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Trump: el emperador del caos
Mar, 23/07/2019 - 09:08

José E. Mosquera

La interconexión eléctrica Colombia-Centroamérica
José E. Mosquera

José E. Mosquera es periodista y escritor colombiano. Es columnista de los diarios El Tiempo, El Espectador, Portafolio, El Colombiano, El Mundo, La República, La Patria, El Liberal, El Universal y La Tarde (Colombia), La Nación (Costa Rica), La Prensa, La Estrella de Panamá y El Panamá América (Panamá), El Heraldo (Honduras), Tal Cual (Venezuela) y El Nuevo Diario (República Dominicana), entre otras publicaciones nacionales y extranjera.

El acuerdo nuclear que firmaron Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido y Rusia con Irán, mediante el cual se puso fin a tres décadas de tensiones políticas entre Irán y Estados Unidos, fue roto unilateralmente por la administración de Donald Trump, sin dudas uno de los más importantes legados de la política exterior del gobierno de Obama.

Trump desde que llego a la Casa Blanca ha buscado eliminar o modificar las decisiones emblemáticas de la administración de Obama sobre el cambio climático, la reformas a la salud y tratados con otros países, entre ellos, el acuerdo nuclear con Irán.

Su administración arrancó presionando a las potencias signatarias del acuerdo con Irán a romperlo. Pero ha tenido un revés diplomático dado que su rompimiento unilateral y las imposiciones de sanciones contra Irán han generado un nuevo giro en las relaciones de Teherán con Alemania, Inglaterra, Rusia, China y Francia.

Hace una semana en Viena, los representantes de Irán, Rusia, China, Inglaterra, Francia y Alemania, ratificaron su permanencia en el acuerdo, condenaron el retiro de Estados Unidos y tomaron medidas para proteger los intereses de las compañías europeas, rusas y chinas que quieran negociar con Irán.

Adoptaron un paquete de medidas que permiten a Irán esquivar las sanciones.

Un acuerdo entró en vigor hace tres años, restringió el programa nuclear iraní y lo puso bajo la vigilancia

de la Agencia Atómica de la ONU. Irán se comprometió a limitar durante 15 años su producción de uranio enriquecido, a deshacerse del 98% de su uranio y a desmantelar su principal reactor de plutonio.

Israel y Arabía Saudita fueron los principales opositores, en virtud a sus históricas luchas por la supremacía regional con Irán. Las rivalidades geopolíticas de Arabia Saudita con Irán son históricas y conexas con las luchas tribales por el control del poder político, económico, militar y religioso en el mundo islámico.

La monarquía saudí, acusa a régimen iraní de fomentar las milicias chiítas dentro de su territorio y lo mira como una amenaza para sus intereses estratégicos por el apoyo que ofrece al régimen sirio, a Hezbollah en el Líbano y a las fuerzas rebeldes en Yemen.

Para Israel la teocracia iraní es y su más temible rival, dado que no reconoce la existencia del Estado judío y la señala como financiadora de grupos como Hamás en Palestina. Por lo tanto, si bien el acuerdo fue un paso decisivo para frenar las tensiones de Estados Unidos y sus aliados con Irán en la región, abrió otro ciclo de rivalidades entre Israel e Irán. Israel desde en 1967 es el centro neurálgico de la política estadounidense en la región y es el mayor receptor de su ayuda económica y militar en el Oriente Próximo.

Desde 1982 Estados Unidos ha vetado 32 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra Israel y ha bloqueado los esfuerzos de los países árabes para que el arsenal nuclear israelí se ha supervisado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Israel es el país con las fuerzas militares más poderosa de la región y el único que tiene armas nucleares. De allí que es una de las razones para que países como Irán quieren tener armas nucleares por las amenazas que significa el poderío militar Israelí dentro de las correlaciones de fuerzas hegemónicas en el Oriente Próximo.

Pese a que la Representante de la Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, ha dicho que Irán ha cumplido sus compromisos y la UE solo revisará su posición si los informes de la AIE cambian su veredicto. Los halcones de los cristianos sionistas de la ultraderecha republicana del gobierno de Trump con falacias rompieron el acuerdo.

Detrás de ese rompimiento está el circulo de cristianos sionistas republicanos, ligados al lobby israelí como el Secretario de Estado, Mike Pompeo, el Asesor Nacional de Seguridad, John Bolton y el Secretario de Defensa, James Mattis, quienes están recurriendo a amenazas irreales para justificar una guerra contra Irán al estilo del emperador del caos de Donald Trump. El general británico, Cristopher Ghika, segundo Comandante de la operación Inherent Resolve contra el Estado Islámico, dijo que las informaciones que se basan los argumentos estadounidenses sobre los incumplimientos de Irán son falsos y exagerados.

Un destacado grupo de legisladores Demócratas, entre ellos, Eliot Engel y Adam Smith, Presidentes de los Comités de Inteligencia, Asuntos Exteriores y Servicios Armados de la Cámara de Representantes son categóricos en señalar que el informe de la administración Trump, politiza y tergiversa las evaluaciones y se sustenta en informaciones poco objetivas. Finalmente califican de inconsistente la estrategia del gobierno de Trump. Uno de los asuntos más cruciales detrás de la ruptura del gobierno de Trump del acuerdo nuclear con Irán ha sido el papel que jugo el lobby proisraelí en Estados Unidos con las exigencias de las reactivaciones de las sanciones contra Irán. El Comité Americano Israelí de asuntos públicos, desplegó decenas de activistas de sus grupos de presiones para que el gobierno de Trump rompiera el acuerdo.

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