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¿Mejoran los tiempos de la economía mundial?
Jue, 14/10/2010 - 13:10

Carlos M. Adrianzen

Latinoamérica en tiempos interesantes
Carlos M. Adrianzen

Decano de la Facultad de Economia de la UPC y Senior Executive Fellow de la Escuela John F. Kennedy de la U. de Harvard.

No hace muchos meses atrás la economía mundial ingresó a un súbito cuadro de enfriamiento económico. Este cuadro, desenvuelto en medio de severas crisis financieras en Norteamérica y Europa, diseminó sus efectos negativos sobre todo el planeta. Sus efectos más importantes -a nivel global- afectaron significativamente los flujos de comercio e inversión. De ahí en adelante, y dependiendo de las debilidades de cada país, se habló de una depresión. Gran parte de las economías del planeta (y las economías latinoamericanas no configuraron la excepción) registraron cuadros recesivos.

Por todo esto, aun hoy, no son pocos los economistas que sostienen que estamos inmersos en una depresión económica muy seria, que si bien no tiene la intensidad de la observada en los años treinta, es previsible que resulte mucho más longeva. En español: que el comportamiento de los patrones de crecimiento, inflación, ahorro, acumulación y consumo van a presentarse mucho más accidentados en los años venideros.

A pesar de todo lo anterior, los últimos meses, mal que bien, han permitido que América Latina recupere la percepción de que puede seguir creciendo. De hecho la recuperación de algunos de los principales precios de exportación de los países de la región ha hecho que las proyecciones de crecimiento económico para el año 2010 sugieran una recuperación visible en naciones como Brasil, Colombia o Perú. Sin embargo ¿es esto así tan fácil? ¿Ya pasó todo?  ¿Nuevamente la maquinaria de gasto norteamericana y europea van a validar altos patrones de crecimiento económico en Asia y América Latina?

Lamentablemente la cosa no vendría tan fácil.

Hoy por hoy, el comportamiento de la economía norteamericana -ese gran motor de la economía mundial- no solo es incierto, sino que evidencia indicadores mediocres en recuperación del empleo y algunas sombras inflacionarias que deberán dilucidarse en los meses venideros. El caso de China, esa motocicleta pujante que ya amenaza tener el tamaño del segundo mercado del planeta (afirmación rebosante de dudas tanto dada la credibilidad de las cifras de la dictadura cuanto por la visible manipulación de su tipo de cambio), lejos de aclarar el panorama lo complica. Por más que China persista mostrando índices de crecimiento envidiables, no pocos analistas mantienen aún su escepticismo respecto a que este crecimiento no se vea pronto afectado por los achaques en Norteamérica y Europa.

Por otro lado, el caso peruano configura un ejemplo ilustrativo para comprender lo que implica este panorama global sobre los márgenes de política económica al sur del río Grande. Los titulares periodísticos en Lima destacan todos los días que su economía local va en toda marcha. Que aquí no ha pasado nada. Que la crisis del Lehman Brothers resultó un accidente para gringos. Que el crecimiento para fines de este año sería igual o mayor que el observado dos años atrás.

El seguimiento minucioso de las cifras nos permite aclarar el panorama. En principio, merece destacarse que si algo podría calificar la forma como el Perú enfrentó la crisis global, es la mezcla de pasividad con estoicismo.

La primera porque apostó a combatir la crisis haciendo lo mismo que venía haciendo desde el principio de la década. Políticas fiscales y monetarias expansivas, tipo de cambio manipulado o administrado, el cierre cuanto el TLC se pudo cerrar y cero reformas estructurales. La segunda, lo estoico, tiene que ver con la creencia generalizada de que la crisis no nos estaba afectando y/o iba a pasar muy rápido.

Algún lector acucioso podría sostener que fue justamente esto último lo que pasó. A ese lector acucioso me atrevo a recordarle que este partido de fútbol dista mucho de estar en la parte final de su segundo tiempo.

El caso del Perú tiene un especial valor referencial para la región latinoamericana, justamente porque frente a una caída de términos de intercambio (que afecte drásticamente sus niveles de exportación y recaudación tributaria) nos enfrentará a reconocer que le tenemos pánico al devaluar y que en el gobierno aún no se entiende por qué crecimos y se cree que todos los problemas se están resolviendo porque estamos inflando agresivamente el gasto.