Pasar al contenido principal

ES / EN

México y Chile: un mismo camino
Vie, 14/08/2015 - 08:52

Andrés Rebolledo

Chile y su socio fundamental, el Mercosur
Andrés Rebolledo

Andrés Rebolledo es Director General de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales de Chile.

México rompió relaciones con Chile en 1973 a raíz del golpe de Estado en nuestro país Esa decisión vino acompañada de su firme solidaridad con el exilio chileno de la que muchos estaremos eternamente agradecidos. Los tiempos han cambiado. Con el retorno a la democracia se restablecieron los vínculos diplomáticos y, al mismo tiempo, se estrecharon las relaciones económicas.

En septiembre de 1991, Chile suscribió un Acuerdo de Complementación Económica (ACE), en el marco ALADI, que estableció la liberalización arancelaria para el comercio de bienes. El ACE fue la base del Tratado de Libre Comercio (TLC) que, en agosto de 1999, consolidó la apertura comercial entre Chile y México y extendió los compromisos a los ámbitos de servicios e inversiones, y otros temas sustantivos en las relaciones bilaterales.

La reciente visita de la presidenta Bachelet a México sentará las bases para proyectar esta relación que en lo económico debiera incluir nuevos emprendedores y pymes, y ampliar las inversiones recíprocas.

Hoy, gracias a la liberación del 99% de las exportaciones, el intercambio de bienes ha alcanzado US$3.853 millones a fines del año pasado. Hay que destacar, además, que este intercambio se caracteriza principalmente por productos manufacturados, los que son fundamentales para agregar valor a nuestras exportaciones en un mundo en que no resulta fácil competir con bienes y de transformación.

El mercado mexicano nos entusiasma por las atractivas oportunidades comerciales, que se han venido consolidando. Hoy, son alrededor de 900 empresas chilenas las que llegan al mercado mexicano, con más de 1.000 productos. Además, tiene el beneficio adicional de ser un mercado de destino para pequeñas y medianas empresas, las que generan gran parte del empleo en la economía chilena.

Por otra parte, el propio TLC, al establecer mejores condiciones de acceso comercial, junto a un ambiente jurídico más favorable, ha abierto nuevas oportunidades para las inversiones directas, en ambas direcciones. Las provenientes de México ascendieron a US$1.800 millones a fines de 2014, mientras el mercado mexicano acumula un stock de inversiones chilenas de US$1.463 millones, con unas 80 empresas instaladas. El sector servicios es el principal destino de las inversiones chilenas, con un monto acumulado de US$891 millones, destacando los sectores de transporte, almacenamiento, comunicaciones e intermediación financiera; y, en segundo lugar se ubica el sector industrial, con US$536 millones.

Estamos muy satisfechos por la presencia de empresas chilenas en México, las que contribuyen con la generación de 22.000 puestos de trabajo. Hoy es posible encontrar empresas chilenas en diversas regiones del territorio mexicano, particularmente, en Durango, Jalisco, México D.F., Michoacán, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. 

Además, el sector público de Chile y México han facilitado a los empresarios la oportunidad de potenciar sus negocios, gracias a que ambos países han materializado variados acuerdos comerciales con todos los continentes. Así las cosas, teniendo como referencia la economía mundial, y la facilitación que brindan los acuerdos comerciales, la integración productiva entre empresas chilenas y mexicanas puede ser una gran oportunidad para superar nuestra precariedad exportadora, participando en las cadenas internacionales de valor como productores y exportadores de manufacturas y servicios sofisticados. Creemos que juntos podemos lograrlo más fácilmente que separados.

Finalmente, hay que destacar que nuestros países han trabajado estrechamente en la implementación de la Alianza del Pacífico (AP), uno de cuyos propósitos es articular en el ámbito comercial y de inversiones a Colombia, Perú, México y Chile. El Acuerdo también apunta a profundizar nuestra relación con el Asia-Pacífico, la región más dinámica de la economía mundial. Ello es consecuencia del reconocimiento de una realidad ineludible: en el mundo de hoy se requiere de grandes conglomerados económicos para posicionarse y competir eficientemente en el mundo global. Por ello, hemos perseverado, junto a México en la consolidación de la AP, pero sin renunciar a la aspiración de alcanzar la unión en toda América Latina.

Países