Cámara, luz, acción e incentivos estatales para la industria del cine latinoamericano
El brillo de Hollywood ha llamado la atención de los gobiernos de toda América Latina y del Caribe, que ahora compiten entre sí -y con EE.UU. y Europa- para atraer las producciones cinematográficas.
Universia Knowledge Wharton. Los productores de Home Again siempre pensaron en rodar la película en Jamaica. La cinta narra cómo es la vida de los jóvenes jamaicanos cuando son deportados a su país de origen y está basada en experiencias reales obtenidas a través de entrevistas realizadas en Kingston y en los alrededores de la ciudad con personas que de verdad han sido deportadas. Además, el coautor y el coproductor de la película son ambos oriundos del país caribeño.
"Nací en Jamaica y crecí con muchos amigos de las islas", dice Jennifer Holness, coproductora de la película. "Entrevistamos a más de 40 deportados" para la película. "Lo natural era rodar en Jamaica". Además, "queríamos trabajar con la comisión jamaicana de cine. Les dijimos que necesitábamos algún tipo de inversión".
Sin embargo, cuando llegó la hora de filmar, Holness no encontró la "inversión" necesaria en Jamaica, por eso recorrió más de 1.600 Km. en dirección al sudeste con rumbo a la capital de Trinidad y Tobago. La industria del cine de las islas gemelas era inexperta en comparación con la industria jamaicana, que desde hace mucho tiempo sirve de anfitriona para producciones diversas. Además, el gobierno de Trinidad estaba ofreciendo algo que no había hecho el gobierno de Jamaica: dinero. "Gastamos cerca de US$1,2 millón en servicios en Trinidad y recibimos a cambio US$320.000 en deducciones", dice Holness. "Queríamos filmar en Jamaica. Pero cuando nos encontramos con restricciones financieras, buscamos en otro lugar".
La historia de cómo "Home Again" fue rodada en Trinidad y Tobago, y no en Jamaica, muestra la realidad de una industria cinematográfica cada vez más globalizada, y que puede hacer que fácilmente un lugar se parezca a otro para adecuarse a la trama. Muestra también el papel que los incentivos financieros desempeñan hoy en día en la producción de la industria multimillonaria y global del cine, televisión y publicidad. Los incentivos y créditos son "una parte muy importante del proceso de toma de decisión", observa Benson Bramido, socio tributario de KPMG que trabaja con productoras de películas en el área de Los Ángeles. "Ellos ponen una parte significativa de la financiación de producciones para el cine o la televisión".
El brillo de Hollywood ha llamado la atención de los gobiernos de toda América Latina y del Caribe, que ahora compiten entre sí -y con EE.UU. y Europa- para atraer las producciones cinematográficas. De Jamaica a Trinidad, y de México al Cono Sur, los gobiernos están ofreciendo incentivos financieros para atraer a las productoras y crear industrias de producción locales con potencial para la generación de empleos y promoción del país en la pantalla grande con la vista puesta en el turismo. "El mercado continúa su expansión. Hay un número cada vez mayor de países entrando en este mercado con la oferta de incentivos o créditos", dice Bramido.
El potencial de retorno es grande. Una única producción llega a emplear a centenares de personas con un efecto multiplicador valorado en millones. Puerto Rico, uno de los destinos preferidos por los productores de Hollywood que buscan oportunidades fuera del territorio continental de EE.UU., aprobó una ley de incentivo del cine a finales de 2009. En la década siguiente, las producciones de cine y televisión generaron un total estimado de US$481 millones en actividades económicas, según datos de la Comisión de Cine de Puerto Rico.
Millones en actividades económicas
Los incentivos de los gobiernos para la producción de películas existen desde la Era Dorada de Hollywood. Ya a principios de la década de 1900, las productoras -inicialmente en Europa- miraban más allá de sus fronteras en busca de apoyo financiero. Mediante la práctica conocida como coproducción, las productoras salían en busca de socios en otros países con el propósito de sacar ventaja de tratados bilaterales que incentivaban la producción de películas. Si contaban con la participación de dos o más países en la coproducción de una película, las productoras podían solicitar incentivos fiscales y otros tipos de ayudas financieras.
En aquella época, sin embargo, pocos podrían prever el valor actual de la industria del entretenimiento. El consumidor gastó un total estimado de US$1,6 billones en entretenimiento y medios en 2012, según la Perspectiva de Medios y Entretenimiento Globales 2013-2017 de PricewaterhouseCooper, un pronóstico quinquenal.
De ese total, el mercado de películas de entretenimiento, que incluye cine, programas de televisión, vídeos y publicidad, valía, según estimaciones, US$88.600 millones, de acuerdo con el informe citado, que mide el gasto del consumidor en casa y en las taquillas. La parte correspondiente a América Latina fue de US$4.900 millones en 2012 y debería alcanzar los US$6.800 millones en 2017, según datos del informe.
