Pasar al contenido principal

ES / EN

¿Cómo terminar con la dependencia de ayuda en Haití?
Sábado, Octubre 30, 2010 - 08:34

El riesgo es que miles de millones de dólares en ayuda no dejen un legado duradero en el país más pobre del Hemisferio Occidental.

Puerto Principe. Era el principal hospital privado deHaití, con salas repletas de modernos equipos médicos, cirujanoscapacitados con las últimas técnicas y gruesas paredes construidas pararesistir un terremoto.

Esos muros se mantuvieronfirmes cuando la tierra tembló el 12 de enero y durante tres mesesdespués del devastador sismo el Hospital CDTI du Sacre Coeur abrió suspuertas de par en par, atendiendo a miles de víctimas sin cobrarles.

Doctoresestadounidenses y franceses, respaldados por sus respectivos gobiernos,trabajaron sin parar en los quirófanos del CDTI junto a sus pareshaitianos, recibiendo a más de 12.000 pacientes y realizando más de 700cirugías importantes.

Hoy, el hospital estávacío, sus consultorios y quirófanos abandonados, sus camas en desuso,sus ecógrafos juntan polvo y sus dos ambulancias yacen cubiertas porlonas en el jardín.

El 1 de abril, el propietarioReynold Savain fue forzado a cerrar CDTI porque ni el gobierno deHaití, ni el de Estados Unidos, ni Naciones Unidas, le ayudaron a pagarsus cuentas.

Los pasillos del hospital son unmonumento al fracaso del gobierno haitiano y la comunidad internacionalen trabajar junto al sector privado en la reconstrucción. El riesgo esque miles de millones de dólares en ayuda no dejen un legado duraderoen el país más pobre del Hemisferio Occidental.

Savaindijo que cuando acudió a la Organización Mundial de la Salud en buscade ayuda para atender los salarios de sus doctores, ellos ofrecieronpagar en alimento y mantas, lo que no es de uso alguno paraprofesionales que necesitan dinero para cubrir sus alquileres y laeducación de sus hijos.

"Filosóficamente, nopueden trabajar con el sector privado, ese es el verdadero problema",dijo el canoso Savain, mientras abría puerta tras puerta de las salasvacías.

"Quieren que todo pase por el sector público, pero deben encontrar un modo de fortalecer el sector privado", agregó.

Losamigos dicen que Savain también cometió errores en el manejo del tema,enviando facturas a la Agencia para el Desarrollo Internacional deEstados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés), como si tuviese elderecho de cobrar a cada paciente sus honorarios completos en unmomento de emergencia nacional, en lugar de buscar un acuerdo mutuo.

Noobstante, nueve meses después del terremoto, hay una fuerte sensaciónde que el Gobierno haitiano, los donantes internacionales y lasorganizaciones no gubernamentales (ONG) y el sector privado simplementeno está yendo en la misma dirección, ni siquiera están hablando elmismo idioma.

Sistema de salud vulnerable. Cadatanto, Haití sufre desastres seguidos por ayuda que hace poco paragenerar prosperidad a largo plazo, abrumando tanto al Gobierno como alsector privado. De políticos corruptos a elites nepotistas yextranjeros bien intencionados que pensaban que sabían más, hay muchaculpa por repartir.

El tema es cómo romper elciclo y reconstruir tras el sismo que mató a 300.000 personas y dejó amás de un millón sin techo, con vastas extensiones de Puerto Príncipeen ruinas.

El desastre atrajo un aluvión desolidaridad de todo el mundo y la ayuda internacional cosechó éxitos.Pero no está produciendo y es incapaz de generar empleos permanentes enel sector privado. No hay sector en el que esto resulte más evidenteque en la agricultura y la medicina privada.

Ahorallega agua corriente y potable, atención médica y alimentos a muchos delos 1,3 millones de personas en los campamentos que están apiñados encualquier espacio disponible -entre los escombros y los edificios-sobre las empinadas colinas de la caótica capital.

Lahambruna y las epidemias habían sido mayormente evitadas hasta que unbrote de cólera matara a cerca de 300 personas en los últimos días,suscitando temores de una epidemia mayor.

Puedeque la atención médica para el habitante de la ciudad promedio seamejor que antes del sismo, aunque eso implique un nivel lastimosamentebajo, según estándares internacionales.

Pero todavía resulta difícil encontrar trabajo, incluso para los haitianos calificados.

Enuno de los campamentos, la enfermera estadounidense Beth Middleton abresu bolso para mostrar media decena de curriculums recibidos sólo esamañana de doctores en busca de trabajo, hombres formados que Haitínecesita desesperadamente pero que languidecen bajo las tiendas que larodean.

