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La guerra (cada vez menos) civil en Siria
Mié, 30/04/2014 - 10:43

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Aunque no suelo comulgar con teorías conspirativas, sugiero un breve ejercicio al lector. Primero busque en internet un mapa de Siria que grafique las zonas de ese país bajo control de la organización denominada “Estado Islámico en Irak y el Levante” (conocido también como ISIS, por sus siglas en inglés). Luego busque un mapa de Siria que grafique las zonas de ese país en las que se han producido combates durante la guerra civil en curso. Por último, superponga ambos mapas, e intente encontrar áreas de intersección.

El hallazgo parecería sorprendente, dado que prácticamente no existen zonas de superposición. Eso no implica que no hayan ocurrido combates entre tropas gubernamentales y fuerzas del ISIS, pero no en las zonas de Siria en las que esa organización tiene mayor presencia (ubicadas en el noreste del país, dado que los extranjeros que conforman el grueso de sus tropas ingresaron a Siria a través de la frontera con Irak).

Ahora busque información sobre ISIS, y descubrirá que es la fuente de una violencia tan brutal y descontrolada, que incluso la red Al Qaeda (a la que pertenecía en su origen), optó por expulsar a esa organización de sus filas. ¿Por qué el gobierno sirio habría de ignorar el despliegue en su territorio de quien podría calificar como su némesis? Tal vez porque sólo al ser contrastado con organizaciones como ISIS y el frente Al Nusra (la rama oficial de Al Qaeda en Siria), ese gobierno podía ser considerado como un mal menor.

Si bien, por ejemplo, sectores de la minoría cristiana podrían preferir una democracia estable antes que el régimen actual, no cabe duda posible de que prefieren una dictadura secular como la de Bashar Al Assad antes que una eventual dictadura fundamentalista inspirada por Al Qaeda. Estados Unidos, por ejemplo, detuvo sus envíos de pertrechos a sus aliados en la insurgencia siria, cuando parte de ellos fueron capturados manu militari por ISIS. Ese incidente a su vez revela que, en lo esencial por la presencia de ISIS, en Siria no hay una, sino dos guerras en curso: una entre la insurgencia y el régimen, y otra dentro de la propia insurgencia. Por lo demás, no hay necesidad de especular sobre la colaboración que, pese a sus diferencias, han llevado a cabo los gobiernos de Siria y los Estados Unidos en su lucha común contra Al Qaeda: sabemos por la experiencia conocida como “Extraordinary Renditions” que la CIA secuestraba por doquier a personas sospechosas de pertenecer a Al Qaeda, para luego enviarlas a países como Siria con el propósito de ser interrogadas bajo tortura.

La paradoja final es que, cuando la insurgencia siria venía encajando una sucesión de derrotas que presagiaban a mediano plazo una victoria militar del régimen sirio, recibe (según reportes de prensa) una dotación de equipo anti tanque de fabricación estadounidense. Y al parecer los recibe en cantidades suficientes como para postergar un desenlace militar, pero sin que ello alcance para revertir los avances del régimen (eso requeriría de equipo anti aéreo, dada la supremacía indiscutida de su aviación). ¿Qué propósito podrían cumplir esas provisiones?

Un asesor del gobierno israelí sugirió una respuesta: en este momento se enfrentan en Siria, de un lado, Hezbolá, la Guardia Revolucionaria iraní, y las fuerzas del régimen, y de otro lado (entre otros), Al Qaeda. Es decir, virtualmente todos los enemigos regionales de Israel y, por añadidura, de los Estados Unidos. En ese contexto, esos pertrechos podrían servir cuando menos un propósito: prolongar la guerra de desgaste que los enfrenta entre sí.

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