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¿Qué le cuesta al mundo US$260.000 millones al año?
Mié, 13/02/2013 - 11:19

Guy Hutton

¿Qué le cuesta al mundo US$260.000 millones al año?
Guy Hutton

Guy Hutton es el líder de la iniciativa multi-país del Banco Mundial The Economics of Sanitation (ESI), puesta en marcha en 2007 para subsanar las principales deficiencias económicas de los servicios de saneamiento. Trabaja directamente con los gobiernos locales y nacionales en 25 países.

Hoy en día más población tiene acceso a un teléfono móvil que a un inodoro limpio. Al ritmo actual, el mundo no alcanzará el objetivo de saneamiento en 2015 para más de 500 millones de personas. Y aunque se logró el año pasado la meta mundial de agua potable, casi 1.000 millones de personas aún carecen de acceso a una fuente mejorada de este elemento esencial.

Los expertos en agua y saneamiento y la comunidad del desarrollo en general están al tanto de la mayoría de estas estadísticas. Pero tal vez el costo económico de la crisis de agua y saneamiento sea menos conocido.

La deficiencia de los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento provoca pérdidas económicas de alrededor de US$260.000 millones (i) anuales en los países en desarrollo, o el 1,5% de su producto interno bruto (PIB). Los beneficios de cumplir con los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) combinados de abastecimiento de agua y saneamiento (WSS, por sus siglas en inglés) equivalen a más de US$60.000 millones anuales, y las intervenciones combinadas en estos sectores dan un rendimiento de US$4,3 por cada dólar invertido.

La mayor contribución a los beneficios de la cobertura universal de saneamiento y abastecimiento de agua corresponde al valor del tiempo que se ahorra teniendo un acceso más cercano y menores filas de espera en las instalaciones de estos servicios, el cual representa más del 70% de los beneficios totales a nivel mundial. Esto proporciona un argumento contundente para la inversión en servicios de abastecimiento de agua y saneamiento en lugar de hacerlo solo en medidas sanitarias como programas de vacunación.

Otras utilidades adicionales que no se contemplan consistentemente -debido a la falta de datos y las dificultades en la conversión de algunos impactos a valores monetarios- incluyen: una mejor calidad del agua en lagos, ríos y aguas costeras; una ganancia neta en el espacio de tierra utilizable debido al aislamiento de los excrementos humanos; el aumento de valor de las propiedades, y los ingresos del turismo.

Un estudio sobre Asia sudoriental  de la Iniciativa sobre los Aspectos Económicos del Saneamiento (ESI, por sus siglas en inglés) estimó aproximadamente que las pérdidas en el turismo costaban US$350 millones anuales a Camboya, Indonesia, Filipinas y Viet Nam.

Dados los beneficios muy significativos de la prestación de servicios de saneamiento y agua, y los rendimientos muy favorables de estas inversiones, los líderes nacionales y mundiales deberán esforzarse para asegurar el financiamiento de los costos necesarios para el logro de los ODM: US$115.000 millones para saneamiento y US$30.000 millones para abastecimiento de agua (para países que no han cumplido la meta de los ODM). El foco de atención de los esfuerzos internacionales para alcanzar estos objetivos también debe dirigirse a los países más necesitados, y dentro de ellos a las poblaciones más desfavorecidas.

Un mejor abastecimiento de agua y saneamiento tiene consecuencias no solo en la reducción de la desnutrición, la salud infantil, el acceso a agua potable y la calidad de vida de las poblaciones marginales, sino también en la pobreza en conjunto.

Esto hace que la inversión en esta área sea una variable clave para conseguir un desarrollo socioeconómico equitativo y sostenible. Por lo tanto, el agua potable y el saneamiento deben ser elementos centrales de las conversaciones sobre metas y objetivos posteriores a 2015.

De hecho, deberíamos ser más ambiciosos de lo que hemos sido hasta ahora, alentando a los gobiernos a pensar más allá del suministro básico de los hogares y considerar temas, tales como: la medición de la calidad del agua potable, la reducción del vertido de aguas residuales no tratadas al medio ambiente, y la higiene institucional (por ejemplo, escuelas y centros de salud) y el saneamiento público.

*Esta columna fue publicada originalmente en la zona de blogs del sitio web del Banco Mundial.

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