Pasar al contenido principal

ES / EN

Río+20: ¿y si mejor dejamos de crecer?
Mié, 04/07/2012 - 09:50

Susana Martínez Restrepo

Río+20: ¿y si mejor dejamos de crecer?
Susana Martínez Restrepo

Susana Martínez Restrepo es investigadora asociada en áreas de Pobreza, Objetivos de Desarrollo del Milenio y Desarrollo Humano de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, con sede en la ciudad de Nueva York. Anteriormente se encuentra terminando su tesis de doctorado titulada “La Economía de la Asignación del Tiempo en Adolescentes: Evidencia del Impacto del Proyecto Agente Joven en Brasil”, en el programa de Economía de la Educación, en la Universidad de Columbia en Nueva York. Durante sus estudios de doctorado trabajó en varios proyectos de investigación en NCREST, (National Center for Restructuring Education, Schools and Teaching), Harlem Children Zone, The Earth Institute. También trabajó como investigadora asociada para el Centro de Gobernabilidad y Liderazgo (Centre for Governane and Leadership), de la oficina del Primer Ministro de Singapur. Es PhD de la Columbia University y tiene una Maestría en Política Comparada de Sciences-Po Paris (Institut d’Etudes Politiques de Paris) y un pregrado en Ciencia Política y Estudios Latino Americanos de Sciences-Po Paris. Sus intereses de investigación incluyen: políticas educativas y de empleo para jóvenes y mujeres en situación vulnerable y comportamientos de riesgo en adolescentes.

Algunas de las noticias sobre la cumbre de Río + 20 sugieren que la conferencia “terminó con un texto débil que no apela a los gobiernos, sino a cambios promovidos por empresas privadas y personas individuales”. En materia de estrategias para la reducción de la pobreza, tampoco hay novedades además de insertar en todos los documentos o paneles la palabra “sostenible o verde”.  Leyendo entre líneas me parece sin embargo que se pueden resaltar y debatir varios temas entre los cuales están los  de seguridad alimentaria, educación con relevancia local, y creación de empleo decente.

Río+20 resaltó la necesidad de tener seguridad alimentaria y una agricultura sostenible.  En mi opinión debemos, volver a, incentivar la economía de subsistencia y producción mixta en zonas rurales (en la que las familias producen parte de lo que van a comer y venden el resto), apoyar a la gente que quiera regresar al campo e implementar o apoyar sistemas de trueque.  Y digo “volver a” porque antes de la famosa revolución verde en los años 60, los campesinos latinoamericanos comían mejor que ahora. Tal vez, ésta es una medida revolucionaria porque volver a la economía de subsistencia en zonas rurales implicaría pensar y asumir el “decrecimiento económico” y bajar la productividad agrícola.

Como en esta era global nos encantan los rankings y comparaciones regionales y mundiales, necesitamos un incentivo para poner de moda el “decrecimiento”.  Esta oportunidad se abre, gracias a la propuesta de Helen Clark, administradora del PNUD, en Río+20, quien sugirió descartar el Producto Interno Bruto (PIB) como medida de progreso humano y de clasificación, y resaltó la necesidad de integrar dimensiones faltantes y sostenibles del bienestar, de la felicidad, del desarrollo y de la pobreza.  El PIB no sólo deja por fuera muchas dimensiones de pobreza,  sino que  simplemente no es posible, ni sostenible seguir con un crecimiento  económico indefinido. Algunas de las dimensiones que instituciones como la OPHI propone medir incluyen: la calidad del empleo, el empoderamiento, la seguridad física, la dignidad y el bienestar psicológico.

El tema del decrecimiento económico nos lleva también a repensar nuestro sistema de educación y del mercado laboral tal como lo conocemos hoy. Por estar compitiendo con exámenes internacionales estandarizados como PISA, nos ha dado por querer educar a niños y jóvenes para responder exámenes y subir en la clasificación internacional y local (a ver si nos acercamos a Singapur y a Hong Kong) en vez de desarrollar capacidades cognitivas analíticas con temas y capacidades de relevancia local.

Una iniciativa interesante de Río+20 incluye la creación de nuevas tecnológicas y sistemas de producción sostenible para reducir emisiones de gas y el cambio climático, agricultura sostenible, empleo decente. Pero imaginemos que se trata de formar a nuestros jóvenes y adultos con programas de capacitación formal y no formal con relevancia local y fortalecer la educación técnica y tecnológica. Esto podría convertirse en el equivalente al boom del internet en los años 90 durante la era Clinton, que creó aproximadamente 20 millones de trabajos en  Estados Unidos, ya que muchos trabajos pueden ser creados por gobiernos y empresas privadas, en el área de conservación y protección del medio ambiente. Un ejemplo aplicado a la propuesta de la economía productiva y de subsistencia, sería por ejemplo la formación de técnicos agrícolas y zootecnistas para desarrollar conocimiento sobre cómo manejar, y plantar el alimento para sus animales. En zonas urbanas un modelo interesante es el del SENA en Colombia que forma individuos en áreas técnicas según la demanda local de trabajo.

A pesar de la generalidad de algunas de las propuestas, me parece que Río+20 abre las puertas para la construcción de una nueva generación de políticas sociales que nosotros: investigadores, sociedad civil, empresas privadas, gobierno y organizaciones internacionales debemos redescubrir desde la base, debatir, planificar e implementar. Por  esto me parece importante que dejemos de copiar sistemas fallidos y empecemos a desarrollar los nuestros aplicados a la realidad local. Un ejemplo de copias de malos modelos es el caso de la privatización de la educación y de los préstamos estudiantiles que ya ni siquiera son viables en los países que los promueven. En Estados Unidos ya se especula que la incapacidad de pagar créditos educativos debido a la falta de empleo para jóvenes podría causar una nueva crisis económica.

Por último, estas dimensiones de seguridad alimentaria, empleo y educación, deben ser pensadas a nivel local y a nivel regional.  Una de las críticas más fuertes a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, hecha por William Easterly, fue que África, América Latina y Asia tenían condiciones sociales muy diferentes como punto de partida.

”Creemos que existe una vía latinoamericana” y por lo tanto, debemos pensar en estrategias que se apliquen a las necesidades concretas de la región. Las dimensiones  faltantes  para la medición de la pobreza, que se empiezan a poner en la agenda, deben incluir temas de seguridad alimentaria, educación relevante y el trabajo decente para que lo subjetivo no se limite a lo psicológico, sino que en algo concreto y pueda ser adoptado y adaptado por nuestros pueblos. Muchos de estos cambios deben ser pensados en el marco del decrecimiento económico, así como en sus implicaciones internas y externas.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.

Watch Interview: Thomas Hatch on PBS. See more from Need To Know.

 

(Este en un video que analiza los resultados mediocres de los Estados Unidos en los exámenes PISA. Tiene puntos muy interesantes sobre el carácter de la educación que forma para exámenes en el caso de los países Asiáticos mejor ranqueados).