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Japón y Asia: cuando la espera es crítica
Mar, 29/08/2017 - 13:44

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Japón está bajo una fuerte y compleja presión: ajustarse o no, luego de 60 años de una baja incertidumbre, a los procesos y hechos que hoy se viven en el mundo en general y en Asia, en particular. La cuestión es fundamental, desde que han sido, precisamente, estas seis décadas las que le han permitido alcanzar su actual condición de potencia económica y tecnológica. Los cambios y ajustes globales, regionales y locales están haciendo que la toma de decisión sea crítica para su presente y futuro.

Globalmente, Japón enfrenta el indiscutible proceso de disminución poder del único poder en el mundo y su principal aliando: Estados Unidos de América. Regionalmente, debe acomodarse al nuevo proceso de consolidación de China, la tensión de la proliferación nuclear que representan los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte y el renovado rol que Moscú anuncia en el la zona de la Rusia-asiática (marítima y terrestre). A nivel local, aún no logra resolver la crisis económica que lo aqueja desde el fin de la burbuja económica de la década de 1980 y debe enfrentar el complejo escenario producto del decrecimiento poblacional, y con esto el de las opciones y alternativas de impulsar una mayor inmigración o la utilización de tecnología e inteligencia artificial. Sobre estos tres niveles (global, regional y nacional), además y de forma transversal, Japón debe (y está reflexionando) sobre el ajuste del artículo 9 de su constitución y con ello el fin del Japón-pacifista. En relación a esta tensión, fue dado un primer paso cuando el Primer Ministro Shinzo Abe, logró que se aceptara la idea de autorizar misiones de combate de uktra-mar en nombre del concepto de la “auto-defensa colectiva”.

Desde esta perspectiva, el aumento en el gasto de defensa anunciado por el ministro de relaciones exteriores de Japón, Taro Kono, es una señal clara y potente; reafirmando que Japón tenderá a profundizar su dirección y resolución. Los hechos demuestran que en el caso nipón la espera es crítica y que no hay demasiado tiempo para internalizar (y aprobar) una posición más militarista de la que ha tenido hasta ahora. Es cierto, Japón ya en 2016 se ubicó como el séptimo país con el mayor gasto militar del mundo, solo superado por Estados Unidos (1°), China (2°), Rusia (3°), Arabia Saudí (4°), Inglaterra (5°) e India (6°). Esto ha, obviamente, hecho reaccionar a China, país que a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores ha “llamado a Japón a tomar en serio las preocupaciones de seguridad de sus vecinos asiáticos y a actuar prudentemente en los campos militares y de seguridad”.

Para Japón, las tensiones van desde la tensión de los misiles con Corea del Norte, los hechos históricos no resueltos con China y Corea del Sur, la disputa con China por las islas Sensaku-Daioyutai; la tensión con Taiwán por las Islas Okinotorishima, hasta el actual problema que representa para Tokio el anuncio de Moscú de crear el “Territorio de Desarrollo Avanzado” en la zona disputada de los Kuriles (para Japón) o Sakhalin (para Rusia).

Es cierto, avanzar en una modificación explicita de la constitución para el establecimiento de una fuerza japonesa de autodefensa ha sido aplazada para el 2020. Sin embargo, para Japón la situación es crítica y resolver sobre el fin de la idea de una constitución pacifista tendrá importantes consecuencias para la región y el sistema internacional.

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