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Co-creación: una fuente de inspiración y desarrollo de innovación en Chile
Lun, 31/08/2015 - 09:37

Renzo Pruzzo

Co-creación:  una fuente de inspiración y desarrollo de innovación en Chile
Renzo Pruzzo

Renzo Pruzzo es Ingeniero Civil Industrial de la Universidad Adolfo Ibáñez y Master of Management de la misma casa de estudios. Actualmente es Gerente General del Club de Innovación.

La co-creación es una excelente herramienta para desarrollar innovaciones, sin embargo, es necesario lograr un nivel de confianza entre las partes para que ocurran, de lo contrario se ve truncado y las partes se quedan en asuntos más bien políticos.

Ahora bien, actualmente el país vive una crisis de confianza en diferentes ámbitos, desde la clase política hasta las empresas. No es necesario entrar en muchos detalles para esclarecer que el financiamiento de la política y conflictos de interés han sido últimamente el plato fuerte en los medios. Esto ha perjudicado enormemente la opinión de la ciudadanía hacia nuestras instituciones y empresas, teniendo una predisposición negativa y siendo muy críticos con nuevas iniciativas, lo cual coarta la posibilidad de co-crear junto a la ciudadanía.

A su vez, las personas están más empoderadas, manifestándose frente a cualquier irregularidad o insatisfacción de parte de las diferentes organizaciones, ya sea en las calles o a través de las redes sociales, lo cual ha contribuido a que se propaguen las insatisfacciones de forma más rápida e impactante, haciendo incluso que las organizaciones deban hacerse cargo de responder a través del mismo canal de comunicación. Existe un consenso tácito, en que se le ha hecho un profundo daño a nuestro contrato social, pero para volver a construir las confianzas es necesario trasparentar y comenzar a empoderar a las personas en las decisiones país. Si bien trasparentar es el paso 0, tanto autoridades como el empresariado deben hacerse cargo lo antes posible de ello, de forma de dar paso a la colaboración y co-creación.

Con el concepto co-creación me refiero a que las organizaciones crean nuevos productos, servicios, procesos o incluso políticas públicas en conjunto con actores externos a ellos, y si bien este término es usado mayoritariamente en el mundo privado, las consultas ciudadanas caen dentro de este mismo concepto. Sin embargo, vamos a enfocarnos en lo que ocurre en las empresas y cómo pueden sacar provecho de esta práctica para mejorar la relación con los stackeholders y de paso, impactar en sus resultados.

La co-creación se puede dar en diferentes niveles, ya sea para un programa, un proyecto o para una tarea en concreto. Por otro lado, puede ser con diferentes actores, por un lado puede ser un el público masivo, con “lead user” y expertos o con otras empresas, teniendo cada una un objetivo distinto. En esta lógica se pueden dar todo tipo de colaboraciones con los externos de la empresa, tales como (por nombrar algunas de las más conocidas) el “Crowd sourcing”, usado para recibir colaboraciones sobre ciertos desafíos desde distintas fuentes o públicos; la innovación abierta, que es usada para abordar desafíos de las empresas con comunidades de expertos y recibir ideas o proyectos innovadoras; “Co-diseño” o “co-desarrollo” donde se mezclan capacidades entre diversas organizaciones para desarrollar algo nuevo, ya sea un producto, servicio o mejorar un proceso.

La co-creación es una herramienta muy importante para las empresas, pero a la vez poco explotada. En la última encuesta de innovación hecha por el Gobierno, entregó como resultado que de las empresas que innovan (menos del 40%), solo un 7,3% lo hace colaborando con externos. Lo paradójico de esto es que las tendencias mundiales van hacia la colaboración y la co-creación, sin embargo en nuestro país, la confianza nos está jugando una mala pasada. Puesto que las empresas si bien ven valor en colaborar con otros, no les son fácil, esto por lo siguiente: ¿haría usted un negocio con algún desconocido? O aún más, ¿haría un negocio con alguien en quien no confíe? La respuesta a esto es evidente: “No”.

Chile posee de uno de los índices más bajos de confianza, siendo penúltimo de la OECD, lo cual implica que la colaboración seguirá siendo baja por mucho tiempo a menos que existan espacios donde se trabaje y las personas que desarrollan innovaciones interactúen. En las empresas ocurre lo mismo, éstas últimas están compuestas por personas, lo que implica es que se debe cultivar las confianzas entre miembros claves de las organizaciones y que estos además, conversen en el mismo idioma. Cabe destacar que las confianzas no se desarrollan por generación espontánea, se construyen y para ello deben existir espacios donde las personas se conozcan, aprendan y co desarrollan nuevas soluciones.

Ahora bien, una vez que la confianza está construida entre las personas, un aspecto clave para lograr co-crear es buscar el complemento entre de las capacidades propias de la organización o de la industria, es decir, identificar problemas u oportunidades internas o del mercado, luego buscar una empresa que pueda ayudar en el co-desarrollo de la solución, un ejemplo de esto ocurrió en el Club de Innovación donde una empresa de telecomunicaciones desarrollo un proyecto junto a una empresa de seguridad social; o de combustibles y maquinaria; o de residuos y aguas junto a insumos agrícolas, entre muchos otros casos.
De esta forma, estamos convencidos de que las empresas chilenas tienen una posibilidad muy atractiva de buscar en la co-creación una fuente inagotable de creatividad y nuevas soluciones, hay tantas soluciones como empresas y capacidades. Sin embargo, como la piedra angular de esta desarrollo conjunto es la confianza, los proyectos se deben detener cuando uno de los dos no pueda tomar los desafíos y así no romper esta confianza.

Los esfuerzos del Club en el último año han estado enfocados a que se generen resultados colaborativos, pero para que esto ocurra se debe desarrollar el capital social entre las personas pertenecientes a las empresas miembros y nivelar las capacidades metodológicas de innovación, fomentando el trabajo de inmersión, observación, ideación, prototipeo, testeo y escalamiento de forma colaborativa, definiendo roles y responsabilidades en cada una de las etapas del proceso.

Finalmente, si lográsemos mejorar este 7,3% de colaboración dentro de los proyectos de innovación, tendríamos innovaciones más radicales mezclando capacidades de diferentes industrias, consiguiendo como consecuencia la exportación de valor agregado desde Chile.

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