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Oro: lección de humildad desde los bancos centrales Suiza y Venezuela
Mar, 07/01/2014 - 18:41

Juan Foxley Rioseco

Aussies y Loonies en los bancos centrales
Juan Foxley Rioseco

Juan Foxley Rioseco es Miembro del Panel de Expertos en Administración de Reservas Internacionales del Fondo Monetario Internacional. Ha participado en numerosas misiones de asistencia técnica a los bancos centrales de Bolivia, Camboya, Cabo Verde, Republica Dominicana, Guyana, Irán, Israel (WBGS), Ruanda, Seychelles, Sierra Leona, Islas Salomón, Vanuatu, Vietnam y Yemen. Se desempeñó como gerente de la División Internacional del Banco Central de Chile, responsable por la administración de las reservas internacionales. Fue Director Ejecutivo para bancos centrales y entidades soberanas de Latino América y el Caribe con BBVA; gerente, asesor y director de empresas en Chile. Graduado en University of Pennsylvania (M.A, Econometría, Finanzas), además es Ingeniero Comercial (Distinción Unánime) y Magister en Economía Monetaria y Fiscal, ambos en la Universidad de Chile.

Las enormes pérdidas en algunos bancos centrales que mantienen oro en sus reservas internacionales es buena lección para recordar la elemental conveniencia de una buena diversificación de portafolio. 

El banco central de Suiza acaba de anunciar que perdió casi US$10.000 millones en 2013, cuando el precio del oro cayó 28%. Financieramente la pérdida es algo menos del 2% de las reservas totales pero una consecuencia tangible e inmediata es que el gobierno y los cantones regionales dejarán de percibir los correspondientes ingresos por dividendos provenientes del banco.

Podría haber sido peor. Existe un plan para someter a referéndum una nueva composición de las reservas internacionales que contempla la inversión en oro con un mínimo de 20% del total acumulado. La proporción actual es 8,3% y, por cierto, las autoridades han recomendado rechazar la curiosa propuesta.

Desde luego pueden haber buenas razones para mantener oro e instrumentos financieros seguros asociados al metal como activo de reserva: no tiene riesgo de crédito, es un depósito de valor de largo plazo y refugio históricamente seguro en la tradición de los bancos centrales. Más aún, después de 2008. La pregunta más relevante entonces no es si el oro debe estar o no en las reservas, sino en qué proporción.

La respuesta puede tener consecuencias dramáticas si se termina sobre-ponderando el oro más allá de lo prudente. A este respecto, el caso venezolano podría hacer aparecer el traspié suizo como apenas una anécdota. 

Durante su último gobierno se decidió que el banco central moviera drásticamente las reservas del banco central lejos del dólar norteamericano, terminando así en una acumulación que hoy alcanza a 68,9% en oro. Esta proporción es la más alta en Latinoamérica, causa serios problemas de liquidez y ha resultado en fuente de cuantiosas pérdidas. Incluso si el manejo macroeconómico se ajustará a los mejores estándares, la sola concentración de las reservas internacionales habría costado a Venezuela US$4,9 mil millones, esto es, alrededor de la quinta parte de todos sus activos de reserva perdidos en un solo año.

En síntesis: Suiza y Venezuela pueden tener y diferencias siderales, pero sus bancos centrales no aparecen libres de similares errores de diseño. Ciertamente, una lección de humildad para las autoridades que diseñan políticas de inversión con fondos de reserva públicos.

Los enfoques de portafolio tradicional pueden estar cambiando para reconocer que ya no es suficiente modelar optimizaciones a la Markovitz, donde los parámetros de volatilidad y correlaciones se modelaban dando por hecha la estabilidad. Sin embargo, permanece el valor de la regla más esencial en teoría y práctica de administración de portafolios: diversificar activos es el instrumento básico y menos oneroso de mejorar la relación retorno-riesgo, y por cierto, evitar pérdidas patrimoniales tan especialmente sensibles cuando se trata de fondos públicos.