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Elecciones brasileñas: un balance preliminar
Mar, 05/10/2010 - 17:14

Rafael Duarte Villa

Elecciones brasileñas: un balance preliminar
Rafael Duarte Villa

Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de São Paulo (1997), con un post-doctorado en la Universidad de Columbia (EE.UU., 2008). Actualmente es profesor asociado del Departamento de Ciencia Política (DCP-USP) y del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI-USP) de la misma casa de estudios brasileña. Asimismo, es director del Centro de Investigación de Relaciones Internacionales de la misma universidad, think tank que se especializa en los siguientes temas: relaciones internacionales y política exterior en América Latina, y política de seguridad de los Estados Unidos en América del Sur.

Las elecciones presidenciales de Brasil, este último domingo, arrojaron algunos resultados que no son totalmente inesperados si tomamos en cuenta las tendencias que mostraban las encuestas en las dos últimas semanas. Sin embargo, plantean algunas cuestiones fundamentales para un análisis mayor.

La primera de ellas es si Dilma Rousseff, ex ministra y la candidata oficial del Partido de los Trabajadores (PT) será capaz de ganar la segunda vuelta, después de haber tenido en la mano la elección presidencial. En las últimas tres elecciones la segunda vuelta se ha convertido en un aspecto común de las presidenciales brasileñas. Un escenario donde Lula fue capaz de ganar en dos oportunidades. Sin embagro, una cosa es cierta: Dilma no es Lula, e incluso la casi mítica figura de Lula no fue capaz de evitar la fuerte baja de Dilma  en las preferencias electorales de las últimas dos semanas.

Ahora, si colocamos el análisis en términos más realistas, Dilma continúa teniendo la primera opción de victoria, y a José Serra no le será fácil descontar los 14,5 millones de votos que Dilma le sacó de ventaja en la primer vuelta.

Pero hay un segundo factor que complico la elección de Dilma o la victoria de Serra. Este sin duda es el resultado más interesante de esta ellección. El factor llámase Marina Silva, que fue, desde el punto de vista político, la gran ganadora de esta primera etapa de la elección brasileña. Fue el 20% de preferencia electoral de Marina Silva el que forzó una segunda vuelta, y serán ese 20% el que probablemente decidirá quién será el ganador, en definitiva, de las elecciones presidenciales. ¿Para dónde se inclinarán los votos de Marina?

En principio, y llevando en cuenta el historial político de Marina -original de las filas del , con una ruptura con este partido no traumática-, se espera una alianza natural con Dilma Rousseff. Aunque eso es poco probable: no hay que olvidar que Marina fue la candidata de un partido ( el PV) cuyos principales dirigentes regionales y nacionales son más próximos al candidato Serra, y algunos de ellos con una fuerte posición anti PT. Como resultado podría crearse un impasse entre la preferencia de la candidata verde y las preferencias de su partido. Por lo tanto, lo más probable es que Marina y su partido decidan dejar en libertad al elector, a pesar de que algunos dirigentes verdes irán a declarar el voto para Serra.

El otro aspecto a tomar en cuenta es que los votos dados a Marina hicieron mucho más estrago en Dilma que en Sierra. Dilma no ganó las elecciones en primera vuleta no tanto por Serra, y sí por el voto de  millones de potenciales electores de Dilma que acabaron emigrando para Marina. Entonces, la cuestión principal es saber si esos votos volverán a Dilma o irán a Serra.

Dado que muchos de los votos que fueron dados a Marina eran potenciales electores de Dilma, entonces lo más probable es que una parte más sustancial de esos votos se incline por Dilma. Frente a la hipótesis de una alianza Serra-Marina, y suponiendo que Dilma comience el segundo turno com el mismo caudal de votos que obtuvo en la primera vuleta -algo menos de 48 millones-, Marina tendría que transferir a Serra casi 15 millones de votos, lo que no es nada fácil, porque por lo menos 10 % de los votos de Marina fueron depositados no tanto por una convicción respecto de la propuesta de la candidata verde, sino más por la llamada “onda verde”. Es decir, los electores de Marina muy dificilmente seguirán la orientación de la candidata o  de su partido.

