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México da vuelta la página ante los viejos abusos
Lun, 27/01/2014 - 13:50

John Edmunds

Lo que Argentina puede aprender de sus vecinos
John Edmunds

Doctor en Administración de Empresas de la Universidad de Harvard, profesor de Finanzas de Babson College en Boston y coautor de Wealth by Association.

Cuando intentamos evaluar los logros de un país y calibrar sus progresos, conviene partir por su dotación de recursos y sus ventajas naturales. Luego, antes de considerar su infraestructura y sus instituciones, el siguiente paso es considerar las actividades económicas que el país debiera enfatizar. Luego de formarse una opinión acerca de cómo este país puede encajar en la economía mundial, el tercer paso es tomar en consideración los recursos humanos, la historia y las complejidades políticas. Este proceso mental genera buenos resultados para países con una ventaja natural dominante, y para países que tienen una abundancia de trabajadores capacitados y una marcada carencia de recursos naturales. Singapur está superlativamente bien ubicado, y ha usado esta ventaja para enriquecerse. Taiwán tiene mano de obra calificada, y casi nada más, y la ha usado también para enriquecerse. México tiene sus ventajas, pero ninguna dominante como para dictar el camino que el país debiera seguir hacia la prosperidad. Y es necesario tomar en cuenta su historia, puesto que México ha sido maltratado, sus recursos monopolizados y los beneficios canalizados a los bolsillos de extranjeros y oligarcas.

Ahora México está encarando temas que han sido tabú durante generaciones. El sindicato de profesores fue durante décadas demasiado poderoso para desafiarlo. Pemex era el custodio del patrimonio nacional, la encarnación del espíritu de la nacionalización del petróleo explotado por inversionistas extranjeros hasta 1938. Ahora todos estos emblemas vacíos de la identidad nacional están siendo reexaminados y reformados. Y con el PRI de regreso en el poder… Según los mexicanos dicen, el PRI ya no es el PRI. ¿O tal vez sí lo es?

En cuanto al sector financiero, desde 1994 lucha por su credibilidad, su relevancia y su mirada de futuro. En el último año ha dado muestras de progreso, pero sin llegar a reinventarse totalmente. El sector de servicios financieros es pequeño y oligopólico. Los cinco mayores bancos comerciales representan aproximadamente las tres cuartas partes de los activos bancarios y un porcentaje parecido de los préstamos. Son bancos gestionados con prudencia y su retorno sobre el capital sobrepasa el 14%. Sus porfolios crecen, pero los préstamos totales aún están por debajo del 23% del PIB, en comparación con el 50% de Brasil y el 80% de Chile. El mercado bursátil mexicano, durante décadas el patio de juegos de un puñado de mega-ricos, también está creciendo gracias a una docena de ofertas públicas iniciales. A estas emisiones les ha ido bien y no ha habido abusos flagrantes contra los derechos de los accionistas minoritarios, pero falta la prueba de fuego que aclare desde la legalidad si los viejos abusos serán tolerados o no.

Otra prueba es si los nuevos emprendimientos obtendrán el financiamiento que requieren. Esto es siempre algo difícil de lograr para el sistema financiero de cualquier país, de modo que es injusto esperar grandes mejoras. Pero incluso en esta categoría hay señales esperanzadoras. El financiamiento vía Venture Capital está aumentando y el llamado crowdfunding ya es legal.

Una lucha bastante visible será la prueba más reveladora. Actualmente México tiene altas tarifas telefónicas y de televisión por cable. No se trata de vacas sagradas, pero son una señal conspicua de poder económico que no ha sido impugnada hasta ahora. La Comisión Federal de Competencia Económica analizó las participaciones de mercado desde una nueva óptica, y dos magnates, cada uno poderoso y acostumbrado a ganar, atacaron el statu quo. La batalla se centraba en las tarifas de telefonía y televisión por cable, pero arrastró a los magnates de la televisión y de las telecomunicaciones, la mayor telefónica española, al presidente de la República, la legislatura, los tribunales de justicia y a un par de grandes bancos. 

Se le preguntó a un estudiante mexicano en Boston quién ganaría, y este sonrió enigmáticamente, como suelen hacerlo los mexicanos con estas cosas.

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