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La ignorancia de Trump y Pence sobre los mexicanos en Estados Unidos
Mar, 11/10/2016 - 09:30

Fernando Chávez

Los saldos económicos de la guerra mexicana contra el poder narco
Fernando Chávez

Fernando Chávez es economista y docente de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM). Actualmente es coordinador del sitio de divulgación económica El Observatorio Económico de México. Su línea de investigación abarca remesas y migración, política monetaria, banca central, federalismo fiscal y macroeconomía. Desde 1984 se desempeña en el ámbito editorial como autor y coordinador de publicaciones, boletines, revistas y secciones de periódicos.

La mala leche de Donald Trump contra México y los mexicanos ha hecho de toda su palabra una exhibición de intolerancia perversa y provocadora que prendió inmediatamente los focos rojos por aquí y por allá, en muchas partes del planeta. La esencia de su fobia antimexicana es racista y clasista, impregnada además por una repudiable misoginia soez que ha terminado por generar su condena entre propios y extraños en la misma sociedad norteamericana, hoy deslizándose en una peligrosa perplejidad electoral.

Trump, seamos objetivos y prudentes, lamentablemente no está solo: los votos del odio que arrastra y las voces insolentes que lo apoyan -las que pregonan la ridícula supremacía blanca y lo que de ello se deriva en muchos planos-, son preocupantes en cantidad, aunque sean moralmente inmundas. Así que la convivencia pacífica está amenazadas en América del Norte, sobre todo como quizá nunca se había visto en esta región del mundo que suma como 479 millones de habitantes (entre Canadá, México y Estados Unidos).

¿Cuáles son las tendencias sociodemográficas que se perciben recientemente sobre el papel de los mexicanos en los Estados Unidos que, por supuesto, Trump y su equipo asesor seguramente ignoran? 

Un oportuno y sólido trabajo reciente del Cemla (Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, 26/09/16), autoría del economista mexicano J. Cervantes  (apoyado por la joven C. Sánchez), es la base de mi colaboración de ahora, que rebatirá algunas de las inventivas del malqueriente candidato republicano y de su socio M. Pence contra los trabajadores mexicanos en el "otro lado". Los datos son macizos, más que suficientes para mostrar el papel digno y constructivo de ellos en el mercado laboral norteamericano, que funciona paralelamente al de las tierras abajo del Río Bravo. 

Los emigrantes mexicanos se concentraban en 2015 en Estados Unidos de América (EUA) en abrumadora mayoría. Son el 97% de todos los que salieron de México en los últimos años: once millones y medio aproximadamente. Los migrantes varones alcanzaron poco más de seis millones y medio. Por cada hombre que emigra a este país, una mujer hace lo mismo (cinco millones y medio). Esta proporción casi de uno a uno punto dos refleja un tendencia migratoria nueva y desafiante para ambos lados de la frontera, en un contexto en que el flujo migratorio mexicano indocumentado ha ido disminuyendo desde 2008, cuando comenzó la Gran Recesión en EUA.

Las mujeres han tenido mayor importancia en la población migrante de EUA: el 51,4% en 2015, dato que era de 49,7% en 2007. Es decir, ya son actualmente mayoría. Y el dato específico de las provenientes de México apunta a esta misma tendencia, aunque sin tener todavía preponderancia: 44,1% en 2007 y 47,1% en 2015. Solas o acompañando a sus familiares, las mujeres mexicanas se mueven con fuerza en este mercado laboral.

Destaco que los 5,5 millones de mexicanas inmigrantes registradas hasta 2015 encabezan la lista entre 20 países de origen, seguidas muy de lejos por las chinas, filipinas e indias, que están respectivamente en el segundo, tercer y cuarto lugar. La proximidad geográfica entre los dos países y las añejas inercias migratorias de la población mexicana son determinantes en la situación mayoritaria de estas esforzadas mujeres.

A raíz de las múltiples y mayores barreras del gobierno norteamericano para frenar la inmigración, ciertamente disminuyó en general el flujo migratorio neto de mexicanos en los últimos ocho años. Sin embargo, las mujeres incrementaron su presencia en 7,28% (377 mil en términos absolutos) entre 2007 y 2015. Estos datos revelan dos asuntos muy sencillos y sorprendentes a la vez: hubo flujos anuales masculinos negativos, pero flujos anuales femeninos positivos.

