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El mercado inversor en Brasil sigue creciendo, todavía
Vie, 23/09/2016 - 09:38

Wagner Marques Rodrigues

Lo que le espera al mercado inversor en la nueva era de Perú
Wagner Marques Rodrigues

Wagner Marques Rodrigues es analista económico brasileño. Actualmente es director del área de Research and Business Intelligence de Transactional Track Record. Ha trabajado para IBM Brasil, actuando posteriormente en empresas del grupo Telmex. Es Ingeniero de Telecomunicaciones por la UFF - Universidade Federal Fluminense en Brasil. Wagner es experto en Business Intelligence por la EOI Business School (España), Digital Business por la Universidad Politécnica de Madrid, y posee un MBA en Dirección y Gestión de Empresas por la Fundação Getúlio Vargas (Brasil).

La situación política en Brasil ha dejado tanto a inversores como a consumidores en estado de aprensión. Han sido tres años de manifestaciones donde las reivindicaciones sociales se han convertido en protestas políticas y cuyo desenlace ha sido el alejamiento de la presidente Dilma Roussef, además de un país divido.

Sin embargo, cabe aclarar que antes que empezaran las manifestaciones, la economía brasileña ya enfrentaba dificultades como el aumento de inflación y una considerable subida de los impuestos. En ese sentido, las primeras manifestaciones de junio de 2013 ya mostraban las enérgicas protestas contra el aumento del coste de productos y servicios.

Del mismo modo, la crisis externa (que hoy se alarga más de lo deseado en los países en vías de desarrollo), ha mermado significativamente la bonanza que el gobierno ‘Lula’ (2003- 2010) había dejado a sus conciudadanos.

Sin duda, esta situación ya es sentida por el habitante de a pie. Según los datos divulgados en julio de 2016 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el rendimiento del trabajador quedó en R$ 1.972 en el segundo trimestre de 2016. Es decir, que la renta media real del trabajador brasileño ha bajado un 4,2% en comparación con el mismo período de 2015.  

Así, la emergente clase media, que fue la gran bandera del Partido de los Trabajadores al cual pertenecen Lula y Dilma, ve cada día sus ganancias disminuidas por la inflación y por la consecuente depreciación monetaria. Muchos ya tienen que hacer ajustes en el presupuesto doméstico para hacer frente a sus gastos corrientes, eliminando pequeños lujos que habían incorporado a su quehacer cotidiano, como cenar fuera de casa o comprase un nuevo teléfono móvil.

Sin embargo, aquellos años de prosperidad, en los cuales un considerable porcentaje de la población había ganado poder adquisitivo, ahora ha dejado como legado la atracción de muchas empresas extranjeras en busca de oportunidades para incrementar sus ganancias, además de las empresas locales que han puesto en marcha sus planes de crecimiento inorgánico, especialmente en los sectores donde la demanda es elástica, como la educación privada o retail y telecomunicaciones, solo como un ejemplo.

Según los datos de TTR-Transactional Track Record, el número de transacciones de M&A en el sector de distribución y retail ha tenido un salto entre los años de 2010 a 2013 y, aunque hoy en día sigue creciendo, el ritmo se torna mucho más lento.

En concreto, los datos del gráfico podrían llevarnos a la conclusión de que los problemas económicos y políticos en Brasil han generado pesimismo en los empresarios, al punto de hacerlos desistir de sus estrategias. Pero la verdad, es que el número de transacciones en este sector sigue en pie: solamente entre enero y septiembre de 2016, han sido registradas 67 transacciones. Un volumen 55% mayor que el registrado en todo 2015. 

Es por eso que el dinamismo transaccional del sector en 2016 es un indicador que demuestra la creencia de que, por lo menos en el mediano plazo, el poder de compra de la clase media podrá volver y que Brasil podrá salir de la crisis. Y en el momento en que esto pase, quien esté bien posicionado en el mercado, va a tener una larga ventaja en el panorama inversor.

No obstante, los recientes acontecimientos políticos de Brasil aún no despejan del todo el destino de la economía del país. Las primeras medidas del presidente Michel Temer apuntan en recortes de programas sociales emblemáticos de los gobiernos Lula y Dilma como el “Bolsa Família”, que garantizaba una pequeña ayuda financiera a familias de rentas bajas. Además, la reestructuración presupuestaria ha llegado, incluso en el mismo gobierno, donde el número de ministerios ya ha bajado a 26, en contra de los 39 del gobierno Dilma. 

Con este panorama, se ve que en Brasil aún queda una asignatura pendiente dedicada a flexibilizar las leyes relacionadas a las condiciones laborales y a optimizar muchas otras acciones que tienen como objetivo el dinamismo de la industria. Aunque, solo el tiempo dirá si esta coyuntura será la más concluyente para reestablecer la credibilidad ciudadana y para generar un impulso mayor a la confianza de la inversión. 

Por ahora, lo que sí queda claro es que el mercado inversor tendrá una gran apuesta en a través de la compra de grandes competidores o negocios complementarios para continuar creciendo y mejorando resultado. Solo así, en el futuro, conjugado con la mejora y optimización del sector industrial, las más recientes reformas implementadas en la economía brasileña serán totalmente decisivas para formar un punto de quiebre significativo en el resurgir de la gran nación emergente y en su desarrollo de la región.

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