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España: "Es el centro, estúpido"
Jue, 02/05/2019 - 10:24

Héctor Casanueva

Europa y las migraciones: una paradoja
Héctor Casanueva

Héctor Casanueva es profesor e investigador en Historia y Prospectiva de la Universidad de Alcalá de Henares, director del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia y ex embajador de Chile.

España tiene esa especial característica de ser un reflejo y, en cierto sentido, la medida de muchas cosas para nosotros los latinoamericanos o iberoamericanos como gusta decir a nuestros amigos de la madre patria (o sea, la suma de latinoamericanos más españoles y portugueses).

Tiene su lógica. Somos hijos de un mestizaje forjado durante cinco siglos, pero a la vez retroalimentado constantemente por migraciones en uno y otro sentido del charco. Somos 670 millones de iberoamericanos, y si contamos solamente los residentes que tienen pasaporte de un lado y otro, tenemos que en España viven más de dos millones y medio de lo que se ha empezado a llamar "eurolatinos españoles". Y en Latinoamérica vive una cifra similar de españoles de distintas generaciones. Estos casi cinco millones de ciudadanos tienen derecho a voto en las elecciones españolas.

Los comicios del domingo pasado dejan algunas pistas interesantes para nuestros propios procesos políticos, precisamente por lo que señalábamos al comienzo. El país está viviendo, al igual que Europa, una etapa compleja, de incertidumbre económica y social sobre el futuro, de amenazas rupturistas y crisis de convivencia.

No es muy distinto a lo que pasa en nuestra región. En cierto modo tampoco es distinto a lo que vivimos en Chile. Por eso, interesa verlo en esta perspectiva: el domingo pasado las elecciones españolas respondieron bien a la coyuntura y a las aspiraciones futuras. Empezando por la alta participación, que superó en 10 puntos a las anteriores, fue una muestra de conciencia ciudadana. Pocos se quedaron en su casa, vimos mucha tercera edad y jóvenes ante las urnas. Luego, el resultado: una alta concentración del voto en el centro, privilegiando a los partidos que aseguraron estabilidad, gobernanza, crecimiento económico con seguridad social, modernidad, respeto a la diversidad, y algo muy importante: un discurso moderado en los contenidos y en la forma. Incluso en los casos de partidos como el Nacionalista Vasco o Esquerra Republicana de Cataluña, que no renuncian a sus históricas reivindicaciones, con un mensaje firme, pero dialogante.

El extremismo de derechas, que emergió hace poco de la mano de un nuevo partido, VOX, para reivindicar el franquismo y la "España azul", con un discurso xenófobo, misógino, que quiere imponer la unidad nacional en contra de las autonomías, se quedó bastante lejos en votos y escaños de lo que pretendía. Igual en el caso de los independentistas catalanes rupturistas.

Y la derecha tradicional, al abandonar el centro y adoptar una propuesta limítrofe con la extrema, con un abordaje crispado, similar al que hemos vivido en Chile con el famoso eslogan de la derecha, "el desalojo"; o el nefasto de una cierta izquierda, "la retroexcavadora", perdió más de la mitad los votos y de los diputados.

Los españoles votaron moderación, estabilidad, convivencia, crecimiento con seguridad social, para seguir avanzando. O sea, votaron centro para avanzar.

Es que no se debe olvidar que, parafraseando aquella famosa sentencia de la campaña de Bill Clinton, "¡es el centro, estúpido!".

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