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El poder de Peña Nieto y la segunda parte de su sexenio
Jue, 03/12/2015 - 10:16

Leo Zuckermann

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Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Peña Nieto es el presidente más impopular a la mitad de un sexenio, desde que se comenzó a medir la popularidad presidencial en las encuestas durante la administración de Salinas. Esto significa que la mayoría de la opinión pública reprueba al actual mandatario y desconfía de él. Nada más y nada menos. No hay que estirar la liga para afirmar, por ejemplo, que se trata de un Presidente débil. Por el contrario, Peña sigue teniendo mucho poder que utilizará para tomar la decisión más importante de la segunda parte de su sexenio: designar al candidato presidencial del PRI.

El presidente todavía tiene mucho poder. Cuenta, desde luego, con todas las facultades que le otorga la ley. Pero, además, nadie en su partido lo ha desafiado a pesar de su impopularidad. Por el contrario, Peña controla al PRI. En cuanto decidió que el nuevo dirigente nacional fuera Manlio Fabio Beltrones, todos los priistas se disciplinaron y aplaudieron su decisión. No hubo ni una crítica ni un atisbo de disidencia interna. Como en el pasado, los priistas demuestran una gran lealtad a su Presidente.

Peña tiene una cómoda mayoría en la Cámara de Diputados. A pesar de los lamentables eventos ocurridos antes de las elecciones de junio (Tlatlaya, Iguala y las casas), el PRI ganó 207 de los 500 diputados. Si a eso le sumamos los 42 del Verde, casi tienen la mayoría juntos. Pero el Presidente cuenta también con el apoyo de dos pequeños partidos: Nueva Alianza (11 diputados) y Encuentro Social (8). Sumados son 268 legisladores. Peña no tiene ningún problema para aprobar cualquier ley en la Cámara baja, sobre todo la más importante de todas, que es el Presupuesto de Egresos anual que, recordemos, sólo es aprobado por los diputados.

El presidente cuenta con el apoyo de la mayoría de los gobernadores. De los 32 gobiernos estatales (incluidos el DF), 19 son del PRI y uno del Verde. Estos números nunca los tuvieron los presidentes de extracción panista (Fox y Calderón), quienes enfrentaron una mayoría de gobernadores opositores. En la cultura priista de disciplina con el “señor-Presidente”, tener 63% de los gobernadores de casa significa poder.

Finalmente, Peña ha invertido mucho dinero en promocionarse en los medios de comunicación. De acuerdo a un reporte de Fundar y Artículo 19, es el Presidente que más ha gastado dinero de los últimos tres. Naturalmente estos medios no tienen muchos incentivos que digamos para andar criticando a uno de sus mejores clientes. Esto explica, en parte, por qué la prensa ha sido relativamente benigna con el Presidente a pesar de sus errores.

En suma, Peña tiene el apoyo irrestricto de su partido, una cómoda mayoría en la Cámara de Diputados, el soporte de la mayoría de los gobiernos estatales y medios relativamente suaves. No está nada mal.

¿Para qué utilizará el presidente su poder? Fundamentalmente para decidir quién será el candidato presidencial del PRI. Ésta es la decisión más importante en el segundo tramo de su sexenio. A diferencia del régimen autoritario priista, donde los presidentes decidían quién sería el próximo mandatario. Ahora, un Presidente de extracción priista, como Peña, sólo puede designar al candidato de este partido, quien puede perder en las urnas. Si Peña se equivoca, puede llegar a Los Pinos un opositor con todo lo que eso implica.

Por lo pronto, una vez que pasaron las elecciones intermedias, el Presidente abrió la baraja de posibles candidatos presidenciales de su partido. Ya no sólo están Miguel Ángel Osorio y Luis Videgaray, quienes están muy desgastados. Ahora, en la lista, también se encuentra Aurelio Nuño, José Antonio Meade, José Calzada y Manlio Fabio Beltrones. Algunos incluyen al gobernador Eruviel Ávila, olvidando, al parecer, el desastre de su gestión en el Estado de México.

En conclusión: a pesar de su impopularidad, Peña tiene poder y lo va a utilizar para designar al candidato del PRI a la presidencia. Eso es, en una nuez, la historia de la segunda parte de este sexenio.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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