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El desafío de crecimiento de la economía chilena
Mar, 25/06/2019 - 14:01

Luis Eduardo Escobar

Intervención del mercado cambiario en Chile: medida acertada
Luis Eduardo Escobar

Consultor independiente. Economista de la Universidad de Chile. Master y candidato a Doctor en Economía de la Universidad de  Maryland (EE.UU.). Desde 2006 se desempeña como asesor de empresas e instituciones públicas en temas de estrategia, políticas públicas y finanzas. Entre 2003 y 2006 fue asesor del ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre. Anteriormente trabajó en el Fondo Monetario Internacional (FMI) por más de 20 años.

En días pasados el presidente de Chile, Sebastián Piñera, anunció un programa de aceleración de inversiones públicas por US$1.400 millones, equivalente a un 0,4% del PIB, aproximadamente. Según informó el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Ministerio de Hacienda estima que estas medidas generarían un aumento del PIB de 0,4 puntos porcentuales repartidos entre este año y el próximo.

Estos anuncios son la reacción a la desaceleración que ha sufrido nuestra economía desde una tasa anualizada de crecimiento de 5%, en el segundo trimestre de 2018, a una tasa de 1,9% en el primer trimestre de este año.

Sin duda, las propuestas del gobierno van en la dirección correcta. El efecto reactivador de ellas, sin embargo, dependerá de la velocidad con que se pueda ejecutar el gasto y de exactamente en qué se gasta.

Más allá de la coyuntura, la economía chilena enfrenta un desafío de crecimiento más permanente. En efecto, en el pasado, y en particular durante el período 1990-1998, los motores del crecimiento económico de nuestra economía fueron las exportaciones y la inversión en infraestructura de todo tipo que transformaron totalmente el país y nos llevaron a triplicar el ingreso per cápita.

El problema es que esos dos motores están operando cada vez con menor fuerza. De una parte, la tasa de crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios ha caído fuertemente. La tasa promedio de crecimiento de las exportaciones (en volumen) cayó de 10% durante la década de los 90, a 4,5% en la década 2000-2009 y a 1,5% en los últimos diez años. Más aún, en los últimos cuatro años el volumen exportado ha estado prácticamente estancado, creciendo en promedio a tasas de solo 0,6% anual.  

De otra parte, la inversión en infraestructura, pública y privada, está en niveles muy inferiores a los registrados en los 90 y principios de los 2000. Por medio del sistema de concesiones se llegó a invertir algo más de 1% del PIB en los años 2001 y 2004, pero el promedio de los últimos cinco años ha estado por debajo de 0,3% del PIB anual. Por su parte, durante la última década la inversión del gobierno en infraestructura ha fluctuado en torno a 2,2% del PIB, superando esa cifra sólo en los años 2009 y 2015, cuando los gobiernos de turno implementaron programas de inversión contra cíclicos. Más generalmente, mientras la inversión nacional promedió 25% del PIB durante la década de los 90, hoy fluctúa en torno al 21%. Esto tiene un efecto innegable en la tasa de crecimiento.

La hipótesis que planteo es que los niveles de inversión de nuestra economía están influidos en gran medida por el desarrollo de nuestras exportaciones y por los niveles de inversión en infraestructura. A medida que estas dos variables se acercan al estancamiento, nuestros niveles de inversión global tienden a estabilizarse en niveles que son insuficientes para generar un crecimiento alto y sostenido como el que el país necesita para salir de la trampa de los ingresos medios.

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