener fácilmente on line como resultado de valoraciones, puntuaciones y opiniones que los usuarios directamente generan en los sitios web.

Lamentablemente, de acuerdo al Latinobarómetro del 2015, las cifras de confianza interpersonal en Latinoamérica son las más bajas del mundo, lo que representa un notable obstáculo para el pleno desarrollo de la economía colaborativa en nuestra región, lo que hace necesario continuar fortaleciendo las instituciones democráticas y los ecosistemas innovadores.


 

Las plataformas colaborativas permiten a los miembros de las redes sociales entrar en contacto virtual, publicar ofertas y demandar bienes y servicios, usando un sistema de valoración que asegura la confianza y sin encarecer las transacciones con intermediarios. Los cinco sectores económicos más exitosos en la economía colaborativa son: los préstamos entre iguales (facilitados por la tecnología peer to peer), los empleadores en línea, el alojamiento entre particulares, el transporte compartido y los videos y música en línea.

Cabe destacar que en promedio, más del 85% de los ingresos de las operaciones realizadas a través de plataformas de economía compartida las recibe el proveedor del bien o servicio, convirtiéndose en una razón que impulsa a la expansión de este modelo económico. Según expertos del instituto Brookings, en el año 2025 los sectores exitosos de la economía compartida pasarán a representar más del 50% del total de los ingresos mundiales.

Por otra parte, a los inversores innovadores los atrapan los mercados digitales, por la baja exigencia de capital de ingreso y la enorme rentabilidad que pueden llegar a alcanzar. La economía compartida ofrece un modelo de negocio tan versátil que genera fenómenos como Uber, que vale el doble de una empresa como Renault (68.000 millones de dólares), o como Alibaba que domina el 80% del comercio electrónico en China y está valorada en 29.000 millones de dólares, además de Airbnb que muestra una éxito increíble en el sector de alojamiento (con un valor de 30.000 millones de dólares) que la colocan a la par de la cadena de hoteles como Marriot.

A nivel mundial existen actualmente unas 17 empresas en el ámbito de la economía coloborativa, que manejan operaciones de más de 1000 millones de dólares al año, aunque lamentablemente ninguna de estas empresas ha surgido en América Latina. No obstante, ha sido un éxito para nuestra región el uso de Uber (especialmente en México), a pesar que las regulaciones nacionales de muchos países aún no acepten plenamente este modelo de negocio.

De acuerdo al BID, las plataformas de economía compartida ofrecen enormes oportunidades a las economías latinoamericanas de reducir la desigualdad en la distribución del ingreso, porque promueven redes de pequeñas empresas, transforman la ciudadanía a través del uso de internet y redes sociales, favorecen a la autonomía de las comunidades a través de la gestión de sus propios recursos (sin dependencias al Estado que comprometan su libertad) y elevan la calidad de vida de los ciudadanos a través de la gestión de ciudades inteligentes que optimizan sus recursos.

Para el máximo aprovechamiento de las ventajas que ofrece el modelo de economía colaborativa, es necesario reducir las barreras, controles y sanciones que imponen los gobiernos latinoamericanos al libre mercado que les exige ser más eficientes en la gestión de recursos. Además, la economía colaborativa exige nuevas formas de medición del valor, pues las actividades que se realizan a través de estas plataformas digitales no son recogidas en indicadores tradicionales como el Producto Interno Bruto (PIB), por lo que la función del Estado en la medición de la producción material también pierde vigencia en este contexto.

La economía del futuro se perfila democrática, con la plena participación ciudadana en la realización de intercambios directos entre pares, sin necesidad de intermediación de terceros y creando valor a través de la innovación. Son fascinantes las potencialidades que nos traen las nuevas tecnologías, que nos hacen pensar en un mundo más participativo, con más mercado como fenómeno social donde la propiedad privada, el derecho a elección y la reducción de la desigualdad dejen de lado el intervencionismo ineficiente del Estado (especialmente en Latinoamérica), mitigando la corrupción que da poder a unos y empobrece a otros.

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