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Japón: un terremoto nuclear
Vie, 11/03/2011 - 20:53

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Este vienes 11 de marzo hemos sido, prácticamente en vivo, testigo de uno de los terremotos y tsunami más destructivos de la historia moderna de Japón. El terremoto, según el USGS (U.S. Geological Survey), alcanzó una magnitud de 8.9 y afectó la costa de Honshu.

La magnitud de la fractura ha cubierto aproximadamente 542 kilómetros de distancia, afectando desde Tokyo por el sur hasta Iwate por el norte; y siendo especialmente implacable con la bella ciudad de Sendai. Hasta el momento no es claro el número de muertos y se calcula que éste se elevaría por sobre los 400, pero aún con un alto grado de incertidumbre.

La catástrofe, solo comparable a la vivida por Chile el 27 de febrero de 2010 (terremoto de magnitud 8.8), no solo demanda una lógica y casi inmediato análisis de los efectos económicos y políticos del fenómeno en territorio nipón, sino que además nos debería forzar a discutir sobre uno de los temas que hoy concentra el interés y focaliza el debate energético en Chile: la construcción de plantas nucleares.

Japón, como lo informa la Agencia Internacional de Energía Atómica, es poseedor de 54 Plantas de este tipo y está construyendo dos nuevas centrales. Estas plantas tiene un alto impacto alcanzando, para 2009, satisfacer el 29.23% de la demanda de electricidad de la población japonesa.

A este respecto, considerando la magnitud del evento y la destrucción del mismo, se puede sostener que las medidas de seguridad en torno a ellas han sido y son efectivas. Así, del total de centrales disponibles, como medida de seguridad, según ha informado el Incident and Emergency Centre, cuatro plantas nucleares ubicadas en la zona de Honshu fueron inmediatamente, ocurrido el terremoto, dejadas fueras de servicio.

Sin embargo, la central de Fukushima (ubicada en la prefectura del mismo nombre) ha demandado al gobierno nipón declarar “emergencia nuclear” y a desplazar a una población de entre 3000 y 6000 personas a un radio no menor de 3 kilómetros de la planta. La crisis nuclear, derivada del terremoto, se produjo por una falla mecánica del sistema de enfriamiento en la central de Fukushima.

Ahora los esfuerzos, con la intensión de bajar la temperatura del reactor, se concentran en liberar parte del vapor acumulado; lo cual podría producir al mismo tiempo la liberación de material reactivo.

No hay duda, teniendo como realidad irrefutable que Chile necesita resolver (a través de la mayor variedad de alternativas) el problema energético que afecta y afectará el desarrollo de nuestro país, que debemos estudiar detallada, responsable y fríamente los alcances y efectos de este lamentable suceso en Japón.

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