"La atención médica existente antes delterremoto se vio paralizada por el esfuerzo humanitario. Las farmaciascerraron debido a todos los medicamentos gratuitos y los doctoresperdieron a todos sus pacientes", indicó.

Lafarmacia de Policarpe Jean Yves se derrumbó tras el terremoto y hoy élpasa sus días en los escalones de una pequeña tienda cercana que unamigo le permite usar, cuyos estantes están vacíos excepto por unaspocas cajas de medicamentos.

Todavía paga elpréstamo por su antiguo comercio, a tasas de interés de 4 ó 5 porciento mensual, pero la actividad comercial es débil.

Medicamentosgratuitos del extranjero están inundando el mercado, ya sea entregadosdirectamente a los habitantes de los campamentos o revendidos a bajoprecio en secreto, los doctores han dejado la zona y las recetas handisminuido.

"La demanda ya no es la misma y notengo mucho stock de cualquier modo. Ahora, esto no es rentable. Sóloestoy sentado aquí reflexionando sobre qué hacer", aseveró.

Errores del pasado, repetidos. Haití,que se independizó de Francia en 1804 tras una revuelta de esclavos, seha convertido en sinónimo de cómo no administrar la ayudainternacional. Beneficios canalizados por agencias internacionales yONGs dejaron al Gobierno sin legitimidad y distorsionaron la economíalocal con el aumento de salarios, alquileres y precios.

Organizacionesinternacionales se han quedado con el personal calificado de las filasdel Gobierno, y un fallido modelo de crecimiento en base a lasexportaciones dejó al país más dependiente aún de importaciones y ayudahumanitaria.

Edmond Mulet, el director de lamisión de la ONU en Haití, dijo que la comunidad internacional es enparte responsable por la debilidad del Estado haitiano, porque noconfió -y de este modo eludió- en los sucesivos gobiernos.

"Creamosesta república de las ONGs, casi 10.000 de ellas, algunas de las cualesson extremadamente responsables y están haciendo un muy buen trabajo,pero muchas otras están allí y nadie sabe lo que hacen, y nadie sabe dedónde proviene el dinero o a dónde va", dijo Mulet.

"Yhemos creado estas estructuras paralelas, en educación, en salud, entodo tipo de responsabilidades que los haitianos deberían estarasumiendo por su cuenta", agregó.

"Reconstruyendomejor" fue el mantra del ex presidente estadounidense Bill Clinton ytodo el equipo de reconstrucción post-sismo, pero hay pocos signos deese cambio clave.

La comunidad internacionalparece incapaz de cambiar de rumbo desde la ayuda humanitaria a losproyectos a largo plazo, con diversas tareas realizadas por diferentesgrupos que nunca parecen encajar. En cambio todos los problemas ligadosa la ayuda han vuelto a aparecer, a mayor escala.

Elenvío masivo de alimentos gratuitos desde el extranjero socavó laagricultura local, disminuyendo los precios y perjudicando los ingresosde los granjeros, según dijo Oxfam en un informe de este mes, agregandoque todavía había muy poco énfasis en el desarrollo de la economíaagrícola de la isla.

Es una queja formuladatambién por el presidente haitiano, Rene Preval, quien ha pedidoreiteradas veces que se produzca más ayuda alimenticia a nivel local.

USAIDgastará 126 millones de dólares en cinco años para mantener a lapoblación rural afuera de Puerto Príncipe, y en agosto implementó dossubsidios para ayudar a las familias haitianas a comprar alimentoslocales. Un portavoz dijo estar tratando de encontrar el equilibriocorrecto entre la asistencia para salvar vidas y el desarrollo a largoplazo.

Pero una veda sobre la asistencia directaa las industrias que compiten con las exportaciones estadounidense, ylas grandes importaciones de arroz, azúcar y aves de corral a Haití hansocavado esos objetivos, indicó Oxfam.

Irónicamente,Haití es el tercer mercado de exportaciones para el arrozestadounidense, su arancel de sólo 3 por ciento es mucho menor alpromedio caribeño de 38 por ciento.

Puede que lospoderosos estados estadounidenses exportadores de arroz comoCalifornia, Arkansas y Texas se beneficien, pero sin duda los granjeroshaitianos no.

"La comunidad internacional debeabandonar estas conflictivas políticas comerciales y asistenciales parapoder fomentar el crecimiento de la frágil economía rural de Haití",dijo Phillippe Mathieu, director de Oxfam para Haití.

