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EE.UU.: contabilidad fiscal fabulosa
Mié, 01/09/2010 - 11:36

Manuel Suárez-Mier

EE.UU.: contabilidad fiscal fabulosa
Manuel Suárez-Mier

Autor de la célebre columna diaria "Aquelarre Económico", en El Economista (México), y hace comentarios editoriales semanales en Hechos de la Noche de TV Azteca y en el noticiario matutino de Radio 13. Es colaborador editorial del Wall Street Journal y comentarista en CNN. Con anterioridad fue: asesor principal de la Junta de Gobierno del Banco de México; ministro para Asuntos Económicos de la Embajada de México en Washington. Estudió Economía en la UNAM y en la Universidad de Chicago dónde recibió la maestría y la candidatura al doctorado.

Ante el ostensible fracaso de las medidas de estímulo fiscal de la administración de Barack Obama, con el manifiesto propósito de consolidar la recuperación económica de su país, ahora se les ocurrió echarle imaginación para innovar la pauta utilizada para medir el impacto de sus políticas.

Como la tasa de desempleo se ha mantenido tercamente en 9,5% de la población económicamente activa y previsiblemente regresará a niveles superiores al 10% en los próximos meses, los burócratas del gobierno federal estadounidense iniciaron sus esfuerzos inventivos definiendo los “trabajos salvados” por sus medidas.

Hace muchos años, cuando leí La Guerra y la Paz de León Tolstoy, se me quedó grabada una serie de preguntas alusivas a la estrategia con la que el Mariscal Kutuzov derrotó en Borodino al ejército invasor de Napoleón, que concluían en que era imposible determinar qué hubiera pasado si lo que ocurrió no hubiera sucedido.

Es decir, Tolstoy denunciaba la inutilidad del juego especulativo del historiador que pretende saber cómo se hubiera modificado el resultado de una acción bajo premisas o circunstancias diferentes. El mismo razonamiento es válido en la economía al contar los trabajos salvados o creados por el enorme gasto deficitario del gobierno de EE.UU.

Si de por sí ya era inaceptablemente especulativa esta medida de la efectividad del gasto, se ha ido aún más lejos al inventar el concepto de “vidas tocadas” por los proyectos en los que se han gastado los recursos en los programas emprendidos por el gobierno de EE.UU. para “estimular” su economía.

El concepto de “vidas tocadas” lo inventó del Departamento de Energía del gobierno estadounidense, pero aparentemente ya ha sido adoptado también por la entidad encargada por el Congreso de evaluar las acciones del Ejecutivo (Government Accountability Office, GAO), que suele ser una institución respetada y seria.

La definición del término “vidas tocadas” incluye no sólo a la gente empleada directamente en los proyectos emprendidos con el gasto público adicional del gobierno, sino también a las personas que de alguna manera han sido “apoyadas” por los dineros desembolsados en las obras emprendidas.

Los contratistas a cargo de llevarlas a cabo han sido instruidos que deben sumar al gran total de “vidas tocadas” a todos los trabajadores que hayan laborado por lo menos una hora en los proyectos realizados con los dineros del presupuesto de estímulo económico.

Ello significa que si alguien trabajó una sola hora en algunas de las obras que se han realizado con recursos de los programas de “estímulo” del gobierno de Obama, se considera que su vida ha sido “tocada” y pasa a ingresar a esta contabilidad fiscal fantástica que ahora se adoptado.

De acuerdo con el diputado republicano de Oregon, Gregg Walden, el departamento de Energía ha gastado US$1.900 millones, con los que generó 10.018 puestos permanentes de trabajo, lo que significa que cada uno de ellos le costó a la sociedad de EE.UU. la friolera de US$189.650.

Los cálculos relativos a cuánto costó cada “vida tocada” parecen más complicados. De acuerdo a un contratista importante del departamento de Energía, su empresa había “tocado” 4.527 vidas hasta marzo pasado con contratos por un monto de US$471 millones, es decir, US$104.042 por “toque”.

Sin embargo, el propio Departamento de Energía informa que el contratista en cuestión ganó proyectos por US$1.200 millones, creando 2.466 empleos -en su nueva denominación-, lo que significaría que las “vidas tocadas” por los US$729 millones de diferencia salieron apreciablemente más caras: más de US$380.000 cada una.

Al margen de la estupidez de esta aritmética fantástica e imposible de seguir, lo que parece cada vez más claro es que la economía de EE.UU. marcha de regreso a una recesión, pues los inversionistas privados están cada vez más preocupados por los extraordinarios niveles de deuda y gasto, por lo que no invierten.

Mientras tanto, en Alemania y otros países europeos donde empezaron a recoger las velas del gasto público y adoptaron planes creíbles para restaurar el equilibrio fiscal en un plazo razonable, la economía y las expectativas mejoran y se consolida una robusta recuperación que, para no variar, casi ningún economista predijo.

Parece cada vez más claro que en el enfrentamiento entre parcos y manirrotos -al que aludí a finales de junio- los primeros, con Alemania a la cabeza, se perfilan vencedores, mientras que EE.UU., campeón de los manirrotos, parece ir al estancamiento y al desempleo por muchas vidas que haya “tocado” su fantástica contabilidad fiscal.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en el centro de estudios públicos ElCato.org.

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