El envejecimiento de la población norteamericana, adverso a su futuro económico, es mitigado o compensado por la fertilidad de las migrantes que terminan por darle un tono racial y cultural más mestizo a los Estados Unidos. Entre 2007 y 2015, hubo un total de 37,5 millones de mujeres, entre 15 a 50 años de edad, que procrearon un hijo, correspondiendo el 20% a las migrantes en general, 15,3% a la población de origen mexicano y 7,5% a la población inmigrante mexicana. Hay que tomar en cuenta que aumentó la mediana de la edad de las migrantes mexicanas entre 2007 y 2015, de 35,1 años a 41,4 años, lo cual tendió naturalmente a reducir el dato de la fertilidad femenina, pasando de 360 mil madres, a 247 mil en el último años de este mismo periodo.

Penúltimo dato a comentar: mientras que la población ocupada masculina de tiempo completo para 2015 se fue recuperando entre los inmigrantes mexicanos, pero sin lograr todavía el estupendo nivel de 2007, la población ocupada femenina inmigrante de tiempo completo se ha ido incrementando de forma sostenida desde 2010 a la fecha, hasta alcanzar altos niveles, sin precedentes, hay que subrayarlo. Si asimismo se revisan sus ingresos medios anuales (dólares por año), se observa que ambos géneros han crecido, pero manteniéndose una brecha a favor de los varones. En efecto, en el 2015, por ejemplo, para éstos fue de US$36.149, mientras que para ellas fue de US$28.571, es decir, 80% de los que recibieron los hombres.

Y los indicadores del ingreso total de la población de origen mexicano (35,8 millones de personas) y de los inmigrantes mexicanos (11,6 millones de personas) hasta el año pasado ilustran fehacientemente su contribución abierta y positiva a la economía norteamericana. Son ellos y ellas en su inmensa mayoría gente de trabajo, de bien (con papeles o sin papeles), buscando un lugar digno en su sociedad con base en responsabilidades claras y al amparo del orden social prevaleciente.

Los números hablan por sí mismos: los ciudadanos de origen mexicano recibieron en 2015 la formidable cantidad de US$563,1 mil millones y los inmigrantes de origen mexicano el 42% de ésta, es decir, nada despreciables US$238,8 mil millones. Pero vale destacar, estimo yo, que el ingreso per cápita de los chicanos es menor que el de dichos inmigrantes: aproximadamente US$15 mil anuales promedio en los primeros contra US$20 mil anuales de los segundos. Esta llamativa diferencia coyuntural tiene explicaciones múltiples, sin duda alguna, pero hay que destacar entre ellas una que es inobjetable: la tenacidad de hormigas de los migrantes mexicanos por abrirse paso en la vida con una jornada laboral diaria inestable y riesgosa, sin soslayar que ganan mejor que en su misma tierra de origen.

Ambos ingresos, ya sumados dan US$801,9 mil millones, que representan, según mi cálculo, como el 70% del PIB de México en 2015 (estimado en un billón, US$144 mil millones), que es una proporción monumental que refleja la importancia estratégica de esos mexicanos, tanto en EUA como en México, sobre todo si tenemos conciencia y memoria de que recibimos cerca del 10% de los ingresos anuales de nuestros migrantes a través de remesas familiares, las que apuntalan fuertemente el mercado interno mexicano.

Finalmente, destaco una observación trascendental de J. Cervantes y C. Sánchez en este estudio publicado por Cemla, que complementa la mía, y que confirma la portentosa cuantía del ingreso de la población de origen mexicano en EUA: los US$563 mil millones de 2015, superaron el PIB de varios países latinoamericanos, asiáticos y europeos.

Los dichos injuriosos, del 4 de octubre, de Mike Pence, el socio político del neofascista Trump, sobre lo que él llamó "That Mexican thing", se quedan como lo que son: zafiedad e infamia. Frente a estos datos incontrovertibles que ahora he comentado, hay una conclusión vigorosa: la inmensa mayoría de mexicanos en el "otro lado" están en las trincheras del trabajo duro y honesto que forja y modela su irreprochable ética pública y su notoria conducta solidaria con los de "este lado". No es hora ni lugar para regatearles eso y otras cosas más. Acá estamos orgullosos de ellos.