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¿Las empresas mexicanas siguen siendo atractivas para los inversores extranjeros?
Vie, 20/05/2016 - 09:46

Wagner Marques Rodrigues

Lo que le espera al mercado inversor en la nueva era de Perú
Wagner Marques Rodrigues

Wagner Marques Rodrigues es analista económico brasileño. Actualmente es director del área de Research and Business Intelligence de Transactional Track Record. Ha trabajado para IBM Brasil, actuando posteriormente en empresas del grupo Telmex. Es Ingeniero de Telecomunicaciones por la UFF - Universidade Federal Fluminense en Brasil. Wagner es experto en Business Intelligence por la EOI Business School (España), Digital Business por la Universidad Politécnica de Madrid, y posee un MBA en Dirección y Gestión de Empresas por la Fundação Getúlio Vargas (Brasil).

En los últimos años, México ha tenido como objetivo acaparar el centro de atención de los inversionistas a escala internacional. Sus grandes expectativas generadas por las reformas estructurales, sumadas al crecimiento de su economía en 2,9% en el primer trimestre de 2016 en medio de la volatilidad internacional, hacen parte de su emblema para sostenerse como la segunda economía más grande de América Latina. Aun así, ¿Peña Nieto está logrando la misión para que las empresas mexicanas sigan siendo atractivas para los inversores extranjeros?

No es nuevo que México, con sus 127 millones de habitantes, representa un volumen potencial de consumidores sumamente atractivo para el capital extranjero. Más aún cuando los analistas del sector privado han indicado que la capacidad de compra de los mexicanos ha repuntado con cierta consistencia en los últimos años, tanto por la generación de empleo, así como de las consecuencias de factores económicos como la inflación.

Sin embargo, si hablamos de los cuatro primeros meses de 2016, quizás el panorama no sea tan idílico cuando se habla de atracción de inversión extranjera. Según  el informe de abril TTR en el mercado transaccional mexicano, en el país fueron registradas 18 transacciones en donde empresas extranjeras adquirieron participaciones en empresas mexicanas, frente a las 34 registradas en el mismo período del año anterior. 

Además, dentro de las variables que a simple vista podrían influir en el interés de extranjeros por las empresas mexicanas se suma la desvaloración del peso, que en los últimos doce meses ha sido de casi el 18%.  No obstante, para los inversionistas foráneos que se arriesgan en el largo plazo y que soportan los entornos volátiles, este fenómeno ha representado una toda una oportunidad para concretar cierres de operaciones que no se habían concluido por acuerdos de precio.

Según ha comentado Adam Brenneman, partner en Cleary Gottlieb, a la publicación Deal Pulse, elaborada semestralmente por Transactional Track Record, "ahora mismo existe un mercado interesante en México que no solo se refiere a inbound M&A. (…) Si eres un comprador con dólares, esto hace que los activos empresariales sean muy atractivos".

En la misma publicación para México, en el segundo semestre de 2015, el país ocupó la segunda posición en número de transacciones donde una empresa extranjera adquiere participaciones en empresas mexicanas (ver gráfico).

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En este tipo de transacciones, sin duda, resaltan las inversiones por parte de las firmas de capital de riesgo, cuyos criterios de inversión incluyen una visión más a largo plazo, y donde se espera que las condiciones económicas permitan un buen retorno de la inversión. No es de ignorar que en este informe, México, después de Brasil, sea el segundo país con más inversiones realizadas por fondos de private equity. 

Con estas cifras, no habría razón para no mantener el optimismo y afirmar que los números registrados en todo el año de 2016 no sean tan buenos como los de 2015, en donde aproximadamente 100 transacciones fueron una apuesta en las empresas mexicas por parte de empresas extranjeras.

Por otra parte, los países con los que México tiene tratados, acuerdos y alianzas, son los primeros que se benefician de los diversos proyectos que se mantienen en el país. Sin duda, este es un factor potencial para invertir en el mercado mexicano, más aún cuando hablamos de grupos de integración regional como la Alianza del Pacífico o el Mila. 

La Alianza del Pacífico, creada en abril de 2011 por México, Colombia, Perú y Chile, es un nuevo hito para la consolidación económica de la región. Juntos, estos cuatro países representan 39% del PIB de Latinoamérica y Caribe, situándolos en la 8º economía y en el 5º mercado más grande del mundo. Pese a ser el más reciente intento de integración del continente, el bloque ya ha despertado un interés por parte de 42 países en integrase como asociados a este nuevo grupo. 

Para México en particular, la Alianza del Pacífico es una gran oportunidad para que el país se acerque a sus players hispanos y de este modo no se esté vinculado exclusivamente con el mercado estadunidense. Según el embajador de México en Chile, Otto Granados, el intercambio comercial entre los dos países se ha incrementado 9% anual entre 1999 y 2013 cuando el Tratado de Libre Comercio fue firmado entre ambos países. 

Sin duda, esta integración ha reforzado las relaciones comerciales con los países que están en la orilla de este océano, especialmente con el mercado asiático, grande importador de materias primas de la región. Del mismo modo, ya han conseguido la integración bursátil transnacional de las bolsas de valores de los mercados de Chile, Colombia, México y Perú a través del MILA (Mercado Integrado Latinoamericano) que constituye un escaparate para los inversores internacionales. La Bolsa Mexicana de Valores (BMV), por su tamaño, representa más del 54,4% del valor total del MILA.

Con estas perspectivas, aún tenemos ocho meses por delante para crecer, con tendencia moderada, pero de manera contundente en materia de inversión extranjera. Y según lo que ya ha sido ampliamente divulgado, el FMI estima que México crezca 2,4% en 2016 y 2,6% en el 2017, soportado por una saludable demanda privada doméstica y por el efecto colateral de una robusta economía estadounidense. 

Sin duda, con un aumento en el gasto social, una reforma fiscal que baje los impuestos, (y en particular el ISR para poder generar inversiones extranjeras), no solo el país seguirá ganando en competitividad sino que las empresas mexicanas seguirán siendo el centro de atracción para el apetito inversor de firmas que próximamente llegarán a hacer compras en la región.

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