Aunque el informe no mida el impacto financiero de las producciones de películas en las economías locales, los economistas dicen que una única producción, cuando se toma en cuenta la multiplicación de gastos en transporte y servicio de catering, puede generar millones en actividades económicas.
Pero para que una localidad extranjera compita con los centros de producción tradicionales -como Hollywood-, es preciso que haya incentivos. Hace cerca de dos décadas, Canadá revolucionó el sistema de incentivos a la producción de películas ofreciendo incentivos financieros sustanciales para las producciones hechas en el país. Eso cambió la industria, dice Bramido. "El mercado de incentivos a la producción de películas tiene cerca de 20 años. Comenzó en Canadá con el intento de atraer las producciones al país".
A partir de ahí hubo un aumento lento, pero constante, del número de gobiernos extranjeros que ofrecían algún tipo de incentivo financiero a las productoras de películas. Los incentivos varían mucho en tamaño y tipo. La mayor parte de los gobiernos prefiere un sistema de crédito fiscal, que exime a las productoras de pagar parte de los impuestos debidos si cumplen con un requisito mínimo de gastos establecido. Las productoras generalmente toman el crédito tributario y lo venden a un tercero, que lo negocia en el sistema tributario extranjero, a cambio de dinero. Otros gobiernos ofrecen descuentos directos a las productoras pagados en porcentajes del montante total gastado en el país. Otros incluso dan subsidios o exenciones de algunos impuestos, de renta y de hospedaje, por ejemplo.
¿El dinero es la respuesta?
Aunque los incentivos se hayan convertido en parte del proceso de toma de decisión para las productoras y los encargados de encontrar los lugares de la localización, hay quien se pregunta si los incentivos monetarios tienen sentido en lo que concierne a las finanzas. El argumento contrario a los incentivos para películas repercutió de forma más fuerte en EE.UU., donde 44 Estados aprobaron algún tipo de programa de incentivo para películas o programas de televisión, según Motion Picture Association of America. Un cálculo de New York Times, de 2012, constató que los Estados conceden en torno a US$1.500 millones al año a la industria.
"El argumento favorable a esos incentivos es que, con ellos, entran dólares que serán gastados, lo que ayudará al comercio y otras actividades varias", observa Michael Knoll, director adjunto del Centro de Leyes y de Políticas Tributarias de la Facultad de Derecho de la Universidad de Pensilvania. "Además, se cree que eso aumentará la oferta de empleos o la contratación, especialmente en la industria del cine y de la televisión. El argumento contrario se plantea "cuál es el coste de esos incentivos" y si no sería posible "conseguir un retorno mucho mayor para ese dinero con otra cosa". Diversos estudios constataron que la mayor parte de los empleos son ocupados por personas de otros Estados, y que un gran porcentaje de los créditos tributarios va a los ricos.
Según un informe de Massachusetts, por ejemplo, 47% de las rentas generadas en el Estado corresponden a personas que ganan US$1 millón o más al año. Un estudio del Milken Institute, citando estadísticas de ingresos del informe de Massachusetts, señaló que el Estado recibió un retorno sobre la inversión en ingresos fiscales de sólo 16 céntimos por cada US$1 millón de incentivos para la producción de películas entre 2006 y 2008. La polémica en torno al programa de Massachusetts llevó el gobernador del Estado a limitar el programa de incentivo local a US$40 millones al año. Los gobiernos de otros Estados, como el de Carolina del Norte, también analizaron la posibilidad de limitar o eliminar los programas de incentivos.
"De Massachusetts a Carolina del Norte, de Michigan a Iowa, está surgiendo un escenario semejante: los incentivos fiscales para la producción de películas no proporcionan a las economías de los Estados el retorno de lo que costaron a sus respectivos tesoros y contribuyentes", observó Eileen Norcross, investigadora senior del Mercatus Center de la Universidad George Mason, en un análisis hecho el mes de abril.
Otros estudios, sin embargo, constataron un retorno positivo para la inversión. En marzo, un estudio encargado por Motion Picture Association of America constató que el programa de incentivo a la industria de películas en Florida contribuyó con US$4,70 en impuestos provinciales y municipales por cada dólar destinado a producciones. "Con la llegada de esas producciones a la ciudad, se crean miles de empleos en Florida, lo que es un retorno significativo sobre la inversión hecha por el Estado", informó la asociación en una declaración en que se divulgaba el estudio.
Crear toda una industria
Mientras la controversia crece en EE.UU., los gobiernos de América Latina y del Caribe buscan beneficiarse de la polémica ofreciendo incentivos sustanciales a la industria. "El proceso de toma de decisión consiste, en realidad, en filmar en un determinado Estado o hacerlo en el exterior", dice Bramido. Para las inversiones extranjeras, "la idea detrás de la concesión de incentivos es la de crear una industria de manera que haya personas trabajando en el sector para que, en el futuro, sea posible crear una infraestructura, elenco y equipo".
