En la actualidad, las empresas y el mundo en general necesitan profesionales con una mirada global en todo ámbito, por lo que -en ese sentido- realizar estudios en el extranjero debiera ser una prioridad en la educación de todos los países en América Latina.

Si bien cada país tiene sus propios programas de intercambio -como Becas Chile, por ejemplo- es necesario generar una cultura a nivel regional que incentive la movilidad de estudiantes latinos por el mundo. Una dinámica así generaría un evidente impacto positivo en todas las industrias latinoamericanas, ya que se ampliarían las posibilidades de contar con profesionales más capacitados y con una mirada global de lo que sucede en diferentes mercados.

Lo bueno es que en la región ya se están alzando las voces para crear un programa o más bien una plataforma para el intercambio de profesores y estudiantes, al igual como existe hace muchos años en Europa con el sistema Erasmus. Sin embargo, su desarrollo depende de la ayuda de instituciones públicas y -en gran medida- de empresas privadas que puedan llevar la mano al bolsillo para desarrollar esta iniciativa.

Al igual que muchos otros, yo también tuve una experiencia como estudiante de intercambio, específicamente el año 2011 en Madrid. Además de empaparme de nuevos conocimientos a través de libros y trabajos -por cierto, necesarios y siempre útiles- mi objetivo también fue descubrir culturas y personas que me pudieran aportar ese conocimiento innato que tiene integrado cada ser humano, por que creo que para ser un mejor profesional se debe reforzar en gran medida el desarrollo personal. En ese sentido, el hacer comunidad es fundamental en una época cada vez más globalizada.

El sólo hecho de rodearse con personas de otras culturas hace la diferencia en un profesional en todo sentido, ya que se desarrollan y estimulan otras habilidades cómo el saber escuchar, el mirar el mundo como un sistema interconectado, el comprender que lo diferente es igualmente interesante y que ser sociable, de buena manera, abre muchas puertas.

Lo interesante es que en América Latina hay un mayor acceso a la realización de intercambio, ya sea a través de entidades bancarias que ofrecen becas y/o gobiernos. Sin embargo, falta extender este tipo de iniciativas a una mayor cantidad de personas de la región.

Para que eso suceda, se requiere un concepto más o menos coordinado. Es decir, que los gobiernos e instituciones privadas que actualmente ofrecen ayuda, coincidan en un tipo de organización que incentive a los estudiantes desde una óptica regional a ser cada vez más integrales.