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PinPass, paso tecnológico y nuevo riesgo a la vez
Mié, 18/08/2010 - 10:14

Jorge Pizarro León

PinPass, paso tecnológico y nuevo riesgo a la vez
Jorge Pizarro León

Ingeniero Civil Electrónico de la Universidad Técnica Federico Santa María (Chile). Con amplia experiencia en Seguridad de la Información, se ha desempeñado durante 10 años en NeoSecure. Obtuvo la certificación CISSP el año 2001. Es especialista en sistemas operativos Unix y Microsoft Windows, Hacking Ético, Ingeniería Reversa de Código Malicioso, entre otros. En la actualidad se desempeña como Ingeniero Senior de Seguridad dentro del área de operaciones de NeoSecure.

El uso del PinPass (el nuevo nombre para la clave secreta de la tarjeta de crédito bancaria que se usa en Chile, obligatoria desde el 30 de mayo pasado) trajo consigo un aumento en la cantidad de transacciones con tarjetas de crédito, ya que es un mecanismo más simple y rápido que el anterior, donde el comerciante debía solicitar el carné de identidad, comparar el nombre de éste con el de la tarjeta, solicitar la firma del comprobante y validar la firma con la de la cédula. Además, porque permite hacer compras sin la necesidad de un tercero (autoatención).

Pero debemos tener en cuenta que también conlleva un riesgo para la seguridad. La confidencialidad de nuestras claves y tarjetas es responsabilidad de todos. Por una parte, las instituciones financieras deben contar con mecanismos complementarios de seguridad. Un sistema de monitoreo de fraude capaz de detectar ilícitos y patrones de comportamientos anormales.

Y por otra, como usuarios, debemos tomar todas las precauciones necesarias, como utilizar claves diferentes para cada tarjeta, no anotar los códigos ni compartirlos con terceros, tener la tarjeta a la vista en todo momento al pagar y evitar que alguien vea nuestro PinPass cuando lo ingresamos.

Y no es sólo en el caso del PinPass que debemos ser más cuidadosos. Las amenazas y escenarios de riesgo cambian con el tiempo. Términos como clonación y skimmer (dispositivo que roba los datos de la banda magnética simplemente arrastrando la tarjeta) son palabras de uso cotidiano en la prensa a la hora de nombrar un cibercrimen. Las posibilidades de obtener grandes botines ponen a estos servicios en la mira de delincuentes cada vez más tecnológicos, que vacían cuentas de manera silenciosa, con técnicas muy sofisticadas que muchas veces nos cuesta entender.

Actualmente, las empresas financieras chilenas cuentan con sistemas de seguridad de clase mundial, pero esto no significa que no deban seguir implementando tecnologías avanzadas que ayuden a minimizar los riesgos. La agresividad de los ataques cibernéticos va creciendo día a día y cada vez más, y los delincuentes están pensando en vulnerar las distintas barreras de protección con herramientas más complejas y difíciles de detectar.

La seguridad no debe quedar en segundo plano, ya que el costo de un fraude para una empresa, tanto en dinero como en imagen, es mucho mayor que la inversión constante de sistemas de prevención, de hecho, pueden llegar a provocar la muerte de una compañía.

Al igual que la evolución de los robos en las calles, como el alunizaje, el avance en las técnicas que se utilizan en los crímenes electrónicos es enorme, partiendo de la base que las consecuencias de este último son a escala mucho mayores y que la sofisticación de estos crímenes y la tecnología asociada son extremadamente innovadoras.

Cada organización define sus necesidades de protección conforme a su mercado, regulaciones y cantidad de amenazas a las que esté expuesta, pero evidentemente queda mucho por avanzar en todos los sectores. Necesitamos tener una cultura preventiva como país, ya que debemos estar siempre un paso por delante de los cibercriminales y estar a la altura de lo que se espera de Chile y sus empresas en esta materia.

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