En cualquier caso más allá de las elecciones presidenciales, la primera vuelta electoral dejó varios hechos importantes a ser destacados:

1).-Marina (no el PV) surge como una figura importante en la política brasileña, algo que puede refrescar la democracia en el país.

2).-El apoyo de Marina a uno u otro candidato podría tener un efecto importante para el PV (sobre todo traducido en ministerios), al interior del próximo gobierno brasileño que se inicia en 2011. A pesar de las primeras declaraciones de “neutralidad”, van a ser tentadoras las ofertas que sin duda vendrán desde Dilma y Serra.

3).-Si Dilma confirma su victoria en la segunda vuelta, tendrá una situación institucional para ejercer la gobernabilidad mucho mejor que la que Lula tuvo en sus dos períodos presidenciales.

Las previsiones indican que el PT saldrá de las elecciones legislativas convertido en el primer partido de la Cámara de Diputados, seguido muy de cerca por su aliado, el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). De otro lado, el PT va a aumentar en mucho su representación en el Senado, organismo en el cual la oposición, que tenía una excelente representación, originó muchos problemas a las propuestas del gobierno petista. Una victoria de Dilma aseguraría un proceso de negociación de materias legislativas, de interés para el  gobierno, mucho más sereno que aquel que aconteció en los gobiernos de Lula.

A nivel de los gobiernos estaduales la situación parece más confortable para Dilma, en caso de que se confirme la victoria. Es verdad que la oposición ganó colegios electorales muy importantes como los estados de São Paulo, Minas Gerais y Paraná. Pero en el cómputo general el PT y sus aliados políticos (principalmente el PMDB y el Partido Socialista Brasileño) pasarán a gobernar la mayor parte del país.

Razonado de manera inversa -dado que tanto en el Legislativo federal como en las gobernaciones los aliados que apoyan la candidatura de Dilma serán mayoría-, de ganar Serra podría proyectarse un proceso intenso de negociación y vetos entre su gobierno, el Legislativo y la base polítical estdual.

4).-En consecuencia de las derrotas legislativas y estaduales, una conclusión obvia que evidencia el proceso electoral brasileño en esta primera vueta es que la oposición al gobierno Lula se debilitó bastante. Desde la elección pasada parece estar ocurriendo un proceso gradual de disminuición de partidos -como el PSDB o el Demócrata (DEM)-. Por lo tanto, la única chance que tiene la oposición de revitalizarse consiste en uma victoria de José Serra.

Viejas figuras de la política brasileña pertenecientes a esos dos partidos no salieron elegidos para el Congreso por primera vez en décadas, como es el caso de Tarso Jerrissati del PSDB y Marcos Maciel del DEM. Estos dos partidos tendrán que repensar fuertemente  si es que quieren seguir ejerciendo el papel relevante que desempeñaron en los últimos 25 años.

Una de las buenas noticias son los liderazgos emergentes que apuntan a una disputa política más profunda: la nueva clase política frente a la vieja. Tal vez la salvación para las fuerzas políticas de oposición venga de un renovado liderazgo que comienza a emerger en el sudeste del país, con el ex gobernador Aécio Neves. Aunque probablemente a Aécio Neves le haya salido alguien al camino que puede disputar con él ese liderazgo emergente: Marina Silva.

Finalmente hay otra noticia buena e interesante para la democracia brasileña: en el sector gobiernista surgió otra fuerza política que consiguió hacer un número de parlamentares y gobernadores significativo: el PSB.

En otras palabras, el proceso electoral de la primera vuelta presenció  el declive de algunos de los representantes de la vieja clase política brasileña, frente a un proceso gradual de renovación partidaria y de liderazgos. En el fondo, la elección presidencial también verificó la misma disputa.

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