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Venezuela tiene un nuevo presidente
Dom, 07/10/2012 - 22:34

Carlos Antonio Romero Mendez

Elecciones presidenciales en Venezuela: ¿final fotográfico?
Carlos Antonio Romero Mendez

Carlos Antonio Romero Méndez es venezolano y politólogo y doctor en Ciencias Políticas. Obtuvo la Licenciatura en Estudios Políticos y Administrativos en la Universidad Central de Venezuela en 1978, la Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), en 1979, y el Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela en 1989. Es autor de cinco libros, más once en colaboración, ha publicado más de 100 artículos académicos y ha participado en más de 300 eventos académicos nacionales e internacionales como conferencista y panelista. El profesor Romero ha sido subdirector (1996-1998) y director, en dos ocasiones, (1998-1999 y 2005-2006) del Centro de Estudios de Postgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela; coordinador del Doctorado en Ciencias Políticas de esa Facultad (1992-1999); asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1991-1992 y 1999) y coordinador de varios proyectos internacionales de carácter académico, entre otros, con el Social Science Research Council (1989), la Fundación Tinker (1992 y 1993) y la Fundación Friedrich Ebert (2006 y 2011).

Los resultados electorales en Venezuela arrojan un sólido resultado: Hugo Chávez ganó las elecciones con 54%. Henrique Capriles salió derrotado con 45%. Sin embargo, a pesar de la victoria, no cabe duda que el crecimiento del porcentaje de la intención de voto, a favor del candidato de la oposición, lo colocó de “tú a tú” con Chávez. En efecto, la candidatura de Capriles rompió con varios “mitos” en la política venezolana reciente.

Asimismo, el final de la contienda reflejó de manera más nítida la polarización que caracteriza al país y que ha dividido tanto a los venezolanos. El presidente Chávez gana esta elección con menos porcentaje que en ocasiones anteriores, reflejándose no sólo su estado de salud, sino también el desgaste de un gobierno que no ha podido solucionar los problemas nacionales que son más sentidos por la población: la falta de vivienda, el desempleo, la inseguridad y la inflación.

Chávez le habló a su país con un lenguaje que luce trasnochado con referencias al vocabulario marxista: “revolución, imperio, burguesía”… y trató con poco éxito de descalificar a su contendor. Capriles habló más sencillo, trató de enfocar su discurso hacia la crítica a la gestión de gobierno y se constituyó durante todos estos meses en un verdadero fenómeno electoral.

Muchas tensiones fueron las que se vivieron en estas horas y es casi seguro que seguirán experimentándose en estos días. El ganador tratará de confirmar su victoria con apoyo popular, el candidato derrotado no pierde la esperanza de que se revisen los resultados y que se erija como el nuevo líder del sector no-chavista.

¿Qué pasará en el país cuando las aguas vuelvan a su lugar? Desde ya nos atrevemos a pronosticar un momento crítico en Venezuela. Chávez ha ganado, pero el costo de su triunfo es muy alto. Recordando el famoso concepto de la estrategia clásica sobre “el punto culminante de la victoria”, él y sus seguidores deben entender muy bien que la mitad de los venezolanos no lo quieren, que rechazan su modelo de sociedad, que están cansados de sus ofrecimientos etéreos, que no quieren conflicto sino paz y reconciliación y que están cansados de sus múltiples apariciones en público.

Una cosa es cierta: la baja abstención, 20%, nos indica que el país sigue politizado, pero que ahora hay dos polos con mucha fuerza respectivamente.

Por otra parte, quedan pendientes los problemas nacionales que no se han podido solucionar. ¿Qué hará la oposición? ¿Se mantendrá unida para afrontar los próximos comicios para elegir a los gobernadores y los alcaldes?; ¿respetará los resultados, llamará a la reconciliación o se tomará una actitud de franca rebeldía? ¡Es muy temprano para saber esto!

Capriles rompió con el mito de que la oposición no podía ir a unida en contra del chavismo. Esta campaña se basó en la unidad y en el nombramiento por elecciones primarias del candidato. Además, muchos partidos y personalidades se concertaron alrededor de la figura de Capriles. No fue una unidad perfecta, pero sí lo suficientemente poderosa para presentar una candidatura con fuerza.

En términos generales, se rompió con el mito de que era imposible llegar cerca de Chávez. La intención de voto por Capriles y el estado general de esperanza marcó una corta distancia entre ambos candidatos.

En tercer lugar, se rompió el mito de que el CNE está parcializado. Hasta ahora las encuestas expresan que más del 70% de los electores confían en el CNE y dan un voto de confianza a los resultados oficiales.

Se rompe también el mito de que en el país va a darse una situación de conflicto al conocerse los resultados. El compromiso de ambos candidatos de respetar los resultados y la hasta ahora conducta institucional de las Fuerzas Armadas originan un clima de confianza sobre el momento político, a pocas horas de conocerse el veredicto del CNE.

Se quebró también el mito de que Chávez es invencible. A pesar del peso muerto que tuvo y del ventajismo brutal, Capriles reafirmó y recuperó un terreno para la oposición. Ahora le tocará a él seguir como líder del sector democrático, ya que esta elección, con la característica central de un Chávez enfermo, expresó un cansancio del chavismo, un límite al desorden que ha sido este gobierno y una crítica muy fuerte a su gestión.

Por su parte, el candidato Capriles rompió con el mito de que la oposición tenía tan sólo un mercado electoral de clase media. Ahora el candidato de la oposición logró penetrar  los sectores populares.

La campaña exitosa de Capriles se dio gracias a la unidad y por el trabajo del candidato, pero también por el ansía de cambio y por la conformación de un voto castigo nunca visto en esa proporción desde 1998, lo que ayudó a conformar el importante porcentaje a favor del bloque opositor.

Por último, pero no menos importante, esta elección ha permitido observar cómo el lenguaje y los símbolos de Chávez lucen ya “viejos” y fuera de moda, frente a un lenguaje más superficial pero de mayor calado que tuvo Capriles. En realidad, la ideología “revolucionaria” lució fuera de contexto.

Desde luego que detrás de todo esto se cruzan varias “realidades”. En primer lugar, el hecho de que la agenda política del venezolano ya no pasa por los mecanismo ideológicos (la reivindicación de los pobres, el antimperialismo y la división del país entre patriotas y no patriotas). El país reclama soluciones ante los problemas cotidianos: inseguridad, escasez de vivienda, inflación y la falta de promesas cumplidas.

Por otra parte, quedó claro que es necesario afrontar la necesidad de un reencuentro entre el gobierno y la oposición. El gobierno no ha podido controlar la sociedad y la sociedad no puede existir sin la protección del gobierno.

Así están las cosas en Venezuela: cada día la polarización y la incertidumbre agobian a sus pobladores, lo que hace más difícil pronosticar lo que vendrá.

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