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Trump: extremismo y xenofobia
Jue, 17/11/2016 - 12:45

José E. Mosquera

La interconexión eléctrica Colombia-Centroamérica
José E. Mosquera

José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.

La elección de Donald Trump, como presidente de Estados Unidos, con su discurso racista contra de los inmigrantes es la síntesis de la globalización del populismo y la xenofobia. Además su triunfo es una materialización de un movimiento mundial antiglobalización, nacionalista y populista, conexo con las crecientes olas de extremismos, xenofobias y de intolerancias raciales en el mundo.

Movimientos xenofóbicos que llevan décadas de incubación en Europa, liderados por partidos políticos de ultraderecha, y en Estados Unidos con el resurgimiento de grupos de supremacías blanca como el Ku Klux Klan y de ultraconservadores nacionalistas como el Tea Party, dentro del partido republicano. En el caso estadounidense, no había surgido un líder que capitalizará en gran escala electoral esas siniestras expresiones racistas y de descontento con el establecimiento.

Trump supo captar con sus excentricidades xenofóbicas típicas de los reality de Hollywood, el descontento de la clase obrera, del campesino blanco poco educado y de las iglesias evangélicas en contra de las pérdidas de oportunidades laborales, el rechazo a la inmigración y el miedo a la disminución de la identidad del anglosajón.  

Igualmente la campaña de Trump se conectó con la ola de fenómenos populistas y xenofóbicos en auge en Europa, impulsada por los partidos políticos de ultraderecha de corte nacionalistas y que fueron clave en el triunfo del Brexit en Gran Bretaña. Partidos que en Europa han sabido capitalizar el descontento popular por la crisis económica, las altas tasas de desempleo, la inmigración y los rechazados a los atentados terroristas en París y Bruselas.

El triunfo de Trump es un acontecimiento político estrechamente ligado con lo que viene sucediendo en Europa. De allí que los partidos extremistas europeos celebraron el triunfo como suyo. En Francia, la ultraderechista Marine Le Pen lo recibió con alegría porque ella también promete mano dura contra el inmigrante y la recuperación de la soberanía a través de un Estado fuerte. En Grecia, para el partido de extrema derecha Amanecer Dorado su triunfo "es una victoria para las fuerzas que se oponen a la globalización, luchan contra la migración ilegal y a favor de la limpieza étnica de los Estados". En Colombia, el Centro Democrático tampoco se quedó atrás y lo celebró como suyo.

Los partidos de ultraderecha europeos han sustentado sus políticas xenofóbicas en que Europa está siendo invadida por musulmanes y miran el extremismo islámico y a la inmigración como una amenaza. Partidos que encarnan un nuevo tipo de nacionalismo antiglobalización y proteccionista, cuya máximas expresiones son los rechazos a las inmigraciones. Europa en la última década ha sido el centro del resurgimiento de estos fuertes movimientos xenofóbicos contra de los inmigrantes y las minorías étnicas: homosexuales, gitanos, musulmanes, africanos y latinoamericanos.

Se trata de una epidemia de xenofobia que se expande como una peste en las conciencias de los seguidores de los partidos políticos extremistas. En las pasadas elecciones parlamentarias de la UE, fueron contundentes los avances electorales de aquellos partidos que se oponen a la inmigración y a las minorías étnicas.

Si se analizan las estadísticas electorales de la ultraderecha europea, se observa que tienen algo en común: frenar la inmigración con el endurecimiento de las leyes. En Alemania, el partido Nacional Democrático Alemán basa su plataforma política en la lucha contra la inmigración. En Holanda, el partido de la Libertad también rechaza la presencia de inmigrantes. En Italia, el partido de la Liga Norte se opone a la inmigración africana; en Hungría, el partido Movimiento por una Hungría Mejor, y en Francia, el partido Frente Nacional de Marine Le Penn, han logrado crecimientos electorales por sus propuestas contra la inmigración.

Un fenómeno que se repite en Finlandia, donde el partido Los Finlandeses logró varios escaños en el parlamento, sustentado en una política racista. En Grecia, el partido político Amanecer Dorado se convirtió en la tercera fuerza política por sus propuestas contra la inmigración. Igualmente acontece en Dinamarca, donde el partido Popular Danés ha planteado fuertes restricciones a los inmigrantes. En resumen, el mundo cabalga hacia una siniestra globalización del populismo y la xenofobia.