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Lo que le espera a la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá en Colombia
Mar, 31/05/2016 - 14:29

Marcela Chacón Sierra

Colombia en tiempos de incertidumbre: el que no arriesga, no gana
Marcela Chacón Sierra

Marcela Chacón Sierra es analista para América Latina del área de Research and Business Intelligence de Transactional Track Record. Es comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana (Colombia) y tiene estudios de Máster en Periodismo Económico de la Universidad Rey Juan Carlos (España).

El alcalde de la capital de Colombia, Enrique Peñalosa, ha dejado claro desde el inicio de su mandato en 2016 el anuncio de la eventual venta de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB): un activo histórico para los ciudadanos, que cumple 136 años y que, hoy en día, se ha convertido en la manzana de la discordia por tocar las fibras más sensibles entre partidarios y opositores del gobierno.  

Más allá de estar a favor o en contra de una posible privatización, es importante conocer qué es lo que se vende en la ETB, en medio de la polarización política que hoy opaca las consideraciones importantes, y de la dinámica actual en el sector de las telecomunicaciones.

No vale decir en esta discusión la retórica de las redes sociales. Hay que medir la coyuntura de forma sencilla, pero con rigor. Si en algo coinciden opositores y partidarios de Peñalosa es que la elección que se tome para el rumbo de ETB debe ser muy meditada, porque el dinero público siempre ha sido y será escaso en una ciudad como Bogotá.

El panorama. Para iniciar, el debate surge de la necesidad que tiene la administración de la capital de contar con recursos en corto y mediano plazo para financiar programas de movilidad, inversión social e infraestructura del Plan de Desarrollo 2016-2020, "Bogotá Mejor para todos". Unos recursos que oscilan en $89,5 billones de pesos colombianos, y de los que dos terceras partes estarían financiados por el Distrito.

Es en esta discusión del Plan de Desarrollo presentado en el Concejo Distrital que se ha contemplado que, para conseguir estos recursos, no solo bastará con crear nuevos tributos, sino con vender activos que son considerados no estratégicos para la Alcaldía, como la ETB.

Se ha descrito que la compañía en 2003 ha hecho una emisión de acciones, en la cual el público se ha quedado con el 11,6% de la empresa, y actualmente ETB sigue manteniendo el accionariado mayoritario y público. La Alcaldía de Bogotá, la Universidad Distrital, el Acueducto de Bogotá, el Fondo de Prestaciones Económicas, el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), Cesantías y Pensiones, y la Lotería de Bogotá, en conjunto, poseen el 88,4% de las acciones, que a precio del 25 de mayo de 2016, según la Bolsa de Valores de Colombia ($610 por título), costarían $1,9 billones de pesos colombianos. 

Este precio de las acciones apenas representaría el 2% del costo del ambicioso Plan de Desarrollo del alcalde de Bogotá. Algo que, para algunos, representa un riesgo para salir de un activo que ha sido rentable para la ciudad. Sin embargo, hay algo que se ha obviado y que es importante, es la dinámica del sector de telecomunicaciones en América Latina. Una dinámica que es inevitable que pase desapercibida en Colombia y más aún con una empresa pública que compite con grandes multinacionales. 

En los últimos doce meses, las transacciones en el sector de telecomunicaciones que ha tenido como target América Latina, han movilizado alrededor de US$9.490,61m, según datos de TTR. 

Además, si se tiene en cuenta el más reciente informe financiero de ETB, la firma registra un patrimonio cercano a los US$3 billones, activos que oscilan a US$2,3 billones, una deuda de casi US$1,4 billones y una carga en gastos operacionales que suma US$1,3 billones. Así, es difícil ignorar el complejo camino que tiene la ETB para sobrevivir a la dinámica actual.

Compitiendo con gigantes. Con una inversión de US$2,1 billones en una red de internet de fibra óptica, ETB tenía todo para ser la empresa de telecomunicaciones más importante del país. No obstante, esta ventaja competitiva no logró los objetivos esperados, debido a una estrategia comercial no adecuada y a la caída en la demanda de usuarios.

Según la Contraloría de Bogotá, esta inversión de ETB solo logró capturar 40% de las metas planeadas y sólo 9% del mercado potencial. Los ingresos se han mantenido en cifras muy similares desde el 2008, mientras que los gastos han aumentado. 

Sin duda, las cifras hablan por sí solas con respecto a sus competidores según el Boletín Trimestral de MinTIC del cuarto trimestre de 2015: Claro lidera el número de suscriptores (4'014.697), seguido por Movistar (1'721.699), Tigo (1'061.770) y ETB (171.371).

En un panorama similar, Empresas Públicas de Medellín (EPM), se había dado cuenta en 2013 que no podía competir en telecomunicaciones. Fue así como vendió la mayoría de UNE a Millicom, creando Tigo-UNE (una de las firmas que actualmente tiene gran interés en la ETB). Sin duda, vale la pena conocer este caso para saber lo que le espera a la ETB en Colombia. 

¿Y ahora qué? Para salvar la inversión realizada y para hacer competitiva a la entidad, es necesario invertir otros US$2 billones en los próximos tres años. Sin embargo, el Distrito dice no tener voluntad de hacerlo, especialmente porque en un ámbito competitivo y volátil del sector, donde hay multinacionales con bolsillos profundos, el éxito no lo garantiza solamente la inversión.

Así, la Comisión que discute el Plan de Desarrollo en el Concejo de Bogotá ha autorizado -se realizaron dos debates- al alcalde Peñalosa a vender las acciones que el Distrito tiene en ETB. 

Sin embargo, la Contraloría ha dado a conocer los resultados de un estudio de control fiscal a la firma, y ha advertido que las decisiones sobre el futuro de la compañía y su posible enajenación deben estar soportadas en estudios que permitan su valoración real y objetiva, el impacto para la ciudad y el patrimonio público de los bogotanos. 

Con este panorama, es saludable abrir la discusión y plantear cuáles son los verdaderos beneficios de mantener la ETB como una fuente de ingresos a largo plazo, y acarrear el riesgo de competir como una entidad pública frente a las multinacionales expertas en el sector dinámico y volátil de las telecomunicaciones; o también, vender el accionariado del Distrito para invertir el poco porcentaje en inversión social, o mejor aún, aliar la entidad con un socio estratégico con músculo financiero y que brinde un serio manejo gerencial. Aquí, bienvenido el debate. 

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