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La teoría de la campana
Mar, 15/05/2012 - 12:01

John Edmunds

Lo que Argentina puede aprender de sus vecinos
John Edmunds

Doctor en Administración de Empresas de la Universidad de Harvard, profesor de Finanzas de Babson College en Boston y coautor de Wealth by Association.

Hay un viejo chiste que cuentan los profesionales de la bolsa: cuando el mercado está en alza hay que comprar y comprar, y seguir comprando hasta que suene la campana. Lo mismo ocurre al revés: cuando el mercado está cayendo, hay que esperar que la campana anuncie que las acciones tocaron fondo, y recién ahí volver a comprar. El chiste es que cuesta oír la campana, y cuando ésta suena sólo  pueden escucharla aquellos que tienen muy buen oído.

El germen de verdad que sustenta el chiste es que hay personas especiales que parecen capaces de detectar cuándo se ha producido una transición, un cambio en la tendencia. Todos quisieran desarrollar ese sentido agudo, ser capaces de comprar acciones cuando están en el fondo y venderlas cuando llegan a la cima. Pero no todos tienen las mismas destrezas ni la misma suerte; son muy pocos los que pueden sentir que la corriente ha cambiado de sentido.

Hay momentos, sin embargo, en que no hace falta tener esta sintonía fina para oír la campana. Uno de ellos acaba de ocurrir en Sudamérica. El brasileño BTG Pactual compró al chileno Celfin.  Ambos son bancos de inversiones. Cuando la operación se anunció el año pasado se la describió como una fusión. En febrero, al completarla, se declaró que, en realidad, se trataba de una compra.

Esta transacción señala que cuatro transiciones han tenido lugar en Sudamérica. Una es que los innovadores financieros brasileños ahora pueden comprar a sus contrapartes chilenas. Hace 10 años los brasileños recién estaban comenzando, y los chilenos ya eran campeones de los pesos pesado. En ese tiempo, si un banco de inversiones brasileño hubiese comprado a otro chileno se hubiera dicho que era para adquirir experticia. Hoy la transacción es descrita como una empresa brasileña abriéndose camino hacia cuatro mercados en los que Celfin ya está establecido.

Este hecho marca la segunda transición: que los cuatro principales mercados bursátiles sudamericanos están siendo percibidos como un solo territorio unificado. Y esto es porque hay tantos clientes potenciales en Colombia y Perú para un banco de inversiones. Muchas grandes organizaciones pueden emitir bonos garantizados adecuadamente, mientras que el mercado de IPO, cuando gane tracción, será una fiesta de comisiones. Adicionalmente, el monto de las nuevas emisiones producirá un apreciable flujo de ingresos por comisiones y ganancias a los que se posicionen para comercializar estos nuevos valores.

Otro hecho de la causa es que Colombia y Perú están subfinanciarizados: el valor de las acciones y bonos listados en cada bolsa es bajo en relación al PIB, especialmente comparando con Brasil y Chile. El tamaño de los mercados peruano y colombiano, en términos de capitalización bursátil, ha crecido fuertemente, pero podría crecer mucho más sin saturar las garantías hoy disponibles en enormes cantidades.

La tercera transición es que los mercados bursátiles de Colombia y Perú son más atractivos y de acceso más fácil debido al paraguas de credibilidad que les da su vinculación con la bolsa chilena. Este aumento repentino de legitimidad hace de Colombia y Perú mercados nuevos de la región donde se puede competir. BTG Pactual no es el único peso pesado sudamericano intentando plantar su bandera en esta creciente oportunidad de negocios. Itaú también colocó una cabeza de playa. Pero BTG Pactual es el ganador en la primera ronda de esta competencia porque Celfin le proporcionará una sólida red.

La cuarta transición es que la carrera competitiva por dominar el sector de servicios financieros ahora es continental. El club de países sudamericanos apostando por un desarrollo impulsado por las finanzas ya tiene masa crítica.

Esta visión simplista según la cual unos intrusos brasileños se apoderarán del mercado debe ser ajustada, pues las firmas locales ya estaban atravesando fronteras para comprar servicios financieros en el país vecino.

Otro hecho que se debe reconocer. El liderazgo chileno como innovador financiero en América Latina está siendo disputado fuertemente. Brasil no copió las innovaciones chilenas; hizo sus propias innovaciones. Es la forma más fina de halago: la imitación creativa.

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