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La cuestión de la Península de Corea: Naciones Unidas, sanciones y acciones
Mié, 17/02/2016 - 09:15

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

El mundo y el sistema internacional no han quedado ajenos a las acciones realizadas por Corea del Norte. A comienzos de este año, en enero, realizó el cuarto ensayo de una detonación nuclear. Pero lo más complejo es que se cree que se estaría preparando una quinta prueba de este tipo. Sumado a lo ocurrido en  febrero, el lanzamiento de un misil con capacidad intercontinental, bajo la excusa de poner un satélite en órbita.

Frente a esto el sistema internacional y la Organización de las Naciones Unidas no ha tardado en reaccionar. Primero fue la reacción de Corea del Sur, en conjunto con la condena de los Estados Unidos y Japón; así como las declaraciones de China, Rusia y la Unión Europea. A esto se sumaron las declaraciones de la ONU y la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de este organismo para analizar la crisis norcoreana.

Es importante señalar el historial de resoluciones que han sido emitidas en relación al Programa Nuclear norcoreano: la resolución 825 de 1993; las resoluciones 1695 y 1718, ambas de 2006; la Resolución 1874, de 2009, y las resoluciones 2087 y 2094, formuladas en 2013.

Hoy la permanente actitud de Corea del Norte ha vuelto a demandar una acción concreta y potente frente a la incertidumbre para la seguridad internacional que representa su programa nuclear y de misiles. Corea del Sur ha resuelto, como primera medida, suspender las actividades de la zona industrial de Kaesong. Al mismo tiempo, la presidenta Park ha enviado un claro mensaje de advertencia sobre las consecuencias que esto puede tener y sobre la necesidad de resolver esta tensión de forma definitiva.

Por su parte, Estados Unidos ha anunciado una serie de medidas de carácter político y militar. Así, primero el Congreso norteamericano ha aprobado nuevas sanciones para Corea del Norte. Segundo, definitivamente se intentará desplegar el sistema de misiles Terminal High Altitude Arae Defense (THAAD en sus siglas en inglés) y, tercero, ha aprobado desplazar a la zona cuatro F-22 (Raptor).

Japón, por un lado, en una visión colectiva, ha hecho ver que se suma a la idea de promover y aceptar una nueva y más fuerte Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Además, desde una posición unilateral, ha hecho ver su opción de prohibir que barcos norcoreanos puedan atracar en puertos japoneses y, siguiendo una de las opciones de los Estados Unidos, incrementar las sanciones financieras.

China, otro de los actores, condenando a los norcoreanos, más allá de una resolución fuerte de las Naciones Unidas (la cual apoyaría), ha hecho ver que lo que se debe hacer es retomar (y relanzar) el six-party talk.

No cabe duda, principalmente por la posibilidad permanente de que la tensión se transforme en un escenario de conflicto, que se requiere de una nueva condena específica y fuerte del sistema internacional. Por este motivo, será importante esperar a ver cuál es el tenor e implicancias de la nueva Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; así como intentar encontrar nuevas fórmulas para resolver la cuestión del Programa Nuclear de Corea del Norte.

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