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Desafíos del Sistema Nacional de Emergencias de Chile
Mar, 01/04/2014 - 10:25

José Orlandini

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José Orlandini

José Orlandini es Ingeniero Civil de la Universidad de Chile y actualmente se desempeña como Gerente de la División Servicios de Sonda. Cuenta con más de 20 años de experiencia en Tecnologías de la Información en Latinoamérica, desarrollando su carrera en Gestión de Servicios en las áreas de Integración, Outsourcing y Proyectos de Automatización en la industria del Trasporte, Minería y Manufactura.

Hace algunos días el norte de Chile sufrió un fuerte movimiento telúrico, con riesgo de tsunami. Afortunadamente, no existió tal tsunami y salvo las molestias de la evacuación no se produjeron problemas mayores. No obstante, estos son los momentos en los que debiéramos reaccionar y pensar cuán bien preparados estamos ante una catástrofe real.

Después del terremoto de 2010, Chile ha avanzado en mejorar la coordinación entre las instituciones que deben participar en una emergencia, ha incorporado sistemas de comunicaciones y hoy se encuentra construyendo un nuevo edificio institucional para la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi). Sin embargo, aún nos falta para alcanzar el nivel necesario de un Sistema Nacional de Emergencias de clase mundial. En efecto, para que un Sistema Nacional de Emergencias sea realmente efectivo debe haberse implementado un proceso que asegure que se puedan determinar cuáles son las necesidades y cuál es la zona afectada y comunicar tales necesidades a los tomadores de decisiones. Todo en pocos minutos o segundos. Esto que suena obvio y simple, en muchos casos puede ser complicado, principalmente por la falta de información de las áreas más afectadas, debido a interrupciones en las comunicaciones y también a que los responsables -en el área afectada- están involucrados personalmente en la emergencia.

Por ello, lo que se requiere es una organización directamente involucrada y  que esté equipada para lidiar con el problema a nivel local. Lo suficientemente dispersa y redundante, de manera que no todos sean afectados por el mismo incidente, pero al mismo tiempo lo suficientemente cerca como para ser de apoyo mutuo. Esta organización es la que debe comunicarse con una entidad regional que pueda ofrecer apoyo desde fuera del área inmediatamente afectada. Por último, la organización regional debe estar en estrecha comunicación con el gobierno nacional, para garantizar que todos los recursos estén disponibles en forma inmediata  y /o cuando sea necesario. Este enfoque de tres capas es utilizado por la mayoría de las organizaciones de gestión de emergencias en todo el mundo y se considera un concepto altamente robusto y probado.

Asimismo para que organización sea realmente efectiva,  requiere un alto grado de comunicación colaborativa en el proceso de toma de decisiones. En consecuencia, es vital que los sistemas de comunicaciones sean de alta disponibilidad y extremadamente confiables  y que respondan a las necesidades de cada una de las tres capas. Estos sistemas de comunicaciones deberán estar conectados con sistemas de control que permiten una visión rápida y precisa de lo que está sucediendo, para transmitirse a todos los niveles, con respuestas preorganizadas claras y concisas. En el caso de Chile, estos procesos se complican por la longitud del país y la necesidad de garantizar que el sistema apoye adecuadamente a cada una de las 15 regiones.

De ello se desprende que Chile necesita implementar los sistemas de Tecnología de Comunicaciones de Información (ICT en lenguaje técnico) que cubran el país completo y apoyando a las organizaciones de respuesta a las crisis en todos los niveles. Estos sistemas van desde la radiodifusora local hasta un sistema de banda ancha nacional, conectados a los servicios de apoyo y permitiendo de esta manera - por ejemplo- todo el apoyo logístico,  el mayor acceso a la información para los distintos medios, y que los servicios médicos son empleados de manera realmente efectiva.

De esta manera, las futuras inversiones de Chile en el Sistema Nacional de Emergencias debieran concentrarse en asegurar que las respuestas locales sean eficaces y debidamente apoyadas a nivel regional a lo largo del país. El logro de este objetivo es un reto a todos los niveles, y cualquier adquisición de tecnología debe estar estrechamente coordinada con los procedimientos operacionales implementados.

En consecuencia, un enfoque de ingeniería de sistemas riguroso, junto a una capacitación gradual y un programa de incorporación de tecnología bien diseñado, será esencial para lograr tener un Sistema Nacional de Emergencias de clase mundial. En Sonda, estamos seguros que en nuestro país están las capacidades para implementar la tecnología de comunicaciones y los sistemas necesarios para ello.

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