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El mensaje político que se desliza detrás del 21 de mayo de Piñera
Jue, 24/05/2012 - 15:38

Augusto Varas

¿Escrutinio permanente y ciudadano para las FF.AA. chilenas?
Augusto Varas

Augusto Varas es sociólogo de la Universidad Católica de Chile, Doctor en Sociología de la Washington University (EE.UU.). Ha sido Representante de Fundación Ford en Chile; profesor-investigador y coordinador del área de relaciones internacionales y militares de Flacso-Chile; Fulbright profesor en la Universidad de California (San Diego); profesor invitado en las universidades de Duke, North Carolina (Chapel Hill); Tinker Profesor en la Universidad de Wisconsin (Madison), y fellow del Woodrow Wilson International Center for Scholars (Washington, D.C.). Actualmente es presidente del directorio de Fundación Equitas.

El tono conciliador del tercer mensaje presidencial de Sebastián Piñera, el pasado 21 de mayo, en el que pidió perdón por los errores de su gobierno -los que no detalló-, se alinea con el objetivo de compensar la caída del presidente y su gobierno en las encuestas. Con este gesto, apuntó a los sectores en los que la evaluación del gobierno es peor, es decir, el nivel socioeconómico bajo y al segmento etáreo de los adultos mayores.

Asimismo, Piñera enfatizó logros reales de su administración, como la defensa de los consumidores y la aprobación del Ingreso Ético Familiar (bonos y transferencias monetarias para familias en pobreza extrema, a través de la creación de un subsidio al empleo de la mujer); anunció populares proyectos de ley como la regulación del precio de los combustibles y el bono solidario de alimentos (también para familias pobres); comprometió apoyo a las instituciones que ayudan a los adultos mayores, y se comprometió a crear dos áreas de desarrollo indígena adicionales, en las comunas de Ercilla y Collipulli (al sur del país), y en la provincia de Arauco, y a llamar a licitación para la construcción de un puente que una el continente con la Isla Grande de Chiloé (un proyecto declarado inviable económicamente por el gobierno de Michelle Bachelet).

¿Cuál era el telón de fondo de esta cuenta anual de Piñera? El presidente se dirigió al país luego de anotar su máxima desaprobación ciudadana; un persistente aumento del IPC de los pobres; conflictos no totalmente resueltos que esperan soluciones de fondo (educación, mapuches, Aysén y Calama); un gabinete desordenado por ministros "presidenciables" en competencia; desacuerdos profundos entre sus partidarios ante propuestas emblemáticas que sepultaron prometidas modificaciones al sistema binominal electoral o que traban otras como la reforma tributaria y el voto de chilenos en el exterior; insuficientes resultados en materia de seguridad ciudadana; avances limitados en la ejecución de las medidas anunciadas el año anterior, y una severa crítica en medios internacionales a su capacidad de gestión. Una situación que ha alarmado a los partidos de la Alianza (coalición oficialista), enfrentados a cruciales elecciones este y el próximo año, quienes han presionado por una protección electoral más contundente.

Sin embargo, detrás de esta postura presidencial se evidencia el fracaso definitivo de su inicial estrategia política. Esta contempló la creación de una nueva derecha (“hinzpeteriana”, gentilicio que alude al severo ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter) que superaría la Coalición por el Cambio y la Alianza generando un gobierno supra-partidario, con un elenco técnico de alto pedigrí académico y empresarial, capaz de reducir el Estado y ampliar los focos de lucro y renta privados en el marco de una economía cada vez más neoliberal, todo ello apoyado en un presidencialismo plebiscitario, que profundizaría el mando del Ejecutivo y ampliaría su apoyo en la opinión pública.

Por ello, ante su derrota estratégica y el nerviosismo electoral de UDI y RN (los partidos de gobierno), el presidente con la vista fija en las encuestas y con claro sentido electoral, ha querido mostrar un perfil más humano pero, al mismo tiempo, ha exagerado sus logros y anunciado nuevas medidas, las que en un período de cuenta regresiva, difícilmente podrán revertir la mala imagen del Ejecutivo sus fuerzas de apoyo.

Nada dijo sobre los cambios al binominal, su principal iniciativa desplegada a fines del año pasado e insistió en condicionar el voto de los chilenos en el exterior si “mantienen un vínculo o compromiso con nuestro país”.

En el marco conciliatorio del mensaje presidencial, llamó la atención su reiteración sobre la necesidad de la unidad nacional, cuando señaló que “en la unidad está nuestra fortaleza y en la división nuestra debilidad”, repitiendo lo afirmado en Concepción a fines de febrero del año pasado: "la unidad hace la fuerza y en ella está la fortaleza de la sociedad chilena. Es en la división donde se encuentra el germen de nuestra debilidad". Estos llamados a la unidad y fortaleza interna ¿será una nueva forma de lograr apoyo popular o una genuina preparación ante futuras situaciones de crisis?

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