Ofrecer tan solo incentivos fiscales puede proporcionar un retorno insignificante a largo plazo, dice Exequiel Hernandez, profesor de Gestión de Wharton. "Competir solo a través de la concesión de incentivos fiscales significa, en el caso de esos lugares, que están compitiendo por algo que no es sostenible, porque en el momento en que surja un acuerdo fiscal mejor, la industria irá detrás de él", dice Hernández. "Si, por otro lado, pueden proporcionar una infraestructura, personal con know-how, equipos expertos y mano de obra local, todo eso es de gran valor, porque el negocio se vuelve sostenible".
Los gobiernos, sin embargo, no han dudado en participar en ese tipo de actividad. México, por ejemplo, ofrece un descuento en efectivo equivalente a 7,5% de los gastos más el descuento del impuesto de valor añadido que las productoras internacionales tuvieron que pagar. A fin de cuentas, una productora podrá ahorrar 17,5% a través del programa. El instituto nacional de cine del país (Imcine) dispone de US$42 millones al año para invertir. El año pasado, el instituto financió con incentivos 70 películas, la mayor parte de los 112 películas producidas en México. Según Jorge Sánchez, director de Imcine, los incentivos están fomentando el crecimiento de la industria. Hace quince años, añade, sólo seis películas se produjeron en el país.
Colombia lanzó recientemente un programa de incentivos de US$14 millones que concede descuentos del 40% en gastos de producción y 20% de descuento en costes de acomodación, alimentación y transporte para producciones que gastan, como mínimo, US$500.000 en el país.
Argentina, que tiene una larga historia de producción cinematográfica, no tiene incentivos formales, pero la ciudad de Buenos Aires presentó una nueva ley que concedería incentivos fiscales a producciones e impuestos de propiedad menores para las empresas que se establezcan en un distrito dedicado a la producción audiovisual. Incluso sin incentivos, la ciudad ayudó a atraer talentos de primera línea, como el actor Viggo Mortensen, del Señor de los Anillos, que, según informaciones, estaría estrenando una nueva película que se rodará este año en Argentina.
Desde hace mucho tiempo, el principal polo de localizaciones en América Latina y en el Caribe es Puerto Rico, territorio libre asociado de EE.UU., que ofrece 40% de incentivos fiscales sobre los salarios de los equipos locales de filmación. "Puerto Rico ofrece uno de los más elevados paquetes de incentivos del mundo para la industria del cine", dice en un correo Demetrio Fernández, representante del sector de películas de la isla. "Nuestro programa de incentivos al cine es uno de los más antiguos en funcionamiento, lo que proporciona a los productores la certeza de que el programa es lo suficientemente sostenible para continuar a lo largo de los años, y que es fácil hacer negocios en Puerto Rico".
La isla cuenta con una ventaja natural por el hecho de usar el dólar americano, lo que exime a las productoras de lidiar con tasas de cambio. La industria se convirtió en una de las grandes impulsoras de la economía de la isla, dice Fernández. Sólo "en 2009, US$22 millones en incentivos generaron US$18 millones en actividades económicas totales en las industrias de cine y televisión".
Caleb Duffy, gerente de localización en California, dice que los incentivos fueron suficientes para sacar de Hollywood una película en la cual él estaba trabajando. "Aunque la historia pase en California, está siendo filmada en México y en Puerto Rico. Sólo dos semanas, de un total de doce, serán filmadas en" Los Ángeles, dijo él sin revelar el nombre de la película.
República Dominicana, país vecino, está intentando competir con Puerto Rico ofreciendo un paquete sustancial de incentivos fiscales y un nuevo estudio dirigido por Pinewood Studios, responsable de éxitos como Harry Potter y la serie James Bond.
"Creemos que hay oportunidades y negocio suficiente para todos", dice Ellis Pérez, representante del sector de cine del país. El gobierno dominicano aprobó un incentivo fiscal del 25% para la selección de producciones cinematográficas en el país. Muchas productoras prefieren vender esos incentivos a empresas locales a cambio de dinero.
Aunque los incentivos fiscales no sean tan altos como los de Puerto Rico, Pérez dice que el nuevo estudio, inaugurado parcialmente a principios de año, pone en situación de ventaja a la República Dominicana. Pinewood Indomnia Studios, cuya primera fase ha tenido una inversión de US$70 millones, tiene un tanque de agua para filmaciones "en el mar" o para escenas submarinas. El Tanque de Agua Horizontal de 5.620 m2 está equipado con una unidad marina y de buceo completa, según la empresa.
Pérez, sin embargo, dice que es consciente de que los incentivos son tan importantes como cualquier otra cosa. "Es una herramienta que ha llegado para quedarse".