Expertos señalan que con la convergencia de la elevada deforestación y la aparición de El Niño, el país necesita acelerar las acciones y regular su política nacional de manejo del fuego en zonas rurales.
Las alertas por deforestación en la Amazonía brasileña y otros biomas del país, que se incrementan durante la estación seca, cuando la vegetación caída suele quemarse, pueden empeorar este año con la llegada de "El Niño", cuyo inicio fue declarado por los científicos el pasado viernes, según expertos.
La convergencia de la elevada deforestación y la aparición de El Niño, consideran, representan un escenario de "tormenta perfecta" para la destrucción del bioma, por ello coinciden en que Brasil necesita acelerar las acciones y regular su política nacional de manejo del fuego en zonas rurales.
El Ministerio de Ambiente, por su parte, indicó que "después de cuatro años de desmantelamiento de las políticas ambientales en el país, la nueva gestión del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) está preparada para combatir y prevenir los incendios forestales".
Otra medida necesaria, según los científicos, es concentrar los esfuerzos en la degradación forestal, un problema que suele seguir a las acciones de deforestación y deforestación y puede conducir a escenarios como el punto de no retorno, cuando el bosque ya no puede regenerarse.
Para Claudinei Guimaraes, profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), Brasil se enfrenta a una temporada seca más peligrosa que las anteriores, que ya causaron la pérdida de miles de hectáreas con los incendios.
"Esto se debe a que el tipo de fuego que más daño causa a la selva amazónica empieza ahora. Es el fuego utilizado por los criminales como limpieza de la deforestación. Después de que llega la excavadora y tala el bosque, se deja el bosque secándose durante semanas o meses hasta que le prendes fuego", explicó Guimaraes.
Por otra parte, preocupa la llegada de El Niño, un fenómeno que se caracteriza por un calentamiento superior a la media en el Océano Pacífico, la modificación de la circulación de los vientos alisios, el aumento de temperatura, y una acentuación del tiempo cálido y seco en la región norte, lo que agrava los riesgos de propagación de incendios en la Amazonia.
De acuerdo a Celso Silva, profesor del programa de posgrado en biodiversidad y conservación de la Universidad Federal de Maranhão (UFMA), el 69% de la superficie amazónica está sometida a la sequía. Para él, 2015 y 2016, años de El Niño, fueron hitos de los cambios de intensidad del fenómeno a lo largo del tiempo e indican los riesgos que corre de nuevo el país ahora.
Para Alene Torres, profesora del Departamento de Medio Ambiente de la Universidad Regional de Río de Janeiro (UERJ), Brasil necesita reducir la deforestación y el uso del fuego, especialmente en la agricultura y la ganadería como el mayor vector de deforestación.
"Reducir la deforestación es el primer paso. El segundo paso es reducir la quema de pastos, y esto es una cuestión de gestión y política pública. El principal problema de la ganadería es el sobrepastoreo. El proceso sobrecarga el suelo cuando hay una concentración de ganado en una región determinada, sin rotación", comentó.
Con el suelo expuesto, brotan las llamadas plantas pioneras, arbustos y especies con espinas, que forman una especie de "pasto sucio" que los productores queman para limpiar el área y dar lugar a la hierba, un hábito que debe contrarrestarse de la parte gubernamental con mayor información sobre el uso del fuego y la aprobación de una política nacional de regulación, que hoy espera análisis en el pleno del Senado.