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Colombia: reflexiones sobre la tragedia de Mocoa
Jue, 06/04/2017 - 10:28

Gloria Guevara

Gloria Guevara
Gloria Guevara

Gloria Guevara es docente de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Icesi (Colombia). Es especialista en temas de agua, tecnología y justicia ambiental. La profesora Guevara cuenta con una maestría en Ciencias de la Educación de la Universidad de Guadalajara (México) y una especialización en estudios pedagógicos de la Universidad de San Buenaventura (Cali, Colombia).

La naturaleza, innegablemente, se ha convertido en un actor importante de nuestro sistema socio cultural, y los humanos no la hemos tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones importantes en cuanto a nuestros avances; corremos para conquistar territorios, para aumentar nuestros asentamientos, para satisfacer nuestras necesidades de alimento; sacamos desde sus entrañas minerales como el carbón, para convertirlos en riqueza. Queremos cada día más y más, sin medir nuestras hazañas en busca de grandeza, pero nos convertimos en unos seres débiles cuando la naturaleza reclama lo que le pertenece; nos vemos enfrentados a buscar un culpable de todo lo que está sucediendo.

Ya lo hemos visto en diferentes latitudes: en algunos sitios las temperaturas se convierten en extremas, con frios que calan en los huesos y mata a los más débiles; en otras latitudes sequias interminables, que impiden la obtención del agua, líquido precioso que, al no tenerlo, se convierte en nuestro enemigo. Se arrastra por debajo de las puertas o se une a la roca y el barro para deslizarse imponente ante nuestras obras urbanísticas.

Aun así persiste la pregunta: ¿quién es el culpable de las catástrofes?, ¿a quiénes debemos buscar como culpables? Nada sencilla la respuesta a estas preguntas, en momentos tan críticos como los que vive hoy nuestra Colombia, con la catástrofe en el Putumayo y su capital Mocoa. Durante esta ola invernal, el país ha tenido más de UN millón y medio de damnificados y eso sin contar los que deja este último fin de semana.

En la búsqueda de culpables, muchos asumen que se debe a los fenómenos meteorológicos, al calentamiento global y no están del todo lejos, pues tenemos mucha más agua en los ecosistemas y ésta se moviliza a diferentes latitudes, cambiando todos los micro climas de las diferentes regiones del mundo.

Pero también nos topamos con la imprudencia del ser humano, al querer apoderarnos de territorios de bosque dejando las laderas montañosas desnudas y frágiles a la erosión que causa el agua al llegar al suelo. Esto se une a los recorridos históricos de una fuente de agua, a veces una catástrofe anunciada, pues es bien sabido que los ríos tienen 'memoria'. sependiendo de sus caudales, vegetación y condiciones del suelo, pueden buscar sus recorridos antiguos.

En muchos casos, el conocimiento de estos recorridos no es tenido presente al momento de nuestra expansión. Los abuelos hablan de la historia de las fuentes de agua, que en años anteriores cubrían diferentes terrenos y que en la actualidad lo hacen por otros sitios y es allí cuando entramos nosotros a buscar ubicarnos cerca de las fuentes de agua sin tener presente su historia, cometiendo el error de instalarnos muy cerca de ellas o asentándonos en sitios inundables, como es el caso del distrito de Agua Blanca, en la ciudad de Cali, donde se ganó terreno al rio Cauca con el dique protector Jarrillos del Rio Cauca, que ha permitido la expansión de la ciudad a su zona nor-oriental y donde a principios del siglo pasado se encontraban varios ríos como el Cañaveralejo, el Meléndez y el Lili, que ahora hacen parte del canal CVC sur que permite la salida de gran cantidad de agua del sur de la ciudad. Y que unido a la actividad reguladores de la represa de la Salvajina en el Cauca, controlan el caudal del río Cauca a su paso por el Valle del Cauca, favoreciendo nuestros asentamientos.

Y es allí cuando debemos destacar las acciones gubernamentales, que unidas al conocimiento hidráulico y de mitigación del riesgo, favorecen nuestra vida. Además de las actividades de educación ambiental, nos permitan continuar disfrutando de nuestra apreciada Santiago de Cali, pues como es sabido por todos, Cali está en alto riesgo. Por eso no debemos ignorar todas las acciones que hasta ahora nos han favorecido y que se tomaron con tiempo prudencial, acatando el llamado de los conocedores.

Por esta razón, considero que la culpabilidad de las catástrofes no solo le pertenece al cambio climático, a la imprudencia de las comunidades o a la falta de gestión de los gobernantes: es culpa de todos, por nuestra falta de comprensión y de acción en la toma de decisiones importantes que favorezcan la vida y no las ganancias económicas de un sistema social que debe transformarse para que logre sobrevivir. Debemos tener una mirada desde la ciencia, la tecnología y la sociedad, donde se visionen procesos de reconciliación con la naturaleza y comprensión de sus nuevas dinámicas que están enfocadas a una variabilidad climática desconocida.

Es importante el conocimiento del territorio desde su historia pasada, presente y pensando posiblemente en crear diseños prospectivos del futuro de nuestros territorios, que nos permitan tener diferentes posibilidades de mejoramiento, prevención y sobre todo resiliencia que favorezcan nuestra permanencia en el planeta, donde logremos avanzar con precaución ante un planeta que se está transformando y que será diferentes al que hasta este momento conocemos.

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