Iinmigración y clase media. Haitíes un país migratorio. Antes del sismo, un promedio de 75.000 personassolía migrar desde el campo a la capital cada año en buscar de empleo yoportunidades.

El primer ministro Jean-MaxBellerive dijo que la descentralización, la reconstrucción dela infraestructura rural y atraer inversiones extranjeras son lasúnicas formas de solucionar los problemas de los 1,3 millones dehabitantes de los campamentos.

Reubicar a lagente en el campo sin esa inversión, sin oportunidades laborales niservicios públicos, dijo, es una pérdida de tiempo. El problema es eldinero, porque gran parte de la ayuda está ligada metas humanitarias yno de desarrollo.

"(...) La única forma de hallar dinero es atraer capital privado para que haga negocios en Haití y haciéndola rentable", dijo.

Lainversión privada tendrá que recorrer un largo camino para solucionarel otro gran problema migratorio de Haití: el de su clase media, quehuye en masa a Estados Unidos o Canadá.

Más de 80por ciento de las personas que terminaron su educación universitaria sehan ido del país, según datos de la ONU, el mayor índice entre lospaíses menos desarrollados. Sus remesas sostienen la economía haitiana,pero reducir o incluso revertir esa migración es la única esperanza alargo plazo.

No obstante, por ahora, la clasemedia parece haber sido ignorada en la prisa por ayudar a los pobres,reconstruir el Estado y atraer a grandes inversores extranjeros.

"Laclase media es la mayor víctima del terremoto, eso está claro. Y ellosson los únicos que nadie está cuidando, empezando por nosotros, elGobierno", afirmó Bellerive.

Son víctimas comoMarc Eddy Jean Francois, un empresario de 42 años que solía dirigir unaescuela de informática y negocio de electrónica antes del sismo. Lamayor parte de sus activos quedaron destruidos. El propietario dellocal donde tenía su negocio le pidió que pagara para reparar los dañosy se negó a reembolsarle el alquiler.

Hoy, montóun comercio en un precario puesto sobre una vereda, improvisado conhierro corrugado y una antigua puerta, llamado en un tono más bienoptimista "Radio Galaxie". Sus existencias se reducen a una solacomputadora portátil reacondicionada, una cámara de video, unas pocastarjetas de memoria, algunas baterías y una antorcha de plástico.

Lafamilia de Eddy solía tener un almacén y él estudió administración deempresas con la idea de convertirse en un empresario exitoso y enúltima instancia seguir los pasos de su hermano hacia el extranjero.Pero esos sueños han sido difíciles de concretar.

"Laclase media no tiene esperanzas para salir adelante", afirmó, sentadoen un banco sobre la vereda afuera de su comercio, mientras un perroolfateaba un charco de agua estancada y basura cerca de él.

Esperanza en el futuro. Hayun destello de esperanza en el horizonte para personas como Eddy, y lasautoridades haitianas están preparando un fondo de crédito de garantíaparcial, que esperan reduzca la tasa de interés a niveles accesiblespara dar 140 millones de dólares en préstamos y permitir a los pequeñosempresarios ponerse nuevamente en pie.

Pero el motor de la inversión extranjera, de la que Bellerive depende, todavía está chisporroteando.

Seha anunciado algunos proyectos significativos, el más grande de loscuales es una inversión de 100 millones de dólares en la empresa detelecomunicaciones estatal por parte de la compañía Viettel dirigidapor el Ejército vietnamita.

Una empresa textilsurcoreana, Sae-A Trading Company, anunció que formaría parte de unproyecto para un parque industrial y un emprendimiento de confección deprendas en Haití, apuntando a generar 10.000 empleos.

Otrosfabricantes de prendas también están mostrando interés, en busca debajos sueldos a medida que los costos suben en el resto del mundo, ydespués de que el Congreso estadounidense extendiera este año el accesolibre de impuestos al mercado de la vestimenta de Estados Unidos.

Enlas afueras de la capital, a pesar del sismo continuaron las obras deuna flamante planta de generación de electricidad de 56,7 millones dedólares, y el proyecto haitiano-surcoreano tiene programado entrar enfuncionamiento en enero.

Pero los planes deinversión en hotelería y turismo, teniendo en cuenta que antes delsismo había cinco cadenas hoteleras interesadas, quedaron en el camino,dijo Jocelerme Privert, un asesor del presidente.

Muletdice que la inversión extranjera es obstaculizada por la ausencia delEstado de derecho, algo por lo que señala a la elite política yeconómica que se beneficia del estatus quo.

