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China aspiracional
Jue, 13/10/2011 - 14:56

John C. Edmunds

Milagro brasileño de doble filo
John C. Edmunds

John C. Edmunds es doctor en Administración de Empresas de la Universidad de Harvard, profesor de Finanzas de Babson College en Boston y coautor de Wealth by Association.

Lo que perturba de China a muchas personas no es su ingreso per cápita. Hay al menos cinco países de América Latina, y quizá más, que son más ricos que China en términos de ingreso por persona. Lo que ha llamado la atención de muchos es que su ingreso per cápita haya crecido más rápido que el de los países latinoamericanos de alto dinamismo, y mucho más rápido que el de los llamados países ricos. De modo que el sentido común dice que China se convertirá dentro de pocas décadas en la economía más grande del mundo. Pero existe una visión un poco menos efusiva acerca del futuro de China que conviene tomar en cuenta. De hecho China podría estar enfrentándose a algunas restricciones que reducirán su impresionante crecimiento.

Para las personas de negocios de América Latina lo importante es la tasa de crecimiento que logre China, pero también la composición de este crecimiento. No debiera importar mucho si China ganará influencia política de manera rápida o lenta. El desafío es cernir las noticias y los datos y ponderar eventos que podrían desacelerar el acelerado crecimiento de China. Porque hay eventos recientes que podrían alterar las enormes prioridades del país, y provocar cambios a los que empresas latinoamericanas tendrán que adaptarse.

El primer evento ha sido la reacción al accidente de dos trenes-bala. El accidente de los trenes fue una tragedia en sí, con muertos y heridos que dejaron a decenas de familias en la orfandad. Pero lo sorprendente es la reacción. Muchos de los vagones despedazados yacían junto a los rieles, y los equipos de emergencia excavaron una trinchera, empujaron los vagones adentro y los enterraron. Una acción consistente con la reacción oficial: bajarle el perfil al asunto, y enterrarlo tanto metafórica como literalmente.

Lo sorprendente es que el esfuerzo por amordazar la cobertura y la discusión del accidente fracasó de manera espectacular. Testigos locales mandaron clips de video a través de sus celulares. Los bloggeros ventilaron el resentimiento latente contra la censura y el público se sumó. La rabia explotó y rápidamente se dirigió hacia todas las restricciones que quedan aún de la era anterior, cuando la disciplina era necesaria.

El segundo evento han sido las huelgas. Huelgas de verdad, con trabajadores realmente capaces de exigir salarios más altos y mejores condiciones laborales. En las décadas precedentes los sindicatos eran meras extensiones escleróticas y sin dientes del Partido Comunista. Recientemente ha habido escasez de mano de obra y los empleadores no pudieron amenazar de despido a los trabajadores en huelga. En las zonas rurales ya no hay un ejército de reserva de desempleados dispuestos a lanzarse a los empleos urbanos si a los trabajadores se les suben los humos a la cabeza.

La escasez de mano de obra es parte de un panorama demográfico que rápidamente se oscurece. La política del hijo único se puso en marcha en 1967 y se aplicó de manera estricta en las zonas rurales. Hoy en estas zonas sólo hay personas de edad viviendo en granjas. Las granjas están más mecanizadas que antes, y sus hijos se fueron a la ciudad. Dando un brochazo más bien grueso para clasificar a la población, habría unos 570 millones de personas con más de 40 años, y 760 millones con menos de 40. Esto no suena demasiado mal, pero hay que tomar en cuenta que el número de mujeres con más de 60 años es un 29% superior al número de muchachas con menos de nueve años. Un análisis detallado de los datos muestra una gran población de gente vieja y económicamente marginada que será un lastre de largo plazo para los jóvenes y sofisticados consumidores de las ciudades.

La combinación de demografía, malestar y disposición a reclamar podría transformar a China rápidamente en una sociedad post-industrial. El trabajador industrial dócil podría sacarse el overol y mostrar su capacidad de rechazar condiciones de vida que antes aceptaba.

Durante las últimas dos décadas, las economías latinoamericanas se han beneficiado del rápido crecimiento de China. La demanda china por materias primas ha sido sólida y ha fortalecido los términos comerciales de la región y diversificado sus mercados de exportación. Los buenos tiempos pueden seguir, pero llegará el momento en que China deba entregar una mejor calidad de vida a sus trabajadores urbanos, los que hasta ahora han sido la carne de cañón del crecimiento económico.

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