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Rumbo a 2018: una ayuda de memoria para México
Jue, 24/03/2016 - 08:55

María Amparo Casar

 ¿Policías comunitarias para México?
María Amparo Casar

María Amparo Casar es licenciada de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y posee una Maestría y Doctorado: Cambridge University, King’s College. Es especialista en temas de política mexicana y política comparada. Ha centrado su investigación en el estudio del Congreso, el sistema presidencial, las relaciones ejecutivo-legislativo, partidos y elecciones y corrupción, transparencia y rendición de cuentas. Entre sus libros y artículos más reconocidos están El Estado Empresario en México (Siglo XXI); Gobernar sin Mayorías (Taurus); Para Entender la Reforma del Estado (Nostra Ediciones); El Sistema Político Mexicano (Oxford University Press). Próximamente aparecerá Reformar sin Mayorías (Taurus); ¿Cómo y Cuánto Gasta el Congreso en México?; Quince Años de Gobiernos sin Mayoría. Es investigadora del CIDE. Twitter: @amparocasar

A poco más de dos años de distancia de la elección de 2006, o sea, en marzo de 2004, el preferido entre los simpatizantes del PAN era S. Creel, quien tenía 46% de las preferencias contra 37% de M. Sahagún y 3% de F. Calderón. En el PRD, AMLO no tenía competidor, con 86% de las preferencias de su partido, seguido en un lejano segundo lugar por C. Cárdenas con 6,2%. El PRI contaba, como ahora, con una amplia baraja de aspirantes, pero encabezaba la lista Roberto Madrazo con 56% de las preferencias seguido de A. Montiel, con apenas 11%. En los careos entre los posibles candidatos a la Presidencia, AMLO tenía 37%; Madrazo; 28,5%, y Creel, 22,5% (Consulta Mitofsky). Como todos sabemos, a la postre resultó ganador quien ni siquiera pintaba en los careos: Felipe Calderón.

En 2010, a dos años de la contienda, las encuestas resultaron un poco más cercanas a lo que ocurriría en 2012. De nuevo AMLO era el preferido en su partido con 59%, seguido por M. Ebrard con 27% y 6,5% para C. Navarrete. Como en 2004, en el PAN la candidatura más clara era la de Creel, con 49% de las preferencias al interior de su partido, seguido de Josefina Vázquez Mota con 23,4% -menos de la mitad- y 10,8% para Emilio González. Para entonces, Ernesto Cordero ni siquiera figuraba en las encuestas, aunque tiempo después fue quien le disputó a Vázquez Mota la candidatura. En el caso del PRI, la baraja ya no era amplia como en 2004. Peña Nieto arrasaba en todas las encuestas con niveles de preferencia entre los priistas con 65%, seguido de Fidel Herrera con 11,6% y Beatriz Paredes con nueve por ciento. En ese entonces, en los careos entre los preferidos de cada partido Peña Nieto tenía 53%; Creel, 13%, y AMLO, 14% (Consulta Mitofsky).

Estas encuestas ayudan a concluir que no hay nada para nadie, salvo, con casi toda seguridad, para López Obrador, aunque ahora con su nuevo partido, Morena.

Hoy se señala como preferido para el PRI a Osorio Chong, pero con niveles de preferencia mucho menores a los que tuvieron en su momento Madrazo o Peña Nieto, pues, en promedio, de las encuestas disponibles recaba 25% entre los priistas, seguido por Eruviel Ávila con 16%. Entre los panistas, Margarita Zavala es la puntera con alrededor de 45%, seguida por Ricardo Anaya, con un promedio de 13%, y Moreno Valle, con 8%. Mancera y AMLO son los indiscutibles punteros en sus respectivos partidos -PRD y Morena-con 78% y 100% de las respectivas preferencias.

Pero, a diferencia de 2010, los votantes se inclinan más o menos por igual entre los punteros Osorio, Zavala y AMLO. Estos tres precandidatos están prácticamente en empate técnico con alrededor de 20% cada uno.

Además, en esta elección hay al menos dos nuevas variables a tomar en cuenta que no figuraban en 2004 y 2010. La primera es que, como quedó demostrado en 2015, el voto se fraccionó como nunca antes y, en consecuencia, las alianzas serán determinantes. Con respecto a ellas, se abren diversas incógnitas: a) se presume que la izquierda se presentará dividida en 2018, pero no puede descartarse una alianza de último momento; b) no se sabe si el Panal correrá con un candidato propio, como lo hizo en las dos elecciones presidenciales pasadas con R. y G. Quadri; existe la posibilidad de que, como en algunas elecciones locales, Movimiento Ciudadano u otro partido pudieran adoptar a algún candidato “independiente”; pudiese ocurrir también que, una vez avanzada la contienda y según pinten las encuestas, algún candidato decline y promueva el voto en favor de otro.

La segunda es que en la próxima elección podrán contender uno o varios candidatos “independientes”. Según la encuesta de A. Moreno (El Financiero), existe 36% de ciudadanos dispuestos a votar por un “independiente”. Si el dato resultara cierto, podría haber un presidente “independiente”, pero esto sucedería únicamente si, como afirma J. Castañeda, se lograra una candidatura única. Por lo pronto, lo único que sabemos es que, según los careos, el candidato sin partido con mayor preferencia -El Bronco- tiene poco menos de 5% de los votos cuando se le mide con los candidatos de los partidos.

Si las cifras anteriores se materializaran, los partidos estarían en problemas y el sistema podría entrar en una suerte de tensión, porque México podría tener un presidente electo con menos de 30% de los votos. Recordemos que Fox obtuvo 42,5%; Calderón, 35,9%, y Peña Nieto, 38,2%. Esto con el agravante de un Congreso seguramente muy fraccionado.

Por lo pronto, faltan dos años y, salvo la casi certeza de que AMLO será el candidato de Morena, no hay nada para nadie.

  *Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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