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Brasil se lleva la medalla de oro en el mercado transaccional de A. Latina
Lun, 22/08/2016 - 08:25

Marcela Chacón Sierra

Colombia en tiempos de incertidumbre: el que no arriesga, no gana
Marcela Chacón Sierra

Marcela Chacón Sierra es analista para América Latina del área de Research and Business Intelligence de Transactional Track Record. Es comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana (Colombia) y tiene estudios de Máster en Periodismo Económico de la Universidad Rey Juan Carlos (España).

Con la coyuntura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Brasil se ha convertido en el centro de atracción internacional. Y sin duda, los inversionistas no están excluidos a la hora de poner bajo la lupa las numerosas oportunidades que actualmente ofrece uno de los países emergentes más fuertes del mundo.

Pese a la época convulsa para Brasil, que abarca desde críticas locales e internacionales sobre cómo el gobierno gestiona las Olimpiadas en medio de una recesión, hasta una parálisis política que ha frenado la capacidad de la administración para optimizar su crecimiento económico, en 2016 el país ha contado con uno de los mercados de fusiones y adquisiciones de mayor atractivo en el ámbito latinoamericano. Un argumento que merece una medalla de oro por su confianza inversora.

Según el más reciente informe de julio, elaborado por Transactional Track Record en colaboración con Merrill Corporation, el mercado transaccional de América Latina ha experimentado en el mes un aumento del 491% en el importe de las operaciones registradas respecto a julio de 2015, lo cual produjo un revelador cambio de tendencia en el año, impulsado principalmente por las operaciones realizadas en Brasil.

En ese sentido, el gigante de Sudamérica ha liderado el ranking de Latinoamérica por número de operaciones M&A a lo largo de 2016, con 534 operaciones y con un capital movilizado de US$44,928m, lo cual representa un aumento del 48% en términos interanuales.

Y es así como en términos absolutos, las mayores cifras las ha marcado Brasil por encima de México, Argentina, Chile, Colombia y Perú, con tres operaciones por encima de los US$4.000 millones, dos de ellas, gracias a inversiones procedentes de China.

En concreto, son la venta anunciada de CPFL Energía a China State Grid (US$5.282 millones), y las operaciones concluidas de de HSBC Serviços a Banco Bradesco (US$4.971 millones) y la de Usina Ilha Solteira a China Three Gorges (US$4.287 millones), las transacciones brasileñas más relevantes que han marcado la pauta en la región.

Las asignaturas pendientes. Sin duda, estos datos pueden llegar a sorprender debido a la crisis económica que atraviesa el país, así como la controversia política que amenaza la estabilidad de Brasil. Es importante recordar que en 2015 la nación entró en una recesión que debilitó su economía y, según datos del Banco Central brasileño, podría permanecer hasta 2017. Adicionalmente, el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 4,49% en el último año y se espera una caída de 3,5% en 2016. 

Dichas estas dificultades, se estimaría que Brasil tendría pocas probabilidades de salir de esta frágil situación. Los desequilibrios económicos, que incluyen débiles cuentas fiscales, altos niveles de deuda y el desempleo, serían los retos que deberían ser abordados en el corto plazo. De igual forma, las más recientes reformas que se han implementado en la economía brasileña han tenido un punto de quiebre significativo y algunas de ellas no han sido bien recibidas por la ciudadanía, lo cual se convertiría en un obstáculo más para resurgir a la gran nación emergente.

Además, las novedades políticas se convertirán en la principal variable para la evaluación del futuro de Brasil. La más relevante de todas, será el voto final en el que se decidirá el estatus de la destitución de Dilma Rousseff, el cual se realizará en las próximas semanas. 

Las oportunidades, a la orden del día. Pese a este panorama poco ventajoso para algunos, este año está siendo mejor de lo que muchos inversionistas estaban esperando. Parte de las operaciones de fusiones y adquisiciones ya han sido anunciadas, lo cual indica que hay un gran interés por invertir en Brasil y, teniendo en cuenta los resultados de crecimiento en el número de operaciones, la tendencia podría continuar en 2017.

Además, a raíz de la gran devaluación del real en los últimos meses, se han realizado adquisiciones de parte de empresas extranjeras justamente porque las transacciones eran relativamente bajas. Este aspecto, por fortuna, es otro argumento para poner en duda la aversión del apetito inversor en Brasil.  

De igual manera, aún hay interés de los inversionistas extranjeros en poner capital en la región, ya que la remuneración que pueden obtener en la región todavía es atractiva. Más aún cuando existen economías en Asia y Europa con tasas negativas y donde justamente no hay muchas oportunidades de inversión. Eso termina enfocando la mirada en América Latina, independiente del grado de incertidumbre que exista. 

Ante esta perspectiva, hay varias razones para ser optimistas: las expectativas de crecimiento económico para 2017 siguen siendo altas, debido a los ajustes que está realizando el presidente interino de Brasil, Michel Temer, respecto a las reformas estructurales en materia fiscal y en comercio exterior. Independientemente del desenlace de la coyuntura política, parte de los inversionistas han marcado la tendencia de buscar oportunidades a largo plazo entre la negatividad y los cambios positivos que se están dando en el entorno. 

Otros aspectos a resaltar son los cambios del nuevo equipo económico del gobierno, ya que se ven las primeras manifestaciones de cambio en algunas de las empresas de propiedad estatal como Petrobras, que han cambiado radicalmente a sus directivas y ahora tienen como prioridad de crecimiento la venta de activos y el restablecimiento de su balance financiero. 

En resumen, Brasil ya ha ganado sin lugar a dudas una medalla de oro este año. Sin embargo, conquistar otro reconocimiento en el mediano plazo requerirá de un esfuerzo titánico. Esta será la oportunidad de poner su casa en orden, especialmente con sus finanzas públicas, y así crecer de nuevo en materia socioeconómica. 

De igual manera, el país tendrá mucho de qué enorgullecerse cuando las reformas estructurales den un vuelco al panorama social y financiero de los brasileños, se restablezca la credibilidad ciudadana y se genere un impulso mayor a la confianza de la inversión. Esta será la verdadera oportunidad de ganar, con optimismo, otra medalla por sacar a flote a la poderosa Brasil, a la criticada pero indiscutible potencia de Sudamérica.