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A 62 años del armisticio de la Guerra de Corea: ¿y la reunificación?
Vie, 24/07/2015 - 11:42

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Hace 62 años, coreanos del sur y norte se sentaban a firmar el Armisticio de Panmunjon. Este documento ponía en status quo un conflicto que, técnicamente, se mantiene activo hasta el día de hoy. No existen cifras oficiales del número de muertos, pero se cree que este fluctuó entre 1,5 a 2,5 millones de personas [Militares y Civiles]. A este respecto, solo hace unos días, el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha hecho ver la necesidad de tomar “venganza” por los crímenes cometidos por Estados Unidos entre 1950 y 1953. El líder norcoreano ha sostenido que se debe “hacer pagar a Estados Unidos por el derramamiento de sangre de los coreanos y ajustar cuentas cuento antes con la fuerza de las armas”.    

La división de la península y la tensión derivado de ello ha sido, desde 1953, una preocupación nacional, regional y global. Desde la perspectiva de los coreanos del sur [y con seguridad también para los del norte] la cuestión de la unificación es una preocupación permanente. Así, con el objetivo de explorar un proceso de reunificación, Corea del Sur crea en 1969 el Ministerio de Unificación. Desde entonces el proceso ha experimentado distintos niveles de acercamiento y distanciamiento.

A comienzo de los 70s, la Cruz Roja del Sur y Norte tuvieron un rol fundamental en pavimentar los primeros acercamientos. Este esfuerzo tuvo sus frutos en el Comunicado Conjunto de Julio de 1972, el cual era el primer documento en que ambos –desde 1953, estaban de acuerdo en su contenido. Cuatro fueron los aspectos centrales del mismo: (1) ambas partes acordaban implementar medidas apropiadas para detener una provocación militar y debían cultivar una mutua atmosfera de confianza entre ambos lados, (2) ambas partes estaban de acuerdo en promover el entendimiento mutuo, (3) ambas partes se comprometían en facilitar y agilizar las reuniones de la Cruz Roja del Norte y Sur y (4) ambas partes, con el fin de evitar enfrentamientos militares accidentales, acordaban establecer contactos telefónicos entre Seúl y Pyongyang.

Dos hitos marcarían 1973. Primero, tensionando el Comunicado de 1972, Corea del Norte rechaza la idea de Corea del Sur de promover el ingreso a la ONU, lo cual ocurriría en 1991, como dos naciones independientes. Esto motivó que, en 1973, Kim Il-Sung propusiera los cinco puntos para una Política de Reunificación Nacional llamada la “República Confederada de Goryeo”. El segundo, producto del primero, fue que ambas naciones así ponían fin a la Doctrina Hallstein. Como sostiene Jong-Dae Shin del Wilson Center Institute, para entonces el enfriamiento del diálogo Norte-Sur fue tan dramático como en su comienzo.

Lo medular de lo iniciado en 1971 por la Cruz Roja de ambos países es que, desde entonces, la península ha estado en un proceso permanente de búsqueda de una solución para su reunificación. De este modo, Corea del Sur –por razones lógicas, en períodos de mayor y menor acercamiento con Estados Unidos, ha condicionado en gran parte su política exterior a este objetivo. Así, entre 1973 y 1987, durante la última parte del período de Park Chung-hee y todo el período de Chun Doo-hwan,  instauró “política de puertas abiertas”. Entre 1988 y 1998 desarrollo la “Nordpolitik”; periodo en el que se destaca el “Acuerdo Básico Norte-Sur” y la Declaración Conjunta de Desnuclearización de 1992, así como la propuesta del sur por una Fórmula de Unificación de 3 Fases de 1994. Entre 1998 y 2008 la “Sunshine Policy”, seguido de algunos años de reevaluó, para que desde la llegada al poder de la Presidenta Park Geun-hye, instaurar la “Trustpolitik”, la que ha tenido su momento culmine en el discurso de la Presidenta Park en la Declaración de Dresden [Alemania].

El siglo XXI, antes y después de la consolidación de la tercera etapa del programa nuclear de Corea del Norte, el cual se inicia en 1952, también ha sido testigo de importantes iniciativas. Así, el 2000 se produce el Primer Summit Inter-Coreas. Lamentablemente, presionando la seguridad de la península, de Asia-Pacífico y del mundo, el 2003 Corea del Norte se retira del Tratado de No-Proliferación Nuclear. Como consecuencia, al realiza su primera detonación nuclear el 2006, Corea del Norte cambia su status militar. El 2007, cuando se pensaba que la tensión en la península  no permitiría tener nuevos avances, se realiza el Segundo Summit Inter-Coreas. La sensación producto de este nuevo acercamiento era que se podía encontrar un camino alternativo. Sin embargo, los deseos volvieron a chocar violentamente con la realidad cuando Corea del Norte, en 2009 y 2013, volvió a desafiar al sistema internacional con dos nuevos test nucleares.  

Todas estas iniciativas han tendido principalmente a encontrar caminos de acercamiento y a avanzar, especialmente, en la ayuda económica a Corea del Norte, así como al encuentro de las familias separadas por la división resultante de 1953. Hoy la reunificación de la península de Corea, como hace 62 años, no es una cuestión de solo dos actores. Este es un proceso que involucra, además, los intereses políticos y económicos de Estados Unidos y China; y donde también Japón y Rusia tienen algo que decir. Lo central es que la pacificación y reunificación de la península tendría un efecto catalizador en lo económico, político y cultural que impactaría a nivel nacional, regional y global.

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