Pasar al contenido principal

ES / EN

Buscando un argentino en el WEF
Mié, 18/04/2012 - 21:56

Carlos Tromben

Disparen contra el banquero
Carlos Tromben

Carlos Tromben es editor ejecutivo de la edición internacional de AméricaEconomía.

¿Por qué le ha dolido tanto a Madrid la decisión de Cristina?

En su segundo día, el Foro Económico Mundial para América Latina ofrece un panorama más tranquilo. El día anterior se presentaron cuatro jefes de Estado: el anfitrión Felipe Calderón, que aprovechó de hacer un balance de su gestión a meses de entregar el cargo; el español Mariano Rajoy, que lanzó artillería de grueso calibre contra Argentina, sin nombrar a su presidenta; el guatemalteco Otto Pérez Molina, que reiteró su postura de analizar alternativas a la prohibición y represión del tráfico de drogas, y Desiré Bouterse, presidente de la república de Surinam, quien cosechó algunos aplausos de cortesía.

Ya no se habla tanto del casus belli entre España y Argentina. Se ve menos gente en los pasillos que el día anterior, por lo que encontrar a un participante argentino dispuesto a comentar la polémica decisión de su presidenta se torna una tarea difícil. De funcionarios K (como se les llama en Argentina) ni hablar, y los líderes empresariales tampoco son muchos. 

Ya no se ve, por ejemplo, a Wenceslao Casares, el pionero de internet, a quien vi con un aspecto más bien taciturno en el malecón de Puerto Vallarte durante la espectacular inauguración del evento. Y de Esteban Bullrich, el ministro de Educación de la ciudad autónoma de Buenos Aires, no cabe esperar otra cosa que la elegante y comedida crítica a la nacionalización de YPF que deslizó su jefe, el alcalde Mauricio Macri. “No entraremos en el falso debate del nacionalismo”, dijo en un panel que compartía con el líder estudiantil chileno Giorgio Jackson. “No mejorará la situación energética en Argentina”.

Al final cabe preguntarse si la reacción del gobierno español obedece a la magnitud del activo en cuestión, al complejo lugar que ocupa Argentina en el imaginario español, a la tibia reacción de Hillary Clinton y otros gobernantes latinoamericanos (a excepción del saliente Calderón) ante esta medida, o al mal momento económico que vive España. Al final de cuentas, no es la primera empresa española estatizada en América Latina durante los últimos años. Chávez echó mano del Banco Santander en Venezuela. Evo Morales asumió el control de YPFB Andina de la propia Repsol (aunque sin sacarla del todo de la empresa). Pero tú, Cristina…

Por más que recorra los pasillos, no escucho rastro alguno del acento rioplantense. Hasta que, de pronto, ¡bingo! Un miembro de la comunidad judía quien, sin embargo, se declara un argentino a medias. Hace casi 25 años que no vivo en Argentina, sino en Perú. Aunque cautelosa, sí tiene opinión: hay varios factores que explican la medida, pero la principal es que el viceministro de Economía, que no es un viceministro propiamente tal sino un secretario de política económica, sostiene la visión heterodoxa y ética de que la rentabilidad de los negocios no debe exceder el 6%. “Y, bueno, sostener eso aquí…”, dice mirando sin terminar la frase hacia los lados, como si alguien nos oyera.

No es muy distinto de lo que ha dicho públicamente Jorge Giordani, el ministro de Economía de Hugo Chávez. Regular la rentabilidad o ponerle un techo “ético” es la fórmula perfecta para espantar la inversión privada y condenar a los países al ostracismo internacional. Al menos eso reza el manual y ratifica la experiencia. A menos que Cristina Fernández haya pensado en una nacionalización “a la medida”, no con un sesgo ideológico anti empresarial ni anti extranjero, sino con un sesgo antiespañol. Motivo doble para que la estocada haya calado en Madrid hasta la médula.

Países
Autores