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El rey de la cocaína: Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narcoestado
Martes, Abril 16, 2013 - 16:03

Ayda Levy, en su libro “El rey de la cocaína” revive sus días junto a Roberto Suárez, el hombre que creyó que esa droga tenía la virtud de sacar de la pobreza a su país.

Por estos días la narcotelenovela “El Patrón del mal”, basada en la vida de Pablo Escobar, fundador del cartel de Medellín, se ha tomado la pantalla chica de los hogares latinoamericanos. La superproducción que rompió todos los récords de audiencia en Colombia ya ha sido vista en 40 países.

Y es que la vida de los capos siempre despierta interés. En la película “Scarface”, Alejandro Sosa, proveedor boliviano de cocaína del cubano Tony Montana (Al Pacino), desempeñaba un rol importante en la trama. Con su impecable traje blanco y sus nexos políticos, empresariales y militares en Bolivia, representaba el arquetipo del narco latinoamericano.

Pero, ¿qué hay detrás de personajes como éste? Esto es lo que desmenuza el libro “El rey de la cocaína”, de la boliviana Ayda Levy. El mítico Sosa se habría inspirado nada menos que en su marido, el empresario boliviano Roberto Suárez Gómez, que en los 80 se convirtió en uno de los mayores narcos a nivel mundial.

Con una narración que entremezcla fotos, recortes de periódicos y un sinfín de evidencias, Levy cuenta los inicios de Suárez en el negocio de la cocaína y la doble moral que rodea este submundo. A través de sus páginas revela cómo Suárez participó en el plan para financiar el golpe de Estado con el cual se elevó al general Luis García Meza como el primer narcopresidente de la historia latinoamericana.

El libro no se queda sólo en cuestionar los horrores de la droga. Dibuja a Suárez como un ser humano capaz de entregar dinero a las comunidades más pobres de Bolivia o ayudar a un desconocido que le escribe desde Nueva York porque perdió su vivienda en un incendio.

Con el relato de Ayda Levy los secretos mejor guardados de “El Rey de la cocaína” salen a la luz, incluyendo un fuerte cuestionamiento del papel que han jugado las Federaciones de Cocaleros del Trópico desde 2006 en territorios indígenas y reservas forestales del país altiplánico.

Las revelaciones de Levy van más allá del personaje y se transforman en una pieza clave para comprender las conexiones del narcotráfico con la política y la economía. La autora intenta probar que la guerra contra el narcotráfico es una ficción y que los gobiernos de Estados Unidos y otros países han potenciado las adicciones en América Latina a través de convenios con los narcos.

Entre las figuras que se nombran en el libro y que tuvieron una estrecha relación con Suárez aparecen el propio Pablo Escobar; Roberto Calvi, titular del Banco Ambrosiano, la entidad financiera del Vaticano, cuyo cadáver apareció colgando bajo el puente Blackfriars de Londres en 1982; Fidel Castro, el cual habría aceptado dinero en plena Guerra Fría a cambio de ceder espacio aéreo para el tráfico de drogas; Oliver North, teniente coronel estadounidense; Klaus Altmann, oficial de las SS, y Manuel Noriega, expresidente de Panamá.

A diferencia de Pablo Escobar, con quien hizo negocios, Suárez pudo manejar sus propiedades y vivir muchos años en libertad. En Bolivia eran pocos los que despreciaban su figura; por el contrario, era visto como el hombre que cumplía con el rol que el Estado no podía llevar adelante.

No obstante, con los años llegó el declive. Tras romper lazos con Cuba, Estados Unidos y el cartel de Medellín, Suárez se retiró del negocio y se entregó a las autoridades. Fue condenado a 15 años de cárcel. Al recuperar su libertad, en 1996, volvió al negocio que su familia había desarrollado desde tiempos ancestrales, la crianza de ganado, pero nada se comparaba a la cocaína.

El libro, de 232 páginas, es editado por Random House.

Autores

Tamara Muñoz