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Declaremos Marruecos, Argelia y Túnez como países seguros
Jue, 16/06/2016 - 09:44

Christoph Hasselbach

Alemania necesita inmigrantes: ¿qué dicen los alemanes?
Christoph Hasselbach

Christoph Hasselbach es editor senior en Deutsche Welle.

Alemania echa la vista atrás doce meses, en los que nos llegaron de forma descontrolada más de un millón de personas de fuera de la Unión Europea. Muchos de ellos (nadie sabe con precisión su número) ni huían de una guerra civil ni pueden considerarse refugiados políticos. A este grupo pertenece la mayor parte de los migrantes procedentes del Magreb. Su tasa de reconocimiento de asilo es de aproximadamente entre el uno y el dos por ciento. Sin embargo, han entrado en el país… y muy pocos de ellos son o serán deportados.

Esto envía a los habitantes del Magreb la señal de que si uno llega a Alemania, hay muchas probabilidades de poder quedarse, aunque no se tengan opciones de obtener asilo político. A los desconcertados alemanes, en cambio, esto les muestra que su Estado y su gobierno toleran este perverso incentivo.

En caso de que proliferara ahora la declaración de Marruecos, Argelia y Túnez como países de origen seguro, que se vota este viernes en el Senado para su ratificación definitiva, no supondría el fin del derecho individual al asilo, lo que hace de Alemania una excepción en el panorama internacional. Quien pueda demostrar que sufre persecución, seguirá disfrutando de protección. Pero tal declaración enviaría la señal correcta a la gente del Magreb de que en situaciones normales no pueden contar con recibir el asilo; y al pueblo alemán la señal de que el Estado, finalmente, está decidido a recuperar gradualmente el control sobre la inmigración.

El sistema de asilo debe ser creíble. Si, no obstante, los verdes y la izquierda, junto a algunos políticos socialdemócratas, todavía rechazan que se declaren seguros estos tres países, sólo se puede llegar a la conclusión de que pretenden seguir tolerando los abusos contra el sistema de asilo. Ellos consideran intolerable la situación en casi todos los países del planeta.

Naturalmente que la mera declaración apenas resolvería los problemas. Pero ahora, la jefa del grupo parlamentario de Los Verdes, Katrin Göring-Eckardt, dice -en el periódico local Heilbronner Stimme- que el propio concepto de países de origen seguros es inútil, ya que muchos con orden de expulsión "simplemente no son admitidos de vuelta por sus países", algo que contradice su propio argumento. Eso no demuestra que no tenga que haber una ley. Por el contrario, sí deja claro que tiene que haber una para que no vengan tantos solicitantes de asilo sin opciones a que se les apruebe la solicitud.

El tratamiento del tema de la expulsión es tan delicado como el de los países seguros. Dado que la expulsión es una cuestión regional, se ve aquí claramente qué gobiernos regionales realizan consecuentemente las deportaciones y cuáles muestran mayor desgana. Uno se pregunta para qué hay un proceso justo de asilo en Alemania si al final nada depende del resultado de sus comprobaciones. Un sistema de asilo sólo es creíble si los solicitantes no admitidos realmente tienen que abandonar el país.

Quien bloquee los intentos por limitar el asilo a quienes realmente necesitan protección y para evitar abusos, no debe sorprenderse por el ascenso de los populismos de derechas.