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Brexit plus
Mié, 11/05/2016 - 08:25

Víctor Pou

Unión Europea, Brasil y la integración regional con A. Latina
Víctor Pou

Víctor Pou es director de una consultora internacional política y de asuntos europeos con sedes en Bruselas y Washington D.C. y profesor de economía en IESE Business School. Fue director de la Unidad de Empresa e Industria y consejero de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea en Bruselas (1987-2005). Entre otros cargos, fue director internacional de Torras Hostench, presidente de Torras Brazil y presidente de la Cámara de Comercio Brasil-España. Sus numerosas publicaciones sobre integración europea y relaciones internacionales son una muestra de su amplia labor en la UE. Es profesor de IESE.

El próximo 23 de junio los británicos irán a las urnas para votar en un referendo sobre si consideran que su país debe permanecer en la Unión Europea (UE) o salir de ella. El Brexit, es decir la posibilidad de que el Reino Unido abandone la UE, es una de las grandes preocupaciones del momento en Europa, junto con la crisis de los refugiados, la Gran Recesión, la crisis del euro, el terrorismo islámico o las amenazas geoestratégicas que suponen los vecinos del este y del sur. 

El suspense sobre el Brexit está subiendo actualmente de tono. El primer ministro británico David Cameron lo planteó en 2013 para hacer frente al euroesceptismo rampante en su país, incluso en su propio partido conservador, y lo propuso para ganarlo tras previamente haber ofrecido a los británicos los frutos positivos de una renegociación sobre la continuidad británica en la UE. La renegociación ha tenido lugar después de la reelección de David Cameron en 2015 que ha procurado venderla a sus compatriotas como un éxito

Cuatro son esencialmente las concesiones arrancadas a la UE: 

1.- El Reino Unido no quiere saber nada de "una unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa" (tal como recoge el Tratado de Roma de 1957) y se sitúa definitivamente en los círculos exteriores del proceso integrador europeo, cuyo núcleo central forman Alemania y Francia. 

2.- Londres podrá discriminar a los trabajadores en función de su pasaporte para tratar de controlar y limitar la inmigración. 

3.- Los intereses financieros de la City quedan salvaguardados, ya que se consagra el respeto mutuo entre países euro y países no euro.

4.- Se fortalece y se hace más competitivo el mercado interior europeo, pieza clave del interés británico por la UE, a través de rebajar burocracia y duplicidades administrativas. A pesar de que con todas las anteriores concesiones Cameron ha conseguido un "estatus especial" para el Reino Unido en el club comunitario, con más excepciones que ningún otro país miembro, no ha logrado calmar los ánimos de los euroescépticos en su país. La fecha del referéndum se acerca, las encuestas están que arden y el primer ministro británico no las tiene todas consigo. 

Mientras, los avisos sobre las desastrosas consecuencias tanto políticas como económicas del Brexit se van sucediendo por parte de las máximas instancias del mundo. El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó recientemente Londres para declarar abiertamente que el Brexit sería la peor noticia posible para la comunidad atlántica, para las relaciones entre el Reino Unido y Estados Unidos y para el mundo entero. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha hecho públicos los costes previsibles de abandonar la UE para la economía británica y son muy altos. El Brexit costaría unos 3.000 euros anuales a cada familia británica y significaría una reducción de 3% del PIB del país. A largo plazo, la contracción económica llegaría al 5% del PIB y el impacto sobre las familias superaría los 4.000 euros anuales. El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurría, ha declarado que "con la salida de Europa los británicos deberían pagar un impuesto durante generaciones, sin recibir a cambio ninguna ventaja". Según Gurría, la simple convocatoria del referendo, por parte de David Cameron, ya ha tenido efectos negativos para la economía británica "con un rendimiento del PIB peor del que se esperaba". 

Por si todas las opiniones anteriores no fueran suficientemente graves para inquietar a Cameron, sus propios asesores internos de presidencia  acaban de presentarle  informes sobre probables rupturas que replicarían  la salida de su país de la UE. Se trata de una secuencia pavorosa de posibles acontecimientos, un verdadero efecto dominó. La ruptura de Londres con la UE podría venir seguida por la ruptura del propio Reino Unido, ya que Escocia aprovecharía seguramente la ocasión para convocar un segundo referéndum de independencia y ganarlo. Además, los efectos del Brexit también se podrían hacer sentir dentro de la propia UE. El líder populista holandés Geert-Wilders espera esta oportunidad para declarar la "defunción" de la UE. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se alinea con este planteamiento. Mientras, Marine Le Pen ha declarado que el Brexit sería la señal para preparar la salida inmediata de Francia de la UE o Frexit. De hecho, un banco ruso propiedad del Kremlin apoya financieramente a la líder populista francesa y acaba de conceder un préstamo de diez millones de dólares a su Frente Nacional. Para Vladimir Putin, el colapso de la UE sería un sueño reparador de la pesadilla de haber contemplado el hundimiento de la URSS en 1991, que califica habitualmente como "el peor acontecimiento ocurrido en el siglo XX". El fin de la UE abriría finalmente las puertas a su iniciativa de una Unión Euroasiática capitaneada por Moscú. 

Esta posible proliferación de exits, denominada Brexit Plus por algunos asesores de David Cameron, indica que la UE está viviendo el momento más peligroso desde su creación hace 70 años. El acompañamiento de que gozan los posibles exits  por parte de movimientos nacionalistas y xenófobos recuerda lo vivido en las décadas más oscuras y trágicas de la historia del mundo hace justo un siglo. 

Cameron parece ahora más consciente que nunca de los gravísimos riesgos que el próximo referéndum sobre el Brexit hace correr a su país y al mundo entero. ¿Lo serán también los británicos a la hora de votar el mes que viene?

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