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Elecciones en España: producto lógico de la estrategia de crispación
Lun, 28/11/2011 - 09:23

Bernardo Navarrete Yánez

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Bernardo Navarrete Yánez

Bernardo Navarrete Yáñez es Profesor Asociado de la Licenciatura en Estudios Internacionales de la Universidad de Santiago de Chile (Usach).

Si bien es correcto afirmar que el reciente triunfo del derechista Partido Popular (PP) en España, puede ser interpretado como un “voto de castigo” por la mala gestión económica y la consecuente crisis que este país ha vivido el último tiempo, ello sólo constituye una de las tantas aristas explicativas para los resultados electorales del fin de semana. Una de éstas, a mi juicio, la encontramos en la estrategia que implementó el PP para ganar esta elección, más que ahondar en lo que no hizo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), o en los desaciertos de su gobierno.

Una de las tantas estrategias políticas para captar un voto o la filiación política de la ciudadanía, es la “estrategia de crispación”. Esta es una estrategia  política concebida y ejecutada de forma calculada y racional, que no tiene que ver con las políticas, sino que se fundamenta en el principio de que “todo vale” para obtener el poder. Por ello, no se trata de defender temas de Estado o de promover el “buen gobierno”, sea cual sea la interpretación que se haga de esto. La estrategia de crispación se caracteriza por atender sólo a los intereses de los políticos y está dirigida particularmente a los votantes indecisos, tal como lo define el sociólogo español José María Maravall, en su libro del 2008 “La confrontación política”.

El PP, hasta horas antes de hacerse del gobierno, se encargó de llevar adelante una estrategia de crispación continua y sin tregua, no sólo en el contexto de las campañas electorales, sino durante todo el tiempo que el PSOE estuvo en el poder. Ello, para hacer frente a un electorado español que en su dimensión puramente ideológica, es mayoritariamente de izquierda y a un partido como el PP que, históricamente, se ha encontrado más próximo al votante medio.

Siguiendo a Maravall, las tácticas de la estrategia de crispación son varias: la primera de ellas, consiste en destruir la reputación del adversario, el empleo de los denominados temas transversales, donde al líder del partido opositor se le atribuyen vastas insuficiencias, que para el caso de esta campaña en particular, estuvieron asociadas a la deshonestidad en torno al alcance de la crisis económica, afirmando que "la situación ha llegado a insostenible porque hay más de cinco millones de personas en España que no pueden trabajar, por las deudas acumuladas y por el daño que ha sufrido la economía" (El País, Octubre 2011),  así como a la incompetencia de la gestión del PSOE: “Aquí habrá un gobierno sin figurantes que va a estar a la altura”.  El PP apeló al voto “de la esperanza frente al miedo” y añadió que “pavor” es lo que tiene la gente a “que sigan” quienes “no han sabido responder a la nación” (El País, Octubre de 2011). Sentencias del ahora jefe de gobierno, Mariano Rajoy, haciendo alusión a sus adversarios.

La segunda táctica de la estrategia de crispación, es la selección medida de los temas respecto a los que se descalifica al adversario, que en este caso, también estuvieron asociados a la esfera de la economía. En este contexto, una vez más los tópicos de campaña no fueron programáticos, sino que se centraron en la descalificación del oponente.

Dada la perseverancia de la estrategia de crispación y la coyuntura económica actual, es posible considerar esta estrategia como efectiva, puesto que logró captar al electorado indeciso, que lo escogió como alternativa para salir de la crisis económica: "He votado al PP porque es necesario un cambio. Rajoy mejorará la economía” (Emol, 21/11/2011). Así nos encontramos frente a un fortalecido PP, que acumuló un total de 10, 8 millones de votos -el mejor resultado de su historia-, logrando 186 escaños, aumentando en 32 diputados su representación comparada con la obtenida el 2008, superando la mayoría absoluta del Congreso español por diez asientos, posicionándose como la principal fuerza política en España.

El desafío para el PP será reemplazar su retórica por políticas públicas que respondan a los grandes desafíos de la sociedad española, y en esto cabe recordar, siguiendo a los politólogos norteamericanos Austen-Smith y Riker, que no es tan cierto que la verdad triunfa en el mercado de las ideas.

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