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Por qué Chile debe reconocer a Palestina y sus fronteras pre guerra de 1967
Vie, 24/12/2010 - 13:19

Elías Selman

Elías Selman
Elías Selman

Cofundador de América Economía.

Luego de Brasil, Argentina y Uruguay, la reflexión sobre reconocer o no el Estado Palestino está siendo analizada por el gobierno de Chile.  

Sobran razones por las cuales este país debiera prontamente reconocer a Palestina como Estado independiente, incluyendo sus fronteras las que existían antes de la guerra de 1967. Hay razones de orden jurídico, político-diplomático, de justicia y de gratitud con la comunidad chileno-palestina:

En primer lugar, la Resolución 181 de las Naciones Unidas, adoptada el 29 de noviembre de 1947, recomendó el término del mandato británico de Palestina y la partición del territorio en dos estados: Israel y Palestina. Aunque nunca se haya cumplido, este mandato sigue vigente. Al reconocer al Estado palestino, Chile no haría otra cosa que cumplir con una resolución de Naciones Unidas, contribuyendo a saldar una deuda de la comunidad internacional con el pueblo palestino que sigue siendo jurídicamente válida.

Hay también una razón de simple justicia y dignidad. Todos los que hemos visitado la zona hemos podido comprobar cómo un pueblo entero ha sido reducido al 11 % de su territorio original y ancestral en tan solo en 61 años, y no  se trata solamente de una reducción cuantitativa. 

Hoy el pueblo palestino vive en un conjunto de clusters que no se conectan entre sí, rodeado de muros amenazantes, vigilado por francotiradores y hombres armados. Los palestinos tienen que movilizarse en su propio territorio bajo el control de policías y agentes de otro país, no tienen el control de recursos naturales, como el agua, tan escasa en la zona, y su comercio exterior está sujeto a la voluntad y discrecionalidad de dichos agentes extranjeros. Es una tremenda injusticia que la comunidad internacional carga en sus hombros. Nelson Mandela, cuya autoridad moral nadie podría negar, ha dicho: "todos sabemos muy bien que nuestra libertad será incompleta sin la libertad del pueblo palestino".

En tercer lugar, hay razones diplomáticas. Es importante que Chile se alinee con Brasil, Argentina y Uruguay, países que hicieron el reconocimiento del Estado palestino y sus fronteras como las anteriores a la guerra de 1967. No hay que perder de vista por qué lo ha hecho Brasil: no por razones de simpatía natural de un gobierno de centroizquierda a una causa que históricamente ha sido apoyada por la izquierda. La diplomacia brasileña es muy profesional y sus orientaciones políticas trascienden a los gobiernos de turno. La verdadera razón es que Brasil quiere posicionarse ante la comunidad internacional como un actor de peso, dispuesto a participar proactivamente en la escena política mundial. El objetivo de fondo para Brasil es ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. 

Es muy importante que Chile participe desde hoy mismo en el apoyo a Brasil en este objetivo, que resulta de todo interés no solo para Chile, sino para toda América Latina. No es casualidad que Argentina, país donde la comunidad judía tiene un peso mayor que en cualquier otro de la región -donde además su canciller, Héctor Timerman, es judío-haya seguido rápidamente los pasos de Brasil.

Entendemos que el problema para el gobierno de Chile es desafiar a  EE.UU, que ha calificado de imprudente la  decisión de Brasil, Argentina y Uruguay en relación al tema palestino. Sin embargo, no hay razón alguna para este temor: baste recordar que el presidente Lagos, cuando Chile integraba de manera temporal el Consejo de Seguridad, votó en contra de EE.UU y su propuesta para invadir militarmente a Irak y deponer a Saddam Hussein. Y su decisión no tuvo consecuencias sobre la aprobación del tratado de Libre comercio entre  Chile y EE.UU. por parte del gobierno estadounidense. EE.UU sabe que Chile es un país serio y respetará la decisión que tome nuestro gobierno.

Por último, el reconocimiento al Estado palestino y sus fronteras históricas (sin las cuales el reconocimiento no tiene ningún sentido) es el reconocimiento de los vínculos históricos entre Chile y el pueblo palestino. La comunidad chileno-palestina es muy numerosa, posiblemente la más grande fuera del Medio Oriente (hay quienes la estiman en unas 350.000 personas). 

Para los que hemos visitado los pueblos de Belén y Beit Jala, es emocionante verificar cómo se repiten los apellidos que nos resultan tan familiares aquí en Chile: Mansour, Hasbun, Jadue, Aguad, etc. También resulta triste comprobar que muchos apellidos de origen palestino en Chile ya han desaparecido en la zona, debido a la ocupación y la diáspora que esta ha generado.

Los chilenos de origen palestino le han dado mucho a Chile desde la llegada de sus primeros antepasados a principios del siglo 20. El desarrollo del comercio, la industria y la banca en Chile lleva en gran medida su sello. También se han destacado en el ámbito político y académico. Es por esto que Chile fue uno de los primeros países latinoamericanos en apoyar a un Estado palestino independiente y viable... En efecto, fue uno de los primeros países de Latinoamérica en enviar un representante diplomático a dichos territorios después de los acuerdos de Oslo en 1993.

Si Chile no se suma a Brasil, Argentina y Uruguay en el reconocimiento de un estado Palestino con las fronteras que existían antes de la guerra de 1967, se estaría rompiendo con un patrón de conducta histórico en esta materia. Además de un error político y diplomático, se estaría contribuyendo a prolongar la tremenda injusticia que sufren los palestinos en su propio territorio.

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