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Corea: las dos caras y el valor de la democracia
Lun, 27/02/2012 - 13:08

José Ignacio Moreno León

El presidente Santos y el futuro de Colombia
José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

El caso de las dos Alemanias que resultaron de la división de ese país, luego de su derrota en la segunda Guerra Mundial, ilustra cómo el autoritarismo comunista y su esquema de socialismo real en lo económico llevó a la Alemania del Este al colapso.

Mientras la Alemania Occidental, y realmente democrática, impulsó un sostenido desarrollo bajo el Sistema de Economía Social de Mercado, el cual ha permitido que esa nación, nuevamente unificada, sea la pujante potencia económica de la Unión Europea. Pero el ejemplo de más actualidad es el de las dos Coreas, como la demostración más evidente del fracaso histórico del comunismo y el socialismo real en la Corea del Norte, frente a una Corea del Sur, democrática y con un sistema de economía de mercado en un avanzado estado de desarrollo.

La Corea del Norte, desde sus orígenes se ha mantenido bajo un férreo régimen dictatorial militarista, al frente del cual estuvo durante 48 años, hasta su muerte en 1994, Kim II-sung, cuyo hijo Kim Jong-il, quien lo sucedió, igualmente continuó un despiadado militarismo, con la misma orientación marxista-leninista de economía centralmente planificada y de culto extremo a su personalidad. A raíz de su muerte, el pasado diciembre, Kim fue sucedido por su tercer hijo Kim Jong.un, con las intenciones de mantener la misma satrapía militar comunista que ha sumido en el oscurantismo, el aislacionismo, la miseria y la hambruna a ese pobre país, en cuyas cárceles y campos de concentración hay cerca de 200 mil internos y en el que se estima que como consecuencia de la hambruna, han muerto entre 600 mil a un millón de personas; mientras los jerarcas del régimen se jactan de tener el cuarto ejército más grande del mundo y el primer en gasto militar respecto al PIB.

Al sur del histórico Paralelo 38 de la Península se aprecia la otra cara de Corea, la República de Corea del Sur que en sus comienzos también estuvo regido por sucesivos gobiernos autoritarios, pero que impulsaron un modelo capitalista de desarrollismo autoritario y cambios fundamentales en el sistema educativo, como soporte a la estrategia de desarrollo y herramienta de ascenso social. Se logró la industrialización y modernización de la economía con visión exportadora e importante participación del sector privado, pero con fuerte tutelaje e intervencionismo estatal (control de precios, expropiaciones sin indemnización, sobre explotación de la clase obrera y represión de sus organizaciones). A pesar de estos avances en lo económico, los regímenes militares tuvieron que ceder a la creciente presión por la libertad y la democracia, especialmente de movimientos estudiantiles, las iglesias y los trabajadores. A finales de la década de los 80, luego de sangrientos enfrentamientos, la sociedad sur coreana logró deslastrarse de la dictadura castrense que había mantenido secuestradas, por más de tres décadas, las libertades públicas y la institucionalidad democrática. Kim Young-Sam, el primer presidente civil, electo democráticamente, luego de más de tres décadas de autoritarismo militar, acentuó el proceso de desarrollo y la inserción del país en la economía global, impulsando la institucionalización de la democracia, con avances en la lucha contra la corrupción, un mal característico de los anteriores gobernantes militaristas, cuyos dos predecesores y otros trece generales vinculados al antiguo régimen fueron enjuiciados por actos corruptos. Pero el verdadero cambio hacia la modernización política del país, lo representó el triunfo de Roh Moo-hyun, en las elecciones de 2002, un joven político, sin los vicios de la vieja escuela, el cual fortaleció la democracia participativa y pluralista y continuó la política de crecimiento económico, con énfasis en la diversificación y en el esfuerzo exportador y con mayor sentido social, que ha sido continuada por el actual presidente Lee Myung bak, electo en 2008.

Hoy en día Corea del Sur, un pequeño país de 48,6 millones de habitantes, es la 15 economía mundial y ocupa el lugar 31 entre los países de mayor PIB per cápita (US$20.499) y el puesto doce entre los de mayor desarrollo humano. Su sistema educativo es altamente eficiente, con cobertura total, a nivel de la asistencia a la primaria y un ingreso cercano a 50% a la educación superior. El país tiene 211 universidades, 78% privadas y tres de ellas se ubican entre las 200 más reconocidas del planeta, con un extraordinario desarrollo científico y tecnológico que le permitió al país en 2008 registrar más de 80 mil patentes, cuando para esa fecha, el país latinoamericano que más patentes registró fue Brasil, con sólo 582.

Las lecciones contrastantes de la historia y sistemas políticos y económicos de las dos Coreas nos permiten concluir que los regímenes autoritarios militaristas y personalistas, en su empeño por imponer a sus países sistemas marxistas-leninistas o del socialismo real, sólo han sembrado en esos pueblos la miseria y la pérdida de la libertad. Como en el caso de las primeras décadas de Corea del Sur, el autoritarismo militarista, a pesar de que pueda impulsar el desarrollo económico con una visión capitalista, pero con fuerte intervencionismo estatal, no puede mantenerse frente a los reclamos por la libertad y la democracia, que son fundamentales para lograr el desarrollo pleno y con sentido de justicia y equidad social.

*Esta columna fue publicada originalmente en ElMundo.com.ve.

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