"Todala campaña de reconstrucción, las inversiones, todo eso está siendorealizado en materia de ayuda humanitaria para el público (...) todohabrá sido en vano a menos que los mismos haitianos tomen la iniciativade generar el Estado de derecho en Haití", afirmó.

Lanación caribeña, situada al este de Cuba en la isla La Española, tienereputación de corrupta, una fascinación de lo tropical y una explosivaviolencia social y política, resumida en la novela de Graham Greene"The Comedians".

Dictadores como Francois "PapaDoc" Duvalier y su hijo Jean-Claude "Baby Doc" se asociaron conpoderosos empresarios locales y extranjeros para mantener al grueso dela población mayormente rural bajo el yugo de más absoluta pobreza.

"La elite repugnante". Aligual que el propietario del hospital, Savain, Richard Coles es unmiembro de piel clara de la elite comercial y admite libremente que suspares han encarnado un papel mediocre en el accidentado pasado de supaís.

"Nunca respetamos el Estado de derecho,fácilmente conspirábamos para derrocar al Gobierno pero nunca parareconstruir el país, usamos nuestro acceso al palacio nacional en posde nuestros intereses comerciales pero nunca vamos a decir 'hagan algopor la gente en Cite Soleil'", dijo Coles.

"Gastamos mucho dinero en Estados Unidos y no en Haití. El país nos dio todo y nosotros no dimos nada a cambio", agregó.

Yaún así, afirma, la comunidad internacional debe dejar de ver a loslíderes comerciantes como a una "elite repugnante" y colaborar conellos para reconstruir la economía.

Coles dirigeMultiTex, una filial de su extenso negocio familiar que emplea a 3.000personas y produce dos millones de camisetas por semana para exportar aEstados Unidos y Canadá.

Lo que está faltando, yasea en la caótica campaña de las ONGs o en el sector privado, esliderazgo político, dijo Coles en su oficina, mientras las máquinas decoser zumbaban bajo tubos fluorescentes en la fábrica del piso de abajo.

"Amenos que haya un plan maestro para Haití, el sector privado haitianoseguirá sobreviviendo, pero nunca podrá ser un instrumento dedesarrollo", indicó Coles.

Desde que llegó alpoder en el 2006, el Gobierno de Preval había cosechado una decentereputación en el extranjero por promover reformas y negocios. Pero éstese vio paralizado por el terremoto, perdiendo edificios de ministeriosy veintenas de funcionarios públicos.

Aún así,muchas víctimas del sismo se quejan de que el Gobierno no ha atendidosus necesidades a tiempo, e incluso Mulet se refirió a la necesidad deuna "renovación en la energía política" y una nueva dirigencia despuésde las elecciones presidenciales en noviembre.

Sentadoen su residencia sobre la cima de una colina con vista a PuertoPríncipe, el primer ministro Bellerive parece casi paralizado por eldesafío al que se enfrenta. Existen planes de Gobierno pero reconoceque no existe la claridad que podría haber, algo por lo que culpa a lacomunidad internacional.

Aunque Haití vienesiguiendo desde hace años los programas del FMI, Bellerive dice que unplan de reducción de la pobreza elaborado en el 2006, y "aplaudido portodo el mundo", quedó simplemente sin financiación.

"No vamos a desperdiciar meses preparando un plan sin saber quién lo va a financiar", declaró.

Casitodo el dinero que llegó a Haití desde el terremoto ha eludido alGobierno por completo y gran parte llegó a través de ONGs que nisiquiera están coordinadas con los gobernantes.

Inclusono es seguro que lleguen los 11.000 millones de dólares prometidos parala próxima década y estarán mayormente fuera de su control, explicó elfuncionario.

De modo que se ha cerrado un ciclo, con todos los actores en Haití casi sobrepasados por la escala de los problemas.

"Todos se culpan entre sí, pero todo el mundo es responsable", afirmó Coles.

Líderescomerciantes dicen que cuando las elecciones de noviembre hayan quedadoatrás, si hay estabilidad macroeconómica y una dirigencia más sólida,quizás aún haya esperanzas de poner la reconstrucción de Haitínuevamente en camino y su sector privado otra vez en pie.

Peroen octubre, con el grueso de los escombros todavía sin recolectar y lagran mayoría de los sobrevivientes aún viviendo bajo toldos, hay pocopara dar a esas esperanzas.

El dinero que hallegado por ahora parece haber pasado por Haití sin dejar mucho tras supaso, excepto una mayor dependencia de la ayuda humanitaria.

"Ycuando el dinero se acabe, nosotros...", dijo Savain en tono grave ensu hospital vacío, haciendo un movimiento con su mano junto a su cuelloa modo de corte.

Autores

Reuters