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“Redesocializar” y su serio riesgo
Lun, 04/04/2016 - 09:08

Mario Antonio Sandoval

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Mario Antonio Sandoval

Mario Antonio Sandoval Samayoa es periodista, escritor y comunicador social. Es miembro de la Real Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente a la RAE, y ha sido dos veces presidente de la Asociación de Periodistas. Ha escrito dos libros, varios ensayos y es columnista estable de Prensa Libre (Guatemala).

A mi criterio, ha llegado el momento de crear un nuevo verbo: “redesocializar”, definido como la acción consistente en divulgar cualquier tipo de mensaje por medio de las llamadas “redes sociales”. Estas son conjuntos de personas unificadas en grupos de tamaños potencialmente gigantescos y sobre todo con infinitas posibilidades de recibir y enviar mensajes, críticas, opiniones, fotografías, videos y otras manifestaciones derivadas de los avances de la tecnología causantes de la virtual desaparición de las distancias geográficas. Como todo avance, tiene un lado oscuro, también derivado de las mismas novedosas e inesperadas condiciones tecnológicas. Esta divulgación se realiza sin la más mínima limitación ni control.

Toda persona, sin excepciones, con solo llenar la condición de tener acceso a cualquiera de estas redes, se convierte en posible interlocutor con el mundo. Es una facilidad, evidentemente, para la libre emisión del pensamiento, pero uno de sus peligros es el alcance inimaginable de la comunicación utilizada sin ningún tipo de limitaciones éticas, legales, de buen gusto. Otro riesgo es la imposibilidad de defenderse para quienes son criticados con pocas o nulas bases. Es posible crear una dirección electrónica con el único fin de causar daño a alguien, enviar mensajes con falsedades o insultos y borrarla. Es imposible saber si las fotos enviadas son reales o montajes, y la impunidad es el premio para este tipo de acciones viles y cobardes.

Aun cuando se sepa ee nombre del autor, los mensajes redesocializados tienen enormes posibilidades de causar daño o de ser comprobaciones de criterios penosos, ilegales, de mal gusto, etcétera, o simplemente expresados sin meditación y con arrebato propios de insensatos. Al respecto cito, aunque no comparto el innecesario insulto contenido en la frase del escritor italiano Umberto Eco, recientemente fallecido, quien escribió “las redes sociales dan derecho de hablar a legiones de idiotas que antes solo hablaban en el bar después de un vaso de vino”. Esta dura frase señala con claridad una situación preocupante por numerosos otros motivos, y a la vez comprueba del autor su sarcasmo, su ironía mordaz —es decir su crítica acre y maligna, no carente de ingenio— con la cual se ofende a alguien.

Toda forma escrita u oral para divulgar criterios, críticas, afirmaciones e interpretaciones está reglamentada por la Ley de Emisión del Pensamiento, cuyo campo de acción es la injuria —insulto—, la calumnia —acusación de un delito— o difamación —publicación de las anteriores en un medio de comunicación. Las redes sociales lo son sin duda, y por eso quien envía y quien reenvía un mensaje recibido por este medio, constituyen materia de juicio de imprenta. No se ha realizado ninguno hasta ahora, pero existe la posibilidad. Las dificultades legales para hacerlo hacen caer con más fuerza el peso en la responsabilidad ética personal y en la necesidad de un mínimo de raciocinio para no lanzar mensajes convertidos en puñaladas por la espalda.

Ante la avalancha de mensajes con todo tipo de afirmaciones imposibles de comprobar, la actitud adecuada es desconfiar de todos, firmados o no, o enviados por personas a quienes no se conoce. Es imposible evitar la recepción, pero sí se tiene a la mano el arma para no convertirse en cómplice indirecto de alguna campaña negativa: borrarlos. Los medios profesionales de comunicación tienen, deben tener, personas cuya tarea es conocer los mensajes para, en casos graves, intervenir a fin de impedir la destrucción de honras y la divulgación de abiertas mentiras. Aun así, muchas veces eso ocurre. Pero las redes sociales dependen de alguien, sus prejuicios, mala fe, ignorancia, estupidez. En resumen, el verbo “redesocializar” debe ser creado.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com

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