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La agenda sobre la sostenibilidad en el G20 y los principales acuerdos, ¿es suficiente?
Mié, 27/09/2023 - 10:51

Pablo del Arco

Pablo del arco
Pablo del Arco

Director América Valora Consultores.

El pasado 11 de septiembre terminaba en la India la décimo octava cumbre de Líderes de Estado y de Gobierno del G20, bajo la presidencia del país anfitrión y con un eslogan principal que apuntaba hacia el abordaje de los temas asociados a sostenibilidad: “Vasudhaiva Kutumbakam”, traducido como “Una tierra, una familia, un futuro”.

¿Quiénes se reunieron?

19 naciones y la Unión Europea, que representan el 84% de la economía global; con las resoluciones adoptadas dan entrada, además, a la Unión Africana, que representa a 55 países del continente. 

Estas dimensiones dan cuenta de su potencial para generar cambios de alcance global que potencien la adopción de prácticas sostenibles, especialmente por el sector empresarial, desde el establecimiento de regulaciones, hasta el desarrollo de incentivos y otras medidas. 

De igual manera los hace responsables de la actual e insostenible situación, con crisis climáticas, de pérdida de biodiversidad y agotamiento de los recursos naturales, e insuficiencia alimentaria. 

Con un origen inicialmente financiero, su agenda hoy incluye temas como la reducción de la pobreza y las desigualdades, la infraestructura de salud y el cambio climático, desde el multilateralismo. 

¿Qué se concluyó?

En cuanto a sostenibilidad, principal foco en la atención del cambio climático, aunque insuficiente.

Las naciones partícipes del G20 representan más del 80% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), de ahí su enorme responsabilidad. 

Acordaron triplicar la capacidad de generación a partir de energías renovables para 2030, pero sin un plan concreto y señalando que se requerirán al menos US$ 4 trillones al año. Asimismo, la declaración final recoge la urgencia de movilizar US$ 5,8-5,9 trillones antes de 20230 para apoyar en la transición energética a los países en desarrollo; todo ello con el objetivo de conseguir juntos cero emisiones netas en 2050. Si bien se magnifican los recursos, pasando de una proyección de billones a trillones, no se aterriza quién ni cómo 

Sobre la producción y uso de energías fósiles, especialmente de carbón, no existe consenso para ponerles fin. Ambas conclusiones no suponen un buen precedente para la COP28 de noviembre en Emiratos Árabes Unidos. 

Si bien se reconoce la necesidad de limitar el incremento de temperatura a 1,5° Celsius, como establece el Acuerdo de París, y la necesidad por tanto de reducir las emisiones globales de GEI un 43% en 2023 respecto a 2019, no se concretan las acciones. 

Se posiciona el Lifestyle for Environment (LiFE), una especie de enfoque de gestión que integra la transición energética sostenible, la atención a la polución por plásticos, la preservación de la economía basada en los océanos, la disponibilidad de recursos financieros, y reafirma la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); esto de especial relevancia en un momento de fuerte politización y controversia en torno a los mismos en los diferentes escenarios nacionales. 

Además, se lanzó la Global Biofuel Alliance (GBA), como una nueva organización para promover el desarrollo y la adopción de combustibles sostenibles, incluyendo el desarrollo de estándares y certificaciones, comprendiendo tendencias muy relevantes como el interés en el hidrógeno. 

La mirada final

Con un consenso absoluto en la declaración final, la cumbre cumple con la atención de la temática en los grupos de trabajo y la plenaria, posicionado magnánimas declaraciones y objetivos, pero falla en avanzar en hojas de rutas accionables y en la disponibilidad de recursos para los países en desarrollo y/o subdesarrollados, que permita una transición energética justa y la atención de las desigualdades. 

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