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El Mutún: ¿el nuevo 'tren' que se pierde en Bolivia?
Mar, 17/05/2011 - 16:57

Marcelo Ostria Trigo

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Marcelo Ostria Trigo

Abogado boliviano, fue Encargado de Negocios en Hungría (1971-1973), Embajador en Uruguay (1976-1977), Venezuela (1978), Israel (1990-1993) y Representante Permanente ante la OEA (1999-2002). Se desempeñó como Secretario General de la Presidencia de la República (1997-1999) y como Asesor de Política Exterior del Presidente de la República (2005). En el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otras funciones, fue Director de Asuntos de América Latina, Director General de Política  Exterior y Viceministro de Relaciones Exteriores. Es columnista de los diarios El Deber de Santa Cruz (Bolivia),  El Nacional (Tarija, Bolivia) y de Informe (Uruguay). Ha publicado los libros “Las negociaciones con Chile de 1975” (Editorial Atenea, 1986), “Temas de la mediterraneidad” (Editorial Fundemos), 2004) y “Baladas mínimas” (Editorial El País, 2010).

En el extremo sureste de Bolivia, departamento de Santa Cruz, muy cerca de la frontera con el Brasil, está situado un cerro -el Mutún-que, se afirma, guarda una de las más grandes reservas mundiales de mineral de hierro. En efecto, el Mutún, en sus 65 Km2,  yacen entre 40.205 y 42.000 millones de toneladas de hierro, en forma de hematita, magnetita y, en menor proporción, siderita y mineral de manganeso.

Aunque el yacimiento del Mutún fue descubierto en 1848, y según las informaciones del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo, solo a “partir de 1956 la Corporación Minera de Bolivia y el Servicio Geológico de Bolivia realizaron estudios destinados a la explotación del mismo. Hasta 1993, la Empresa Metalúrgica del Oriente (Emedo), parte de Comibol, había extraído 350.000 toneladas -apenas un pequeñísimo rasguño- de concentrados destinados a metalúrgicas de Paraguay y Argentina. Los impulsores del proyecto señalan que la falta de tecnología moderna, en especial energía para la explotación, transporte y embarque de mineral, fueron las causas para el cese de la actividad minera en Mutún…”.

En 1974, los gobiernos de Bolivia y el Brasil negociaron un acuerdo para establecer en la zona un polo de desarrollo que incluiría la exportación  de gas boliviano al país vecino, la apertura del mercado de Brasil para parte de la  futura producción de hierro procesado en una siderurgia en territorio boliviano, la venta de fertilizantes que produciría una planta establecida en una zona cercana, y una proyectada fábrica de cemento. Este fue un ambicioso proyecto que, quizá por ello, nunca fue concretado. Pero lo que dio fin a éste, fue que la exportación de gas al Brasil -el tema central del acuerdo- tenía la condición de que Bolivia informara, en el término de un año, si contaba con reservas suficientes de gas para exportar la cantidad pactada. Bolivia, finalmente, comunicó a Brasil que las reservas hasta entonces probadas no eran suficientes para la exportación a ese país, lo que también cerraba las posibilidades de utilizar el gas requerido para el procesamiento del hierro del Mutún.

Dos décadas después, Bolivia y Brasil convinieron en construir un gasoducto que uniera a los dos países para la venta de gas boliviano. En esta oportunidad, no se consideró la posibilidad de concertar un proyecto para la explotación de hierro en el cerro Mutún.

Luego, en 2006, el gobierno de Bolivia lanzó una licitación  internacional para la explotación del Mutún. Lo hizo cuando se creía que las reservas de gas eran suficientes para abastecer una futura planta de procesamiento del mineral de hierro, así como para cumplir los compromisos de exportación al Brasil y la Argentina y cubrir los requerimientos del creciente consumo interno. Se tenía la convicción de que habría interés de empresas extranjeras para emprender un  proyecto de riesgo compartido para la explotación del Mutún.

Sin embargo, de inicio aparecieron dudas y sospechas. En una reciente nota se informa que, “en el año 2006, el gobierno de Evo Morales hizo todo lo posible por declarar desierta la licitación para la explotación del Mutún. La razón, entonces y ahora, es el interés del gobierno venezolano de Hugo Chávez de tomar posesión del proyecto, no sólo para controlar uno de los recursos naturales más importantes de Bolivia, sino también para sentar presencia estratégica en una zona geopolítica central de Sudamérica”.

