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El Salvador: una nueva reforma fiscal desincentiva la inversión
Jue, 24/07/2014 - 16:30

Lizette Keller

Lizette Keller
Lizette Keller

Lizette Keller es Licenciada en Contaduría Pública. Su experiencia abarca las áreas de auditoría financiera, fiscal y de la Ley de Servicios Internacionales, contabilidad, consultoría financiera, entre otras. Ha adquirido experiencia en el proceso de adopción/conversión a Normas Internacionales de Información Financiera (full y pymes). Actualmente es miembro de la Comisión de Ética del Instituto Salvadoreño de Contadores Públicos, así como también es Presidenta del Comité de Empresarias de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador.

El crecimiento económico de El Salvador (al igual que el de todos los países), depende de varios factores: estabilidad jurídica, fiscal, política y social, seguridad, educación, infraestructura, entre otros; factores que, en su conjunto, propician un ambiente favorable o no, para el factor principal de crecimiento: la inversión (pública y privada).

Por eso es necesario que el gobierno sea eficiente al momento de proveer factores que favorezcan la inversión, por los cuales las empresas pagan impuestos, pues una reforma fiscal que encarezca los servicios del Estado en la materia, cuando éstos no son eficientes, ni de calidad, orientados a servicios no productivos, y sin un plan de mejora. Lo anterior desincentiva la inversión, y por lo tanto, el crecimiento económico del país.  

En el manejo de las finanzas públicas no hay mucha diferencia con la administración privada, pues para que las finanzas estén sanas se deben respetar dos aspectos básicos: no se puede gastar más de lo que se tiene y hay que dar un buen servicio para atraer a más clientes.

Una reforma fiscal integral sólo debe plantearse luego de que el Estado haya cumplido con su responsabilidad, y una vez que se han incluido modificaciones que den certeza a las inversiones, pues al ser el Estado el único proveedor de estos servicios, es muy posible que éste desestime la calidad de sus servicios y se concentre en el cobro que hace por los mismos.

En este sentido, las últimas dos reformas fiscales en El Salvador han tenido un enorme impacto en la desaceleración del crecimiento de la economía, lo que se puede apreciar en los siguientes efectos:

*Baja tasa de nacimiento de nuevas empresas,

*poca reinversión ó aumento de capital que hacen las empresas,

*desincentivo por el cambio de reglas en los beneficios fiscales, con los que se atrajo inversión extranjera a Zonas Francas y Centros de Servicio. Para estos inversionistas, el pago de impuestos no es el problema, sino el cambio en las condiciones ofertadas, lo cual genera desconfianza en las leyes del país y desmotiva proyectos de reinversión.

En cuanto a la nueva reforma fiscal planteada en El Salvador, dicha reforma pretende establecer nuevos impuestos, los cuales desalientan el espíritu de superación y mejora, además de que motiva a alejarse del sistema financiero formal y como consecuencia el encarecimiento de los productos y servicios.  

Establecer nuevos impuestos en una economía que de por sí está desacelerada, propicia aún más el bajo crecimiento. Tanto para El Salvador, como para el resto de la región. Es mejor dejar los impuestos que están y como están, y preocuparse más por atraer inversión, estabilizar el clima jurídico, político y social; no gastar más de lo que se tiene y brindar servicios públicos eficientes y de calidad. En realidad, no es necesario incrementar impuestos para una mayor recaudación pública, sino más bien que dicha recaudación se incremente exponencialmente como resultado de más inversiones, reinversiones y crecimiento natural de la economía.

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