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Lo que le espera al mercado inversor en la nueva era de Perú
Jue, 05/05/2016 - 12:28

Wagner Marques Rodrigues

Lo que le espera al mercado inversor en la nueva era de Perú
Wagner Marques Rodrigues

Wagner Marques Rodrigues es analista económico brasileño. Actualmente es director del área de Research and Business Intelligence de Transactional Track Record. Ha trabajado para IBM Brasil, actuando posteriormente en empresas del grupo Telmex. Es Ingeniero de Telecomunicaciones por la UFF - Universidade Federal Fluminense en Brasil. Wagner es experto en Business Intelligence por la EOI Business School (España), Digital Business por la Universidad Politécnica de Madrid, y posee un MBA en Dirección y Gestión de Empresas por la Fundação Getúlio Vargas (Brasil).

En julio, Perú tendrá en el poder un nuevo gobierno elegido democráticamente, liderado probablemente por Keiko Fujimori o Pedro Pablo Kuczynski. ¿Cuáles serán las asignaturas pendientes para el nuevo gobierno en materia de políticas de desarrollo, inversión y en apertura de la economía a capitales extranjeros?

Y es que, lejos de desplomarse, la derecha parece afianzarse en la región y una de las evidencias más notables ya se ve en Perú. La reciente vuelta electoral ha elegido como posibles presidentes a Keiko Fujimori o a Pedro Pablo Kuczynski. Por su parte, Verónika Mendoza, quien representa una izquierda más radical que la del saliente mandatario, Ollanta Humala, ha quedado en un reducido tercer lugar, con sólo 18% de los votos. 

Con una posible victoria de Pedro Pablo Kuczynski, las críticas se remiten a su labor privada y a su gestión como exministro de Economía, ya que sus opositores le acusan de mantener vínculos con grandes trasnacionales y de actuar como lobbysta. Por su parte, Keiko Fujimori ha sido criticada por varios sectores de la sociedad peruana, quienes han salido a las calles temerosos de una potencial vuelta a las ideas de su padre. Al final, el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) no ha dejado el mejor recuerdo por su autogolpe, persecución a medios de comunicación y denuncias de corrupción comprometiendo a sus asesores más cercanos.

Y es que en los noventa, la apertura de mercados y la privatizaciones llevadas a cabo en Latinoamérica como las ejecutadas por Cardoso (1995-2003) en Brasil; o Menen (1989-1999) en Argentina, hicieron que el continente se convirtiera en un mercado atractivo para empresas europeas y norteamericanas. Alberto Fujimori también aplicó el recetario neoliberal privatizando, principalmente, empresas públicas de minería, telecomunicaciones y electricidad. 

Esto le permitió controlar los gastos y la hiperinflación de aquella época, pero sus políticas erróneas hacia otros sectores, la corrupción y las denuncias de abuso de poder, terminaron por minar la confianza de la ciudadanía y el fin de su mandato fue una vergonzosa huida a Japón donde renunció a la presidencia a través de un fax. 

Luego de esta etapa, el panorama cambió en Perú, así como en Latinoamérica. La región ha probado un crecimiento en las dos últimas décadas por cuenta del aumento de los precios de los productos agrícolas, del petróleo y, sobre todo, de la demanda del mercado chino que se ha convertido en el nuevo inversor y comprador de estos países. 

Así, bajo la presidencia de Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011) y en los últimos cinco años, de Ollanta Humala, el país andino ha llamado la atención de los inversores internacionales, exhibiendo tasas de crecimiento robustas. La riqueza del país peruano creció un 6% de media anual entre 2004 y 2014 (la mayor tasa en Sudamérica), la inflación fue la más baja de América Latina (3,2% en 2014) y soporta un nivel moderado de endeudamiento público (19,7% del PIB el año pasado), según el periódico El País, en julio de 2015. 

Y, pese a que Ollanta Humala fue elegido como un representante de la izquierda, coincidiendo en este espectro con otros mandatarios como Lula da Silva, en Brasil, o Chávez, en Venezuela, su política interna actual no ha chocado de manera frontal con los intereses conservadores. Bajo su mandato, Perú ha acumulado 79 meses consecutivos de crecimiento, según el informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) peruano, publicado el 15 de abril de 2016 y, además, el sector público se ha convertido en el mayor empleador del país. 

En el ámbito de las compras y ventas de empresas (M&A) desde 2012, el mercado transaccional ha mantenido su dinamismo. En 2014, el capital movilizado alcanzó la cifra de aproximadamente 20.000 millones de dólares, y en el primer trimestre de 2016, el número de transacciones ha presentado un incremento de 7% respecto al mismo periodo del año anterior.

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Sin embargo, la ausencia de medidas estructurales y el entorno internacional desfavorable han reflejado una etapa de incertidumbre de cara al futuro en el país: la inversión pública en 2014 ha caído 2%, y en 2015, cerca del 12%, según ha asegurado el ex ministro de Economía Luis Carranza, en enero de 2016. Este año, el país registra una inflación de 4%, y una de las recientes medidas de Humala ha sido anunciar el aumento del salario mínimo en 13%, lo que resultaría en 850 soles (unos USD252).

Entonces, ¿qué se puede esperar del nuevo gobierno? Los mercados externos jugarán un papel fundamental en su política económica pese a la retracción de China. En este caso, Estados Unidos y México, que en el primer trimestre de 2016 fueron los principales compradores de empresas peruanas, deben mantener su estatus de partner privilegiados por su cercanía y tradición. 

Sin duda, su otro apoyo será la Alianza del Pacífico, que se ha dedicado a reforzar en los últimos años sus políticas de atracción de inversiones, de libre empresa y comercio. Y es que, para 2016, Perú, México, Colombia y Chile alcanzarán tasas de crecimiento del PIB por encima del 3%, según el presidente del Consejo Empresarial del bloque económico, Andreas von Wedemeyer.

Y, pese a que el sector más atractivo de la economía peruana sigue siendo la minería, se deben aprovechar los últimos ciclos porque el boom de los commodities en la región está llegando a su fin. Sin embargo, Perú cuenta con un sector de alimentos y bebidas consolidado, que también despunta como un nicho atractivo, tal y como se ha registrado en el primer trimestre de 2016. 

Así, la asignatura pendiente para el próximo gobierno ojalá no se decante sólo por privilegiar los grandes inversores internacionales y las empresas privadas, sino también por la implementación de políticas estructurales que disminuyan los conflictos en zonas indígenas o de protección ambiental, cambiando la tendencia de la mayoría de los países latinoamericanos que todavía no consiguen resolver la ecuación entre ingresos y desarrollo.