¿Será que en pleno siglo XXI para autoreconocerse como artista es obligatorio aguantar hambre, comprar la ropa de segunda, recoger muebles que oligarcas y burgueses desechan?

O tal vez la posibilidad de verse como artista no implica que cada vez que la musa lo visite comience a preparar un sombrero grande para recoger ayudas (ojo que no dije limosna); ahora el concepto de emprendedores culturales, industrias culturales o gestores culturales acoge a las personas que quieren vivir de su pasión de su arte, de la bendición o maldición que es ver la vida de manera diferente.

Y ojo que éso no es pecado. Es una forma de ver la vida de manera digna que no implica vender el alma al esquema neo capitalista opresivo burgués totalitario (¿se sintió el sarcasmo o toca ponerle pie de página?). 

Se trata de aterrizar a las necesidades reales del mercado lo que usted puede ofrecer, entender que los consumidores (sí, los consumidores) culturales buscan divertirse, pero también reflexionar, decorar; también pensar, también divulgar. Ya el artista no tiene que ser necesariamente el "faro" que rompe la ignorancia de los mortales que se acercan a su luz para ser iluminados.

Cuente su cuento, muestre su forma de ver la vida, sea la que sea, pero entienda que también puede vivir de esto dignamente y demostrarle a su familia que no erró el camino, que al final del túnel hay luz para personas como usted, que creen en la estética y en el amor por la transformación de pensamientos en acciones.