Continúa: “Aunque en ese momento se intentó sabotear la licitación, la presión social de los pobladores de la provincia Germán Busch impidió que se declarara desierta. A regañadientes, el gobierno adjudicó el proyecto, pero desde entonces comenzó a implementar una estrategia de entorpecimiento sistemático, tendiente a abortar el proyecto para posteriormente entregárselo a Venezuela” (EJU. Notishots: “Sin respuestas sobre El Mutún”14/05/2011).

En lo anterior hay coincidencias: “hace un par de semanas, el ministro de Economía, Luis Arce Catacora, nos dice que hace tres años y medio el gobierno se equivocó al elegir a la Jindal Steel and Power para que se haga cargo del Mutún. Luego, el señor Hugo Chávez le dice a nuestro presidente Evo Morales, ¿qué pasó chico con el taladro que te presté, que te alquilé, que no lo estás haciendo trabajar?” (El Diario, 20.04.2011).

Lo evidente es que el principal obstáculo -hay otros- radica en las reservas actuales de gas que no alcanzan para el proyecto siderúrgico. Es más: el tendido de un gasoducto al Mutún no tiene avances. Si bien se anunció el descubrimiento de un nuevo yacimiento de gas que incrementará las reservas de gas, su explotación sólo será posible en tres o cuatro años.

Mientras tanto, se despertaron expectativas, especialmente en las poblaciones aledañas al Mutún. Se confía en que, con la explotación del Mutún, se crearán  empleos, reactivando su economía. Las demoras, luego de transcurridos cinco años desde la licitación del yacimiento, causan frustraciones, y los pobladores de la zona que anuncian conflictos. Sin embargo, está claro que esas exigencias no podrán ser cumplidas.

Sin gas, la explotación del Mutún sería una actividad de muy difícil comercialización. Es que la viabilidad del proyecto radica en que el producto soporte los costos de transporte, como sostiene Óscar Encinas, experto en logística y transporte internacional, con relación a las 250 mil toneladas de mineral que “desde este mes (marzo de 2011), la empresa Jindal Steel Bolivia (JSB) pone a la venta… que serán comercializadas directamente bajo la figura de comercio exterior FOB ex-mina, lo que significa que es responsabilidad del comprador -con sus propios medios y asumiendo todos los costos-llevarse el hierro desde el yacimiento en Puerto Suárez por el canal Tamengo, Puerto Busch o por vía férrea a través de Brasil, explicó la compañía india. El experto Encinas dice que exportar en términos de FOB ex-mina “es lo más fácil de ofertar, pero casi imposible de lograr, ya que ningún ‘trader’ (importador) de minerales perderá su tiempo tratando de solucionar problemas logísticos que Bolivia como país no ha podido resolver en décadas”.

Lo cierto es que en cinco años, la empresa concesionaria hindú Jindal, confrontó muchos problemas, apenas ha explotado muy pequeñas cantidades de  mineral. Y no se avizora que, en las actuales condiciones, se vaya a concretar la tan publicitada explotación del Mutún y la instalación de una industria siderúrgica.

Como obstáculo adicional, se enfrentan serios peligros ambientales: “la explotación de hierro del Mutún afectaría no sólo el cerro, sino también una extensa zona a su alrededor, como también los cuerpos de agua que tienen su origen en el mismo cerro. Los ríos y riachuelos de agua cristalina que se originan en el Mutún, al ser contaminados, podrían transportar minerales tóxicos a grandes distancias, llegando inclusive al río Paraguay, contaminando la cuenca, ya que el yacimiento del Mutún se encuentra en el Pantanal… Los impactos ambientales de mayor importancia de la explotación de hierro del Mutún se presentan a partir de la construcción de la infraestructura para el proyecto y la explotación del mineral”.

Hay más: si la fuente energética que requiere el proyecto es gas natural, “significa un nuevo ramal del gasoducto Bolivia-Brasil, la implantación del derecho de vía, deforestación, alteración de flujos de agua, etc.; si se emplea -lo  que debe ser abandonado como opción- carbón vegetal… se deforestará afectando el complejo sistema del bosque (suelo, agua, microclima, energía, variedad de plantas y animales en mutua relación) para las posteriores plantaciones forestales de rápido crecimiento, y por lo tanto, de desgaste del suelo, alto consumo de agua reduciendo la biodiversidad local y generando plagas que podrían afectar los cultivos agrícolas y la ganadería” (Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo).

Pese al dramatismo con el que se presentan estos peligros ambientales, hay técnicas para minimizarlos pero, que se sepa, por ahora no están previstas.

¿Será que el Mutún es el nuevo tren que se pierde en Bolivia?

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